El uso de técnicas de reproducción asistida, no conlleva a una peor salud mental en los niños durante la adolescencia o la juventud según los hallazgos de un estudio de observación realizado por investigadores en Suecia y publicado en la revista “JAMA Psychiatry“. Durante el estudio se evidenció un riesgo ligeramente mayor de padecer un trastorno obsesivo-compulsivo -TOC- en los niños nacidos después de una intervención quirúrgica, pero esto se debería a factores externos de los padres.
“Estos resultados son, en general, tranquilizadores en lo que respecta a la salud psiquiátrica de los adolescentes concebidos con reproducción asistida, un grupo al que ahora podemos seguir por primera vez hasta los primeros años de la vida adulta” afirma el autor del estudio, Chen Wang, estudiante de doctorado del Departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística del Instituto Karolinska.
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Es preciso mencionar, que desde 1978, han nacido más de 9 millones de niños a través del uso de técnicas de reproducción asistida en el mundo. El más popular ahora, es la reproducción in vitro, técnica que hizo a su desarrollador, Robert G. Edwards acreedor al Premio Nobel de Medicina en 2010, siendo el más usado para tratar la infertilidad.
No obstante, algunos estudios previos han relacionado el uso de la fecundación in vitro con algunos resultados no deseados, como mayor riesgo de defectos congénitos, nacimientos prematuros y bajo peso al nacer. Además, la información que existe sobre la salud de los niños nacidos a través de estas técnicas a largo plazo es muy poca.
Con base en esto, investigadores del Instituto Karolinska han llevado a cabo el primer gran estudio sobre la salud mental de los jóvenes adultos nacidos en Suecia tras una terapia antirretroviral. Utilizando datos poblacionales vinculados individualmente, los investigadores pudieron hacer un seguimiento de más de 1,2 millones de personas nacidas en Suecia entre 1994 y 2006, entre las que se encontraban 31.565 participantes concebidos por medio de técnicas de reproducción asistida.
Los voluntarios del estudio tenían entre 12 y 25 años de edad cuando el análisis culminó. Para realizarlo el equipo también tuvo acceso a la información de los registros médicos sobre diagnósticos clínicos de trastornos mentales, como depresión, ansiedad y TOC.
Aparte de los posibles efectos de la intervención, ciertos rasgos y características que pueden ser más comunes en las parejas que se someten a la terapia antirretroviral también podrían desempeñar un papel en la salud a largo plazo de sus hijos.
Para llegar a las conclusiones, el equipo fue muy rigurosos en separar el papel del tratamiento de la influencia de otros factores asociados a los padres, como la infertilidad, la edad del padre y la madre, su nivel de educación y los antecedentes de salud mental.
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“Al final, no encontramos que el uso de las técnicas de reproducción asistida tuviera ninguna influencia adversa en la salud psiquiátrica de los niños a medida que pasan a la adolescencia. Los individuos concebidos con estas técnicas tenían un riesgo ligeramente elevado de padecer TOC en comparación con la población general, pero esto se explicaba por las diferencias en los antecedentes de los padres, ya que este exceso de riesgo dejó de estar presente tras el ajuste por diversas características de los padres” concluyó Sara Öberg, profesora asociada del Departamento de Epidemiología Médica y Bioestadística del Instituto Karolinska y coautora del estudio.