Todos sabemos que hacer medicina es difícil. Es una disciplina que requiere de un poquito de ciencia, algo de sentido común, una pizca de imitación, y suerte. En general, la medicina que respeto es la que enfatiza el componente científico. Y la ciencia es lo que (se supone) publican los journals. Después de muchos sinsabores, hemos aprendido que lo que es lógico no siempre termina siendo eficaz. Por ejemplo, es lógico que si se hacen rayos X de tórax a fumadores, se salvan muchas vidas al detectar cáncer de pulmón en etapas tempranas, curables. Después de varias colecciones de incidentes, nos damos cuenta que eso tan lógico es también falso. Cuando hablo de colección de incidentes, me refiero a estudios clínicos. Y son los estudios clínicos, y la demostración empírica de esas ideas, los que permiten construir el edificio científico que es hoy la medicina.
Reitero, se supone que la parte científica de la medicina clínica se basa en resultados de estudios clínicos. Uno muy importante, el NLST, nos informó que se disminuye la mortalidad por cáncer de pulmón (y la mortalidad general) si se realiza tomografía computarizada de baja dosis de tórax, cada año, a personas entre 55-80 años de edad, que son fumadores de más de 219.000 cigarrillos en la vida (1 paquete/día por 30 años), y con al menos algunos de ellos consumidos en los últimos 15 años. Ese estudio involucró muchísimos sujetos, tuvo un brazo control, y un brazo experimental. Los resultados fueron publicados en el 2013, y la recomendación de tamización se basó en los resultados del mismo estudio. La logística para implementar estos resultados lo hace poco menos que irrelevante, pero eso es otro tema (sería tema interesante, porque no recuerdo el primer paciente con cáncer de pulmón detectado por estrategia de tamización en mi práctica. Debe ser que vivo en un lugar muy apartado… Medellín…).
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Si a alguien le importara lo suficiente como para implementar el NLST, podría considerar la aplicación de esta estrategia en el grupo estudiado. Hasta ahí, bien. Pero lo que me preocupa es la recomendación del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos (USPSTF, para evitar la fatiga) que decide expandir la recomendación de tamización con tomografía anual a fumadores entre 50-80 años, con un consumo en la vida de más de 146.000 cigarrillos (1 paquete/día por 20 años), y con al menos algunos de ellos consumidos en los últimos 15 años. Es decir, de un pupitrazo, el USPSTF decide que son más los individuos que potencialmente se benefician de la esta estrategia de tamización. Interesante, porque esa decisión no es empírica. Es una decisión basada en un modelo. Y, ¿qué es un modelo?, un modelo es simplemente lógica que dimana de una serie de fórmulas que habitan en algún computador. Las fórmulas creadas por el hombre (o mujer, para no herir a nadie). En fin, otra versión de “lógica”. Sólo que esta nueva lógica está sustentada en el cerebro de unas personas más inteligentes que uno que escriben sus ecuaciones, juegan sus simulaciones, y publican sus resultados en journals de alto impacto (JAMA, para ser exactos), como si fueran ciencia… Pero no lo son – al menos, no ciencia clínica. Son juegos de números que no tienen sustento empírico. Estas expansiones de la indicación de tamización deberían ser demostradas en forma empírica. Es decir con un ensayo clínico. Y, si algo nos ha enseñado la medicina en los últimos casi 100 años, es que la lógica sin corroboración empírica no es confiable.
Como dije al principio, todos sabemos que hacer medicina es difícil. Es una disciplina que requiere de un poquito de ciencia, algo de sentido común, una pizca de imitación, y suerte. La recomendación de expandir la edad, y bajar el número de cigarrillos fumados para iniciar tamización de cáncer de pulmón puede que sea apropiada, pero pertenece más al sentido común que a la ciencia. Por ello, no me merece demasiado respeto.