Quienes perdieron parte o la totalidad de su sentido del olfato o del gusto debido a la COVID-19: el efecto, aunque persistente, no parece ser permanente. Un estudio dirigido por la Universidad de Trieste, Italia, ha descubierto que a pesar de la pérdida del gusto estos sentidos asiados en el virus, la recuperación y restauración progresiva de los sentidos se produce lentamente con el tiempo.
El estudio, titulado “Función olfativa y gustativa 3 años después del COVID-19 leve: un estudio psicofísico de cohorte”, fue publicado en JAMA Otolaryngology–Head & Neck Surgery. En esta investigación, el equipo analizó a 88 personas que habían experimentado síntomas leves de COVID-19 y dieron positivo por el virus en marzo y abril de 2020.
Durante un período de tres años, se realizaron evaluaciones psicofísicas utilizando diferentes pruebas para medir la capacidad de oler y saborear. Los resultados mostraron que la disfunción del olfato o del gusto disminuyó gradualmente a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la disfunción del olfato cayó desde un máximo del 64,8% durante la fase aguda hasta el 15,9% en la evaluación de 3 años. De manera similar, la disfunción del gusto disminuyó en un 26,1% en la evaluación de 1 año a un 11,4% en la evaluación de 3 años.
El estudio también señaló que la recuperación del gusto fue más rápida y frecuente que la del olfato. Estos hallazgos son alentadores para aquellos que han perdido estos sentidos, ya que demuestran que la recuperación de la función normal está ocurriendo, aunque de manera gradual.
Pérdida del gusto y del olfato implica riesgos para la salud
Es importante destacar que la pérdida de estos no solo afecta la capacidad de disfrutar de la comida, sino que también puede tener implicaciones peligrosas. Por ejemplo, el olor a gas natural y el humo pueden servir como señales de advertencia de posibles peligros. Por lo tanto, la recuperación de estos sentidos es crucial tanto para el disfrute de la vida cotidiana como para la seguridad personal.
Es importante tener en cuenta que la pérdida del gusto y el olfato fue un síntoma común de las primeras oleadas de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, las variantes más recientes, como la variante ómicrón, parecen tener un impacto mucho menor en estos sentidos.