Un informe realizado por la Organización Internacional del Trabajo -OIT- sobre la situación de ingresos laborales y empleabilidad en Perú indica que en estos dos aspectos el país ha retrocedido en cerca de 9 años debido a la emergencia sanitaria por coivd-19.
En el estudio, la OIT sugiere Además que este resultado y la dramática reducción de la tasa de desempleo a nivel nacional son consecuencia de una marcada diversificación productiva, una baja ocupación y una amplia economía informal que genera desigualdad en los ingresos y en el acceso a oportunidades de trabajo.
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“Perú no ha logrado transformar sus capacidades productivas ni transformar su mercado del trabajo en los últimos 20 años”, afirma Philippe Vanhuynegem, director de la OIT para los Países Andinos. El país cayó 20 posiciones en el ranking de complejidad productiva entre 1998 y 2018; es decir, el Perú de hoy es bastante menos diversificado que lo que se esperaría para su nivel de ingresos.
Así mismo, el informe sostiene. “Esta escasa diversificación productiva puede ayudar a explicar por qué, según las estimaciones más recientes, Perú ha sido, en el corto plazo, el país más afectado de la región de América Latina en materia de crecimiento económico en 2020”.
Impacto del covid en la tasa de ocupación de Perú
Otros de los factores que ha originado una alarmarte tasa de desocupación en Perú se debe en gran medida al impacto de la covid-19 y a su desarticulado aparato productivo. Los sectores de productividad alta (minería, servicios financieros, electricidad, gas y agua) absorben solo el 2,4% del empleo nacional; mientras que los sectores de productividad media (manufactura, construcción, y transporte y almacenamiento) ocupan al 22,6% de la fuerza laboral y cerca del 75% del empleo total se concentra en sectores de productividad baja (servicios, comercio y agricultura).
En este sentido, es preciso indicar que estos sectores fueron los que registraron mayor disminución de la población ocupada: construcción (-67,9%), manufactura (-58,2%), servicios (-56,6%) y comercio (-54,5%), principalmente. El resultado fue que, en el segundo trimestre de 2020, la población ocupada se redujo en 6,7 millones de personas a nivel nacional y la tasa de desocupación se elevó a 8,8%. Según el estudio, el año 2020 cerraría con una disminución de la población ocupada de cerca de 1,5 millones de personas con respecto al 2019.
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De otra parte, el informe destaca que por ejemplo en Lima Metropolitana, donde la población ocupada se ha reducido en 1,3 millones de personas (-26,8%), la población joven (de 14 a 24 años de edad) fue la más afectada por la disminución del empleo. Entre junio-agosto 2020 y similar periodo de 2019 la tasa de desocupación entre ellos triplicó la obtenida por los mayores de 45 años. En ese periodo, la caída más fuerte de la población ocupada ha sido en los trabajadores del sector construcción (-46,5%) y en empresas de 2 a 10 trabajadores (-40,7%).
Entonces ¿cuáles son las estrategias para recuperar el empleo en Perú?
Ante este interrogante, el director de la OIT advirtió. “La COVID-19 ha dejado una cosa clara: es cierto que Perú era uno de los países que más crecía en la región antes de 2020, pero ese crecimiento ha sido un espejismo. Hoy, está claro que el país no puede pensar en salir de esta crisis recuperando el tipo de crecimiento que se ha tenido hasta ahora; ese que concentra gran parte del PIB en pocos sectores y genera informalidad en el mercado laboral y desigualdad en los ingresos y las oportunidades. Es urgente aprovechar este golpe en la economía, las empresas y los trabajadores para iniciar un proceso de sofisticación de la economía”.
En este sentido, en el corto plazo, la OIT reconoce la importancia de acelerar políticas activas de mercado de trabajo que garanticen una recuperación rápida de puestos de trabajo e ingresos, como programas públicos de empleo y programas de apoyo al autoempleo y las microempresas, alineados con programas de compras estatales en materiales relacionados con la emergencia sanitaria.
Finalmente, advierte el estudio, la crisis acelerará el proceso de digitalización de la economía. Esto podría significar nuevas oportunidades de empleo, pero “se hace necesario incorporar, en la población en edad de trabajar, las habilidades y destrezas digitales para que estas no acaben erigiéndose en una barrera que limite la incorporación de los colectivos más vulnerables al mercado laboral, y para hacer frente a los efectos de una eventual desocupación tecnológica”, concluye la OIT.