En el corazón de Colombia, las monumentales marchas no solo han movilizado multitudes, sino también profundos sentimientos de clamor por seguridad, institucionalidad, y liderazgo. Las calles, repletas de voces diversas, reflejan un sector de la salud particularmente impactado, donde el miedo, la desconfianza, y la desprotección dan lugar a una realidad que no podemos ignorar. Profesionales de la salud y pacientes, a menudo olvidados, nos recuerdan que más allá de ser espectadores, formamos un colectivo unido por el anhelo de una nación más justa y equitativa. Este es un tiempo decisivo que no solo invita a la reflexión, sino que nos impulsa hacia una renovada afirmación de los valores democráticos y el bienestar común. Es el momento de transformar estas gigantescas expresiones populares en un catalizador para un nuevo capítulo en nuestra historia nacional. Todos somos parte del pueblo; todos merecemos un futuro donde las divisiones cedan paso a la unidad y la esperanza.
“El que tenga oídos para oír, que oiga”
