Continuando con este braintrust trataremos cuatro ideas adicionales respecto a la reforma a la salud, entendiéndose que no tenemos en este momento ninguno de los textos propuestos por los diversos actores del sistema. Estas ideas sirven como referencia para el entendimiento adecuado de qué se quiere solucionar y a partir de ahí el planteamiento de soluciones, no en un proceso inverso como pareciera estar ocurriendo. Agradezco a todos mantener la mente abierta sobre estas ideas que no pretenden defender a nadie y que parten de la base de lo que hay con elementos de prospectiva.
Entonces, empecemos con las siguientes dos ideas:
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Idea 5: Por supuesto que la salud es un negocio, lo que sucede es que es un concepto de negocio diferente al que creemos
Según el diccionario de la RAE se considera como negocio “aquello que es objeto o materia de ocupación lucrativa o de interés”. Pues bien, la salud y el mercado en el cual se desarrolla son un negocio, es decir generan ánimo de lucro para los actores de su cadena de valor, no solamente para las EPS, analicen los balances financieros de las IPS (en su mayoría privadas), de la industria farmaceutica y de muchos profesionales independientes y se darán cuenta. Esto no es ilegal.
El problema no es que el mercado de la salud traiga consigo lucro, el problema real es la generación real de valor con dichas operaciones. La sostenibilidad de las operaciones que sostienen un sistema de salud no pueden tener una lógica de valor absoluto, es absurdo pensar que si hay 70 billones de pesos para el sector salud, estos 70 billones deban generar el equivalente en resultados en salud (¿cómo medir eso?) y que no debe haber un margen de rentabilidad para nadie, no sigan soñando.
Lo que si es maquiavélico son los márgenes de rendimiento, la especulación tarifaria y la deficiente rendición de cuentas de unos y otros. Es claro que la buena salud es costosa, pero la mala salud lo es aún más, como ejemplo revisen la mejora en el estado de salud y la experiencia de atención en subsistemas de salud que tienen mayores asignaciones anuales de UPC como el Magisterio o las Fuerzas Militares. Esto se llama ineficiencia.
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Por otro lado, si compaginamos las definiciones de salud y competitividad observaremos que las dos van enfocadas a un objetivo similar: la prosperidad. La primera en un plano personal y humanista, y la segunda en un enfoque económico de país. No existe por tanto, una persona sin salud que pueda ser productiva y no existe un país competitivo sin este elemento fundamental del desarrollo. Tradicionalmente se ha visto a la provisión de la salud como un elemento “pasivo” del desarrollo económico, esto en el sentido de que la fuerza laboral se sostiene sobre ella. Múltiples estudios reflejan que los determinantes de salud y enfermedad tienen un fuerte impacto en los indicadores económicos, entre otros:
- Por cada año de incremento en la esperanza de vida hay un incremento de entre 1 a 4% en el producto interno bruto PIB y de 0,08 en la tasa de crecimiento.
- Indicadores surogados de una adecuada nutrición infantil como el porcentaje de incremento en la estatura de los varones y el índice de masa corporal se relacionan con un aumento de 4 a 8% en los salarios.
Con base en lo anterior es lógico pensar que existe una clara relación matrimonial entre salud y competitividad. Pero esta relación es una dualidad en la cual por un lado, la salud de la población mantiene la fuerza laboral para el crecimiento económico y el desarrollo, y por otro el desarrollo económico es un determinante del estado de salud de la población y de la calidad en la prestación de dichos servicios.
No es fortuito que los países con mejores indicadores en salud sean precisamente los de mejores índices de competitividad, con la excepción de Estados Unidos que tiene una paradoja: los mejores hospitales en uno de los peores sistemas de salud del mundo. ¿Esto tiene coherencia?, claro que no, los sistemas privados atomizados como ese son un mar de desperdicios e ineficiencias.
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Es irracional pensar que bajo el precepto “moralmente superior” del desapego económico los actores del sector generarán un mejor modelo basado en el altruísmo, de estructura popular y equitativa, cumpliendo la quíntuple meta, sin gasto de bolsillo y con las puertas abiertas para todas las tecnologías. Esto no es un cuento de hadas.
La salud y el mercado de servicios de salud deben seguir siendo un negocio, pero uno en el cual la ejecución adecuada de los recursos logre sus objetivos (o los prioritarios) con sostenibilidad, con un equilibrio de incentivos que garantice la atractividad de inversión, la creatividad y la ejecución eficiente de los modelos de salud. Esto no es una herejía.
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Idea 6: La culpa es de las EPS que solo intermedian el dinero y bloquean servicios de salud
Por supuesto que las EPS tienen muchísimas responsabilidades en las fallas del sistema, en mi opinión la mayor de ellas es la de no haber entendido nunca cuál era su papel en la estructura del mismo y la profunda desconexión con las personas que debe cuidar y con sus territorios.
En medio de ese pobre entendimiento conceptual -lo cual es gravísimo- diseñan estrategias poco virtuosas (como bien lo describe el Dr. Ramon Abel Castaño en su blog www.ramonabel.com) para ejecutar una de sus funciones más complejas y causa raíz de muchos de sus males: la gestión del consumo de servicios de salud, es decir que el dinero alcance.
No se puede pretender “controlar” el gasto de una prima insuficiente ante la presión tecnológica creciente con medidas primitivas como la contención o retardo de autorizaciones, validaciones de pares inocuas e inicuas etc, estas son estrategias de bajo valor sin duda que les han hecho ganarse la antipatía nacional y que son generadoras del mar de quejas que vemos en las redes sociales, esas que alimentan noticieros del mediodía y que -infortunadamente- sirven para minimizar el trabajo bien hecho de muchas de estas empresas y del sector en general.
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Pero, en aras de la objetividad hay que mencionar también que estas EPS son víctimas de muchos factores que dificultan sus funciones: Posiciones dominantes de prestadores que están desconectados con el sistema pero que gustan del mercado y del negocio maquiavélico, falla de oferta, atenciones de bajo valor y alto costo, cogobierno judicial etc.
Hay un factor que he conocido en el aseguramiento y es que muchas de ellas son víctimas de sí mismas, de funcionarios que consideran como gran papel mantener las prácticas de “protección del dinero” por encima de la generación de salud a fin de conseguir un ascenso corporativo por eficiencia.
Continuando este intento de objetividad voy a discriminar lo que -a mi juicio y perdonen cualquier sesgo- son las principales fallas en el sistema por actor:
Con base en lo anterior, es esencial incluir en cualquier reforma no solo el objetivo de transformación de un actor, hay que agregar sin duda alguna el cómo y el para qué los demas actores deben articularse en un modelo virtuoso, incluyendo especialmente a los dos ejes centrales del sistema: el talento humano en salud y los ciudadanos/pacientes. Sobre este último punto trataré en la siguiente parte de este Braintrust. Nos leeremos.
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