La secretaria de Salud de México informó que, con los resultados de la implementación del Código Infarto en Unidades de la entidad, en 2023 se atendieron a 885 pacientes, la mayoría de ellos con éxitos. Este Código refiere a un protocolo de atención en el que participan el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y otros institutos y hospitales, con el fin de realizar el diagnóstico y tratamiento oportuno de los pacientes con infarto al corazón.
De acuerdo con el titular del Servicio de Cardiología del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), Arturo Orea Tejeda, en los casos reportados, “fue posible destapar la arteria de manera oportuna (angioplastia coronaria) en 44 por ciento de las y los pacientes, y en 27.7 por ciento se requirió fibrinólisis más angioplastia”.
Específicamente, el protocolo del Código Infarto comienza en la unidad médica de primer nivel, donde el médico general, al identificar los síntomas, realiza un electrocardiograma que se transmite al sitio Nueva Detección. Allí, especialistas en cardiología analizan el electrocardiograma y determinan si es necesario el traslado inmediato del paciente a un hospital.
En caso de no ser posible el traslado inmediato, se administra un fármaco para deshacer el coágulo que obstruye el vaso sanguíneo y se traslada al paciente a una unidad médica con capacidad para realizar el procedimiento necesario para destapar la arteria. Cabe mencionar que el Código Infarto facilita la activación de la sala de hemodinamia mientras el paciente se dirige a urgencias. En esta sala, especialistas en cardiología intervencionista llevan a cabo el procedimiento necesario, en colaboración con el equipo de radiología y enfermería.
Impacto positivo del Código Infarto en México
La implementación del código implicó una capacitación masiva del personal de más de 200 centros de salud, que abarcó a profesionales en seguridad, enfermería, medicina general y especialistas. Esta capacitación se centró en la detección y atención inmediata de casos, así como en la logística de traslado para garantizar que los pacientes lleguen lo más rápido posible al hospital con el nivel de especialidad necesario.
De otro lado, Orea Tejeda destacó el esfuerzo realizado por la Secretaría de Salud para aumentar el conocimiento de la población sobre la prevención y los síntomas de la insuficiencia cardíaca. Asimismo, señaló que los infartos pueden afectar a personas con hábitos alimenticios inadecuados, falta de actividad física, y comorbilidades como obesidad, diabetes e hipertensión.
Además, mencionó que problemas como el ronquido (apnea obstructiva del sueño) pueden ser un factor de riesgo, ya que obstruye las vías respiratorias, aumenta el estrés en el corazón y puede resultar en cardiopatía isquémica, que se caracteriza por una circulación deficiente en el corazón.
Igualmente, explicó que las pandemias de SARS en 2003 y de influenza en 2009 pusieron de manifiesto que las enfermedades virales desencadenan un proceso inflamatorio que incrementa el riesgo de infarto, incluso varios años después. También mencionó que aproximadamente el 20% de los pacientes con COVID-19 mostró alteraciones cardiacas como secuela, lo que aumenta la posibilidad de sufrir un infarto en las primeras semanas o meses después de haber padecido la infección.
