Hay un debate sectorial que sigo de meses atrás y que amenaza con volverse sempiterno, subterráneo (por ahora y no por mucho tiempo más sospecho), también muy intenso en un selecto grupo de una red social, entre actores respetados en el sector salud (y por mí), sobre las reservas técnicas y el uso que le dan contable y efectivamente las EPS a estos recursos y la potencial insuficiencia / suficiencia de la prima de aseguramiento, en donde claramente la polarización ideológica flota de manera natural entre sus miembros al momento de presentar sus opiniones, tanto como una espesa, ocasionalmente mesurada y por momentos diluida atmósfera de debate técnico, dentro de la cual cada bando pretende mostrar cual serendipia, la identificación del factor que active el mecanismo definitivo para que la guillotina caiga inexorable sobre las posturas opuestas, siendo mayormente el catalizador de estos intentos las opiniones provenientes de la autobiográfica experiencia sanitaria que 30 años permiten al grupo de manera universal (y que no ofrece ventaja alguna a ninguna de las partes), y en menor porcentaje llenando los tableros de datos y normas que bien pueden servir tanto para defender como atacar cualquier postura.
Para relajar este domingo hermoso y soleado he seleccionado dos (2) escritos fabularios provenientes de las dos esquinas de este enriquecedor grupo de debate, para mantener la innecesaria neutralidad, pues ambas situaciones que ahora mismo van a disfrutar, surgen del imaginario de sus inspirados escritores sanitarios.
La primera que su autor denominó “la historia de una señora llamada Colombia” de cuyos trazos se desprende la defensa del actual modelo, y la segunda fábula innominada, pero que aquí llamaremos “Donde está la plata de la salud en Macondo”, y que representa a todos aquellos que proponen el cambio de sistema.
Buen provecho
Primera fábula: La historia de una señora llamada Colombia
Esta es la historia de una señora que se llamaba Colombia y que tenía 10 hijos. Como esos muchachos eran tan cansones, comilones y desordenados, ella contrató tres empleadas del servicio doméstico por un salario mínimo.
Un día la señora Colombia salió de viaje por un fin de semana y llamó a sus tres empleadas y les dijo:
⁃ Niñas, en la nevera ya no hay nada, voy a dejarles algo de dinero para que hagan mercado y de paso les pido que no se vayan a sus casas sino que se queden este fin de semana.
Así que les entregó un sobre con $100.000 para hacer un mercado y en otro sobrecito calculó lo de la comida de sus 10 hijos por el fin de semana y les dio $30.000 por cada uno, así que la otra bolsa tenía $300.000, besó a cada uno de sus hijos y les dijo:
⁃ Muchachos pórtense bien… ya saben, obedezcan a las tres niñeras.
Y al salir les grita a las tres empleadas:
⁃ Niñas en la nevera les dejé la lista de mercado, ya saben que como presupuesto máximo se gastan esos $100.000. Si se gastan algo más yo se los reembolso cuando regrese de viaje …. Ah y también les dejé el menú de lo que comerán los niños el fin de semana en otra lista pegada también en la nevera.
Y salió tranquila porque esas tres empleadas tenían tiempo de estar con su familia y ella las conocía desde que su propia madre las había contratado 30 años atrás. De hecho, las tres empleadas habían ayudado en la crianza de sus 12 hermanos y hermanas.
Una de las mayores, la empleada de más experiencia, doña SuSanita, llamó a las otras dos a la cocina para organizarse como iban a trabajar el fin de semana.
⁃ ¿Pero qué es esto !!!? – gritó horrorizada doña Mutualita, al ver la lista de mercado.
⁃ ¿Estás viendo tú lo extensa que es esta lista de mercado? ¿Caviar? ¿Qué es eso y dónde lo venden?
⁃ No te preocupes, – le dice doña Surita – tú sabes que la señora Colombia siempre nos reembolsa lo que nos gastemos de más, ella al igual que su madre es muy seria.
⁃ Así es – contesta doña SuSanita – yo tengo unas reservas ahí que he venido ahorrando. Yo lo presto para que hagamos esa lista de mercado tal como ha ordenado la señora Colombia y muy seguramente ella me reembolsa.
⁃ Y si no alcanza yo también tengo unos ahorritos – replica doña Surita.
