La malaria sigue siendo una de las mayores amenazas para la salud mundial, a pesar de décadas de avances significativos. Nuevos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan que, aunque desde 2000 se han evitado más de 2.200 millones de casos y 12,7 millones de muertes, los retos persisten, especialmente en África, donde la enfermedad afecta desproporcionadamente a los más vulnerables.
El Informe mundial sobre el paludismo 2024 de la OMS revela que en 2023 se produjeron 263 millones de casos y 597.000 muertes a nivel global, 11 millones de casos más que en 2022. Aproximadamente el 95% de estas muertes ocurrieron en la Región de África de la OMS, donde persisten enormes barreras en el acceso a servicios de prevención, detección y tratamiento.
“Nadie debería morir de malaria, y, sin embargo, sigue afectando de manera desproporcionada a los niños pequeños y mujeres embarazadas en África”, señaló el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. A pesar de la reducción del 16% en la tasa de mortalidad por malaria en África desde 2015, los números actuales superan ampliamente los objetivos establecidos en la Estrategia Técnica Mundial contra la Malaria 2016-2030, que busca reducir las muertes a 23 por cada 100.000 habitantes en riesgo.
Progresos alentadores en el control de la malaria
El compromiso global ha mostrado resultados tangibles. En noviembre de 2024, 44 países y 1 territorio fueron certificados como libres de malaria, y otros 25 notificaron menos de 10 casos anuales. Además, se han logrado avances en el despliegue de herramientas innovadoras, como vacunas contra la malaria en 17 países, lo que se espera salve miles de vidas anualmente.
Los mosquiteros de nueva generación, que combaten mejor la resistencia a los insecticidas, ahora representan el 78% de los entregados en África Subsahariana en 2023, un aumento significativo respecto al 59% de 2022. Sin embargo, el Dr. Ghebreyesus subrayó que estas herramientas no son suficientes sin un financiamiento sostenido y una implementación equitativa.
Obstáculos financieros y sociales
El financiamiento para combatir la malaria en 2023 alcanzó los 4.000 millones de dólares, muy por debajo del objetivo de 8.300 millones anuales fijado en la Estrategia Técnica Mundial. Esta insuficiencia ha limitado la cobertura de mosquiteros, medicamentos y otros recursos críticos, afectando especialmente a las personas más vulnerables: mujeres embarazadas, niños menores de 5 años, migrantes y comunidades indígenas.
Además, los sistemas de salud frágiles, la resistencia a los medicamentos y los insecticidas, junto con las crisis climáticas, los conflictos y los desplazamientos de población, agravan las desigualdades en el acceso a la atención sanitaria.
Puesta en acción y equidad
La OMS insiste en que la atención primaria de salud debe ser la base para garantizar sistemas de salud equitativos y efectivos. También aboga por estrategias centradas en abordar las desigualdades de género y otros determinantes sociales de la salud.
El informe subraya la necesidad de sistemas sólidos de recopilación de datos desglosados por sexo, edad y otros factores sociales para identificar y abordar las inequidades en el acceso a la atención. Asimismo, destaca la importancia de incluir a las comunidades más afectadas en el diseño y evaluación de nuevas herramientas y enfoques.
Un futuro libre de malaria
El compromiso político y la inversión sostenida son esenciales para revertir la tendencia negativa actual. Los esfuerzos coordinados entre los países más afectados y la comunidad internacional pueden garantizar que las herramientas disponibles lleguen a quienes más las necesitan.
La OMS y los países africanos afectados han reafirmado su compromiso de luchar contra la malaria a través de declaraciones conjuntas y la implementación de estrategias innovadoras. Con acciones integrales y equitativas, es posible imaginar un futuro libre de malaria, donde nadie deba temer por su vida a causa de esta enfermedad prevenible y tratable.
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