El síndrome de Asperger se define como un trastorno del neurodesarrollo, integrado dentro del espectro autista por sus particularidades. De acuerdo con la Red de Asperger/Autismo (Asperger/Autism Network), la condición también implica una discapacidad oculta, pues quienes lo padecen sobresalen en múltiples áreas, pero presentan varias dificultades en la interacción social y la comunicación.
Este es un trastorno con una prevalencia estimada actual de 3 a 5 casos por cada 1000 nacidos vivos. Se observa una mayor incidencia aparente en niños en comparación con niñas, aunque es altamente probable que haya un subdiagnóstico en mujeres debido a que la presentación clínica difiere en las niñas y mujeres.
Dificultades en el funcionamiento social y las relaciones
El síndrome de Asperger se caracteriza por signos y síntomas que afectan el funcionamiento social y las relaciones interpersonales. Estas dificultades pueden manifestarse desde la infancia, con conductas deficitarias que varían en intensidad y consecuencias. La integración en la sociedad depende en gran medida de la sensibilidad y la tolerancia del entorno social hacia estos síntomas.
En entornos familiares, los niños con Asperger a menudo llaman la atención por su forma particular de relacionarse con objetos y personas. Sin embargo, es en la escolarización donde estas conductas pueden ser más notorias, lo que puede llevar a una valoración diagnóstica. Esta evaluación es crucial para proporcionar intervenciones psicológicas que ayuden a reconocer, aceptar las limitaciones relacionales, y fortalecer defensas psicológicas para mitigar el malestar asociado a estas limitaciones.
Algunos de los comportamientos o indicadores de este trastorno son:
- Alta sensibilidad a colores, luces, olores, sabores y sonidos fuertes.
- Alteración ante los cambios en las rutinas, transiciones.
- Inmadurez emocional: no suelen tener conciencia de las emociones o sentimientos de otros.
- Dificultades para establecer y manejar sus relaciones sociales con otras personas, bien sea niños o adultos.
- Incapacidad para comprender bromas, comentarios con doble sentido o ironías.
- La comprensión del lenguaje es literal y así mismo lo expresan: sus opiniones son siempre directas.
- Sus intereses son muy específicos. Incluso, puedes establecer un único tema relevante hasta ser expertos en él.
- Torpeza física.
De acuerdo con los especialistas, los signos del Asperger varían entre la infancia y en la edad adulta. Además de los signos mencionados, los niños con este trastorno sobresalen por su capacidad para memorizar, uso diferente del lenguaje (cambios en la entonación, palabras extrañas) o problemas de sueño o alimentación, aunque no en todos los casos.
Los adultos, por su parte, presentan dificultades en sus relaciones de pareja, tienen dificultades para trabajar en grupo o pierden la concentración, no logran tomar decisiones con facilidad, tampoco son capaces de hacer planes a futuro.
Desafíos en la edad adulta
Los signos y síntomas del síndrome de Asperger persisten en la edad adulta, a menudo aumentando en intensidad. Esto se suma a las consecuencias del efecto social de su comportamiento particular, que puede resultar en un mayor aislamiento y refugio en su hogar o habitación, donde se sienten seguros y libres de las demandas relacionales y de comunicación externa.
En las relaciones de pareja, la dificultad para identificar y expresar emociones, descifrar señales del otro y empatizar puede ser un desafío significativo. Las conductas obsesivas pueden interponerse en las tareas diarias y las rutinas pueden volverse más rígidas, dificultando la convivencia. La tristeza, la depresión y la ansiedad también pueden manifestarse con mayor frecuencia, convirtiendo situaciones aparentemente simples en desafíos emocionales y mentales.
Diagnóstico del Síndrome de Asperger en la edad adulta
Es posible que algunas personas con Asperger nunca hayan sido diagnosticadas en su vida adulta. Esto se debe a que su trastorno a menudo se ha etiquetado como rareza, obsesión, pedantería o simplemente como comportamientos peculiares. El diagnóstico en la edad adulta suele ser iniciativa propia, motivado por dificultades en la convivencia o el malestar asociado al aislamiento.
El proceso de diagnóstico involucra entrevistas clínicas realizadas por profesionales de la salud mental familiarizados con el síndrome de Asperger, ya que los síntomas pueden confundirse con otras patologías similares.
Tratamientos disponibles para el síndrome de Asperger
Los tratamientos para el síndrome de Asperger varían según las dificultades específicas del individuo. En algunos casos, puede ser necesario la intervención de especialistas adicionales, como fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales. Sin embargo, la atención principal suele centrarse en el ámbito psicológico.
La terapia psicológica es clave en el tratamiento del síndrome de Asperger y es conducida por un psicólogo clínico. Este profesional evaluará las dificultades del paciente y se centrará en áreas donde su bienestar se ve más afectado.
El objetivo principal de la terapia es ayudar al paciente a comprender y adaptarse a un mundo que a menudo le resulta desconocido y confuso. Esto implica mejorar sus habilidades de comunicación y sociales, así como ayudarle a identificar metas, aficiones y puntos de anclaje en su vida. En muchos casos, también es necesario abordar problemas afectivos y de ansiedad que surgen de las dificultades para adaptarse a las normas sociales y a las diferencias con los demás.