Y todas sonrieron al recordar que esa costumbre la había heredado doña Colombia de su madre la señora Constitución y que a ella le gustaba siempre darle a sus nietos lo mejor de lo mejor, cueste lo que cueste.
⁃ Pero qué es esto !!!! ? – grita horrorizada Mutualita mientras cae desmayada con la otra lista en la mano.
Mientras Surita trata de reanimarla echándole fresco con un cartón, escucha con sorpresa a doña SuSanita leer la extensa lista de desayunos, almuerzos, cenas, postres, medias mañanas y medias tardes que doña Colombia dejó escrita para el viernes hasta el lunes festivo. La lista era tan absurda que se parecía a la de la familia europea que se había mudado recientemente al barrio.
⁃ ¿Qué es tiramisú, qué es chateaubriand y dónde venden eso? ¿No entiendo? Pregunta asustada SuSanita
⁃ ¿Doña Colombia qué se ha creído que esa plata es de caucho? El dinero no estira – Exclama doña Mutualita mientras se incorpora desde el suelo.
⁃ Esas pretensiones de ella vienen desde que entró a ese famoso club de ricos dizque OKTE, OKDE… yo ni sé cómo se pronuncia, pero desde que anda con esa vecina europea se la pasa de fiesta en fiesta aparentando lo no tiene – afirma muy molesta doña Surita.
⁃ El que la metió en ese embeleco fue su hermano el señor Manuel y resulta que ahora dejó a la señora Colombia con esas ínfulas de rica que no sé de donde va a sacar plata para llevar ese estilo de vida – contesta SuSanita.
⁃ Bueno hagamos de tripas corazones a ver hasta donde nos alcanza porque seguro que si no le damos la langosta y los postres que nos encargaron enseguida esos pelaos le escriben a su tío por el chat de PQR y enseguida se nos aparece acá amenazándonos con que nos van a echar del trabajo y sin liquidación ni indemnizaciones y seguro que hasta los ahorros tenemos que dejarlos todo acá en esta casa y salimos a deber – exclama llorando doña Surita.
Efectivamente, tal como lo advirtió doña Surita, el sábado por la noche doña Colombia le pidió a su madre Doña Constitución y a su hermano, el tío gruñón, que fueran a dar una vueltecita a los pelaos a ver cómo se estaban portando y para ver si habían comido según la lista que dejó en la nevera. Temprano en la mañana del domingo se metieron, porque tenían llave de la casa y encontraron a las tres empleadas llorando porque se habían gastado los ahorros que tenían y nos les alcanzó para el caviar, la langosta y el postre de tiramisú, así que tenían una larga lista de espera para esos muchachos que no hacían más que poner quejas, reclamos y el mayor hasta amenazaba a las empleadas con una tutela.
Al oír las peticiones, quejas y reclamos de sus sobrinos, el tío gruñón puso el grito en el cielo y llamó enseguida a su madre, la señora Constitución y a su hermana Colombia:
⁃ Tienes que venir inmediatamente a hacer una intervención urgente en tu hogar – le dijo por teléfono – yo creo que esas tres empleadas son unas ladronas que se han comido todo el dinero que les dejaste y acá tienen a tus hijos pasando hambre, esos pobres muchachos hasta han bajado de peso. No podemos permitir que esta situación continúe así pues rebaja su dignidad. Apenas llegué a tu casa de improviso se asustaron y los niños corrieron a mi con súplicas de vida, afirmando que no aguantan más el hambre y que esas señoras les tienen muchas de sus peticiones en lista de espera. Esto no puede seguir sucediendo !!! – exclamó molesto.
La señora Colombia quedó tan preocupada que pensó inmediatamente en hacer una reforma estructural en su casa y enseguida compró Tiquetes para regresar el lunes festivo para hacer la anunciada intervención a la nómina.
Al llegar amenazó con echar a doña Surita y a Mutualita y despidió a SuSanita sin previo aviso, con justa causa y no le dio liquidación. Además la gritó y le dijo que no le iba a reembolsar nada de lo que ella afirmaba que había pagado con sus reservas. SuSanita recogió sus cosas indignada y mientras salía llorando murmuraba entre dientes:
⁃ Así le paga el diablo al que bien le sirve, quién me manda a mi a andar de pendeja gastándome mis ahorros para complacer a esos pelaos desagradecidos. ¿Y ahora qué voy a hacer con la cuenta que me quedó en la tienda ? Pobre el señor IPSidio que me fio, ni sabe que nadie le va a pagar esa cuenta !!!
