Alrededor del mundo, más de 50 millones de personas padecen epilepsia, siendo una de las condiciones neurológicas más frecuentes. En la actualidad, de acuerdo con estadísticas globales, dos tercios de los afectados son tratados con medicamentos anticonvulsivos, mientras que el porcentaje restante es considerado como resistente a las alternativas terapéuticas existentes. Esto último podría cambiar con las terapias basadas en ARN.
Hace algunas semanas, se publicó una exhaustiva revisión sobre estas opciones terapéuticas para epilepsia. De acuerdo con los investigadores, la pandemia fue el impulso a la comunidad científica y médica para explorar el potencial de estas opciones. Por ejemplo, para este trastorno neurológicas, estas terapias pueden dirigirse a microARN, ARN largos no codificantes (ARNnc) y ARN circulares, o hacia ARNm.
Y según se explica en el artículo científico, dependiendo del enfoque del tratamiento basado en ARN, surgen potenciales alternativas para epilepsias esporádicas y no genéticas. Ocurre lo mismo en el caso de las epilepsias infantiles monogénicas. “En NEUmiRNA Therapeutics, hemos diseñado con éxito fármacos similares, potentes y selectivos para una nueva enfermedad que permite la eliminación sin precedentes de la resistencia a los medicamentos y la epilepsia crónica en un modelo preclínico que imita la epilepsia del lóbulo temporal”, mencionó a Medscape Henrik Klitgaard, PhD, uno de los autores de la publicación.
Expertos enfatizan en las ventajas de las terapias basadas en ARN para la epilepsia
En la revisión –de acceso libre online desde la revista Epilepsy-, el equipo de investigadores destaca que hay varias ventajas con su uso: la posibilidad de modular vías completas de enfermedades, modificarse para corregir mutaciones genéticas implicadas en el desarrollo de epilepsia o la administración del tratamiento. Como lo indican, las terapias que usen esta tecnología, y dirigidas al cerebro, generalmente se administran al sistema nervioso central (SNC) mediante inyecciones intratecales (IT); el proceso evita la barrera hematoencefálica, garantizando los niveles adecuados del fármaco en las áreas cerebrales que lo requieran.
De hecho, la capacidad de atacar la causa en lugar de solo los síntomas de la epilepsia “ofrece la promesa de medicamentos potencialmente curativos y modificadores de la enfermedad en el futuro”, aseguraron los científicos.