Una investigación publicada en Annals of Internal Medicine presenta los resultados de la acción de medicamentos anticoagulantes en pacientes sometidos a tratamientos contra el cáncer. Según los datos obtenidos, los fármacos administrados por vía oral son más costo-efectivos y tienen mejores resultados sobre la población afectada, en comparación con la heparina de bajo peso molecular para el tratamiento de la trombosis asociada a patologías oncológicas.
Como explican los autores de la publicación, durante muchos años se ha optado por las inyecciones de heparina como primera opción en pacientes con cáncer. El uso prolongado de warfarina se ha relacionado con un mayor riesgo de reincidencia en pacientes con cáncer que habían sufrido una embolia pulmonar o una trombosis venosa profunda (TVP), por lo que se ha sugerido el uso de anticoagulantes directos desde hace 8 o 9 años.
“¿Podemos utilizar ahora estos agentes orales, que son mucho más cómodos, y cuáles son las implicaciones coste-eficacia? Es una cuestión clínica importante en este momento y muchos oncólogos ya han empezado a utilizar los DOAC en lugar de la heparina de bajo peso molecular”, se cuestionaron los investigadores.
Las claves de esta investigación sobre el uso de anticoagulantes
Al combinar varios metanálisis, los anticoagulantes directos han demostrado una mayor eficacia y un menor riesgo de hemorragias graves; la información también permitió evaluar el factor costo-tratamiento. Para lograrlo, se determinaron los productos farmacológicos a examinar: rivaroxaban, apixaban, edoxaban se compararon uno a uno con la heparina de bajo peso molecular, a través de un modelo informático que simula los principales acontecimientos sanitarios que les ocurren a los pacientes que han sufrido un coágulo sanguíneo a lo largo del tiempo.
Dentro de los eventos que simula el modelo informático están las embolias pulmonares recurrentes, hemorragias graves y hemorragias no graves clínicamente relevantes e incluso, la mortalidad relacionada a estos fenómenos. Posteriormente, en la investigación se analizaron los costos y la eficacia acumulada a lo largo de la vida, medidos en una métrica denominada “años de vida ajustados por calidad” (QALYs).
“Si uno tuviera una hemorragia importante, por ejemplo, su calidad de vida disminuiría”. En cuanto a los datos, una de las ventajas de un modelo como éste es que pudimos extraer datos de múltiples fuentes, porque no todos están disponibles envueltos en una cinta ordenada en un ensayo clínico”, indicaron los autores.
Durante la investigación, el análisis de costo-efectividad se abordó también desde los costos acumulados o ahorrados gracias a su eficacia o al riesgo de complicaciones. En referencia a este aspecto, la dificultad radica en la adquisición de los medicamentos anticoagulantes, pues el precio varía entre las farmacias físicas, las digitales o los centros de dispensación establecidos. “El plan de cobertura del seguro de un individuo puede suponer una gran diferencia en los gastos de bolsillo del paciente para estos medicamentos”.
