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Del espacio en blanco a un campo de atención

Del espacio en blanco a un campo de atención
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Por: Dr. Juan Carlos Giraldo Valencia con el apoyo del Grupo de Investigación de la ACHC: Liliana Claudia Delgado, Ana Sofía Zea Ruiz, Juan Guillermo Cuadros.

El presente artículo aborda la visión y desafíos del sistema de salud en Colombia, desde un concepto novedoso denominado campo de atención como un método para abordar el espacio en blanco generado por un contexto influenciado por la incertidumbre y distracción de los actuales tiempos. El método Campo de atención se construye a partir de tres dimensiones temporales de análisis: Experiencia, que es el aprendizaje del pasado y del conocimiento empírico, especialmente de la pandemia por COVID-19,
identificando aciertos y áreas de mejora; Perspectiva, que combina pasado y presente mediante estudios técnicos para fundamentar decisiones; y Prospectiva, que visualiza el futuro, ideando cambios y estableciendo acciones para alcanzar visiones a largo plazo.

El campo de atención se articula en tres categorías de redes cognitivas: ejecutiva, orientación y alerta. La red ejecutiva promueve la visibilidad, coordinación y ampliación de ámbitos, trascendiendo lo meramente hospitalario y abordando el sistema de salud en su conjunto. Además, subraya la importancia de fomentar la calidad y entrega de valor al paciente. La red de orientación enfatiza la importancia de la sostenibilidad del sistema de salud, discute la necesidad de una reforma profunda que trascienda los cambios legislativos, y propone la Ruta lógica hacia una salud progresiva como el camino hacia esta transformación. Finalmente, en la red de alerta se subraya la importancia de la atención primaria de salud, reconociendo su papel crucial en la respuesta a la pandemia y en la promoción de la salud pública, así como la necesidad de abordar la importancia de servicios altamente vulnerables y esenciales para el bienestar de la sociedad.

En conjunto, estas propuestas buscan alcanzar un óptimo de salud, centrado en mejorar el sistema de salud y garantizar el bienestar integral de la sociedad.

I. Espacio en blanco

La falta de un conocimiento seguro sobre el resultado que tendrá un suceso genera en los individuos lo que comúnmente se conoce como incertidumbre, que justamente está ligada a la intranquilidad generada por la falta de certeza sobre algo y los espacios en blanco que dejan los vacíos de información. En la actualidad, son varios los ejemplos de sucesos que generan incertidumbre, tales como: los conflictos bélicos, los pronósticos sobre una recesión económica, la crisis energética, el cambio climático, la pandemia por la COVID-19, los cambios políticos, entre otros, han llevado a que sea común escuchar hablar de este concepto en distintos espacios tanto académicos como gubernamentales.

La incertidumbre es un concepto que ha tenido una connotación negativa, lo que se puede ver en los diversos estudios realizados para mostrar los efectos nocivos que esta tiene en campos como la economía, la sociedad y lo político, que abarcan desde el estrés y la ansiedad hasta un alto riesgo en la toma de decisiones, inseguridad y un impacto significativo en la planificación a mediano y largo plazo. En últimas, estos efectos nocivos generan aversión, dado que las personas, ante la falta de información y no poder tener una rápida respuesta, se juzgan desde una posición débil, generando con ello resistencia a situaciones bajo incertidumbre (Jackson, 2018; Sconnes, 2019).

Dicha aversión se controla a través de diferentes acciones, siendo la primera, la negación de la incertidumbre, de forma tal que, al no reconocer la duda, se disminuya la desconfianza o la parálisis que se podría generar con esta (Loayssa & Tandeter, 2001). Otro de los mecanismos utilizados para disminuir la incertidumbre es la búsqueda de respuestas automáticas mediante el favorecimiento de uso de herramientas que las otorgan de manera instantánea, las cuales son validadas socialmente, por lo que no se da el espacio para profundizar en más preguntas (Jackson, 2018). Por último, también se tienen aquellas acciones que están enfocadas en la generación de confianza como las regulaciones, normativas y protocolos que llevan a una sensación de control sobre posibles escenarios inciertos (Sconnes, 2019).

En la literatura disponible, se encuentra que la incertidumbre tiene efectos negativos sobre la salud mental de las personas, lo que genera tensiones emocionales que pueden derivar en una ansiedad patológica (Rodríguez, 2021). De igual forma, se evidencia que este fenómeno se encuentra en diversos sectores, como el de los líderes empresariales y el de los trabajadores de la salud (Salgado Cabezas et al., 2022; Juárez-García, 2020; Plambeck & Weber, 2010), lo que nuevamente es reflejo de la dificultad que tienen las personas para desligarse de la aversión a la incertidumbre y la percepción de vulnerabilidad que genera.

Sin embargo, también existen visiones contrarias, desde las cuales la incertidumbre es positiva. Una de estas visiones es la que expone la autora Maggie Jackson (2018), quien la presenta de forma beneficiosa para el pensamiento crítico y la creatividad, ya que es un estado en el que las personas se encuentran en alerta por lo desconocido y abiertas a los nuevos aprendizajes que pueden obtener, por lo que se considera como un “buen estrés”. De esta forma, se puede dejar de lado el enfoque aversivo, para abrazar la incertidumbre, y de esta manera encontrar el valor que tienen los espacios en blanco, siendo flexibles, saliendo de las zonas de confort, acercándose a lo propuesto por Kahneman (2011) en su libro Thinking
fast and slow, donde hay que pensar despacio, alejarse un poco y reflexionar para producir mejores respuestas.

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