Mientras tanto en casa las empleadas que no despidieron quedaron asustadas por el regaño que les dieron y con el mismo temor de que las despidan como hicieron con SuSanita. No se atrevían ni a abrir la boca mientras a escondidas los 10 hijos de doña Colombia se burlaban y con mofas les decían “ladronas”, mientras doña Constitución y su hijo el tío gruñón decían: esto tiene que seguir pasando en esta casa hasta que la dignidad se haga costumbre.
Autor: Julio Mario Orozco A.
Segunda Fábula: Donde está la plata de la salud en Macondo
En el año 2100, se crearon tres empresas de aseguramiento de salud en Macondo: EPS A, EPS B y EPS C. Cada una de ellas recibió $100,000 como capital inicial de sus propietarios.
El gobierno asignó 100,000 afiliados a cada EPS y les pagaría $40 por afiliado el primer año, $50 el segundo año y $60 el tercer año. Estos pagos se realizan de manera anticipada en cuotas mensuales. Las tres EPS construyeron sedes por un valor de $50,000. Cada EPS tiene un límite de gastos anuales máximo del 10% de sus ingresos por primas.
Durante el primer año, se recibieron facturas de atención médica de diferentes proveedores por un total de $2,500,000. En el segundo año, las facturas ascendieron a $3,100,000, y en el tercer año, a $3,500,000. Sin embargo, las EPS solo pagan el 50% de las facturas recibidas cada año y dejan pendientes de pago los otros 6 meses del año.
Los actuarios de cada EPS estimaron que era necesario comprometer Reservas Técnicas para cubrir diversos factores, como el agravamiento de enfermedades en algunos afiliados, el riesgo por el envejecimiento de los afiliados y órdenes de servicios que no fueron facturados por los proveedores.
Estas Reservas Técnicas ascendieron a diferentes cantidades cada año para cada EPS. La única diferencia entre las tres EPS radica en la actitud y comportamiento de sus propietarios. En el caso de la EPS A, el propietario es responsable y se preocupa por la salud de los afiliados, buscando brindarles la mejor atención posible.
En cambio, en la EPS B, el propietario es avaricioso y ve el negocio del aseguramiento como una oportunidad para enriquecerse rápidamente. Por su parte, el propietario de la EPS C es amigable y busca cumplir solo parcialmente con las normas para obtener beneficios económicos no tan santos y mantener a los usuarios satisfechos mediante publicidad y presencia cumpliendo a medias las normas fundamentales.
Si observamos los resultados, las diferencias entre las tres EPS son evidentes. La EPS A muestra números claros, con reservas técnicas razonables y un patrimonio positivo que se mantiene durante los tres años. Sin embargo, en las EPS B y C, al profundizar en los números, encontramos diferencias significativas en las utilidades o pérdidas generadas, los montos de las reservas técnicas y el comportamiento del patrimonio y saldos en algunas cuentas de activos relacionadas con el manejo de recursos públicos específicos.
“La corrupción es el peor flagelo que puede afectar a una sociedad, porque destruye la confianza y pervierte los valores fundamentales que sostienen el tejido social.” Gabriel García Marquez

Autor: Vicente Calvo
Nota del CEO de CONSULTORSALUD
Si hay más escritores por ahí con tiempo libre, bienvenidos; Mientras tanto el debate de la reforma a la salud se agudiza en el congreso de la república, los tiempos se estrechan para las conciliaciones, aprobaciones o negativas y allí necesitamos no dos orillas, sino un pensamiento creativo, ajeno a mezquindades, blindado de egos, inmune a intereses políticos, alérgico a ideologías y en cambio lleno de evidencias, de consensos, de propuestas factibles, que cual epifanía nos haga responsables de prospectar y seguir construyendo un mejor sistema de salud.
Recuerda siempre que vayas tomar la palabra o inclinarte por una decisión que retuerza la columna vertebral del sistema actual que, “tarde o temprano tú también serás un paciente y habrás requerido un buen sistema preventivo y un magnifico sistema asistencial clínico“. Por ello considero que es un deber moral, una obligación de Colombianos desprendernos de los efímeros sombreros que podamos hoy tener puestos y con serenidad y súbita sabiduría conceder la razón y apoyar el mejor camino sectorial, cualquiera que este sea.