*Sofia Rios Oliveros, subdirectora Determinantes en Salud de la Secretaría Distrital de Salud; Daniel Alberto Bernal Rojas, nutricionista dietista; Liseth Lorena Pava Saldaña y María Paula Fajardo Rodríguez*
En un mundo globalizado donde la oferta de alimentos y productos comestibles procesados y ultra procesados se encuentran disponibles de manera abrumadora, los sellos de advertencia aprobados para Colombia mediante la Resolución 2492 de 2022 por parte del Ministerio de Salud y la Protección Social, se han convertido en una herramienta crucial para empoderar a los consumidores.
Los productos comestibles procesados se refieren a aquellos productos que son alterados por la adición de sustancias como sal, azúcar, aceite, preservantes y/o aditivos, cambiando la naturaleza de los alimentos originales con el fin de prolongar su duración y hacerlos más agradables o atractivos, provocando un desbalance nutricional en el producto final (Ejemplo: verduras o leguminosas enlatadas, frutas en almíbar, pescado conservado en agua o aceite, y algunos tipos de carne y pescado procesados, tales como jamón, salchicha).
Los productos ultraprocesados se formulan en su mayor parte a partir de ingredientes industriales, y contienen poco o ningún alimento natural (Ejemplo: sopas enlatadas o deshidratadas, sopas y fideos empaquetados “instantáneos”, margarinas, cereales de desayuno, mezclas para pastel, papas fritas, bebidas gaseosas, jugos, galletas, caramelos, mermeladas, salsas, helados, chocolates, fórmulas infantiles).
Los sellos hexagonales de color negro, y letras blancas que indican el exceso de grasas saturadas, grasas trans, azúcares y sodio, así como la presencia de edulcorantes, son más que un elemento visual que ahora hace parte de las etiquetas y empaques de los productos comestibles. Son un llamado a la conciencia, puesto que permiten que la ciudadanía evalúe rápidamente la calidad nutricional de los productos que consume y tome decisiones más informadas en el momento de la compra.
Estos sellos ofrecen una forma accesible de entender lo que realmente hay en nuestro plato o alimentación diaria. En lugar de tener que descifrar largas listas de ingredientes o tablas nutricionales complejas, los consumidores pueden identificar con rapidez aquellos productos que puedan ser “riesgosos” para su salud y nutrición. Facilitar el proceso de elección es esencial, especialmente para aquellas personas que no tienen formación en nutrición.
Sin embargo, a pesar de los avances que estos sellos representan, aún es importante explorar un componente importante y son las calorías. Es fundamental la inclusión de un sello que indique un aporte mayor de calorías por porción teniendo en cuenta que un producto puede requerir sellos actuales, pero adicionalmente ser “excesivamente calórico” (incluso tendría que estar prohibido exceder una cantidad de calorías según tipo de producto comestible). Una alerta adicional sobre el contenido calórico ayudaría a los consumidores a hacer elecciones aún más equilibradas y a gestionar mejor su ingesta diaria, previniendo las enfermedades crónicas no transmisibles. Es más, entre marcas de productos comestibles podrían autorregularse en no exagerar la carga de azúcares adicionados a sus propuestas comerciales.
Además, la educación alimentaria debe acompañar estas iniciativas. Los sellos son una herramienta poderosa y necesaria, pero necesitan ser complementados con campañas informativas, educativas y masivas que ayuden a la ciudadanía a comprender la importancia de cada uno de ellos. No basta con poner un sello; también hay que promover una cultura de la alimentación consciente y saludable, así como de la actividad física y el bienestar emocional.
La invitación es hacer uso de los sellos de advertencia y elegir alimentos naturales de origen animal como pescados, carne, pollo, huevos, leche, entre otros, o de origen vegetal como frutas, verduras, leguminosas, tubérculos, raíces, nueces, semillas los cuales aportan valiosas cantidades y calidad de nutrientes fundamentales para la salud. Además, preferir la compra a pequeños productores y transformadores de alimentos, que dinamizan los circuitos cortos de comercialización, y favorecen la economía de los agricultores campesinos y urbanos que abastecen a Bogotá y permiten la disponibilidad y abundante oferta alimentaria del distrito.