Las madres con riesgo de parto prematuro podrían ser identificadas mucho antes en el embarazo de lo que permiten las pruebas actuales mediante la búsqueda de bacterias y sustancias químicas específicas en su fluido cervicovaginal. Así lo reveló una investigación publicada en el Journal of Clinical Investigation y conducida por especialistas del King’s College Hospital y de la organización benéfica para el embarazo Tommy’s en Reino Unido.
Además de este estudio, otras investigaciones sobre este tema sugieren que la infección y la inflamación pueden acortar y debilitar el cuello del útero, causando el alargamiento del cérvix y la producción de sustancias químicas en el embarazo para proteger al bebé antes de acortarse y ablandarse para el parto. Asimismo, expertos han descubierto bacterias y sustancias químicas específicas en el flujo cervicovaginal de las mujeres en embarazo que podrían considerarse como señales de alerta, de modo que la infección o la inflamación pueden detectarse y tratarse a tiempo para proteger a las madres y a los bebés.
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En la presentación de los hallazgos, se mencionaron detalles adicionales sobre el desarrollo de esta investigación. En ella se revisaron los datos de cuatro hospitales del Reino Unido y en particular sobre 346 madres; siendo 60 contadas como mujeres que tuvieron un parto prematuro. Para obtener información adicional, se analizaron los resultados de las muestras cervicovaginales tomadas entre las semanas 10 y 15 de embarazo para repetir el proceso con los análisis de las semanas 16 y 23.
Al final, los investigadores agruparon a las mujeres según sus comunidades típicas de bacterias y sustancias bioquímicas. Posteriormente, se compararon los datos con las mediciones de la longitud del cuello uterino (la actual evaluación estándar del NHS para el riesgo de parto prematuro) y se realizó un seguimiento para ver quiénes daban a luz antes de tiempo.
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El rol predictivo de las bacterias en el parto prematuro
Por primera vez se descubrió que una bacteria específica (Lactobacillus acidophilus) limita el riesgo de parto prematuro, lo que los investigadores esperan que conduzca a nuevas terapias preventivas. Una combinación de metabolitos (glucosa, aspartato y calcio) y bacterias (Lactobacillus crispatus y acidophilus) se relacionó con el nacimiento en la semana 34 o antes, mientras que siete metabolitos diferentes (leucina, tirosina, aspartato, lactato, betaína, acetato y calcio) se asociaron con el nacimiento en la semana 37 o antes.
Estos vínculos fueron igualmente significativos cuando las madres se sometieron a las pruebas en el primer y segundo trimestre. Los resultados mostraron que las mujeres con riesgo de parto prematuro podrían ser identificadas con precisión mucho antes en el embarazo de lo que permiten las pruebas actuales, y luego beneficiarse de los tratamientos médicos o quirúrgicos que no son posibles al final de la gestación.
“El nacimiento prematuro es muy difícil de predecir, por lo que los médicos tienen que pecar de precavidos y las madres que se consideran en riesgo a menudo no tienen a sus bebés antes de tiempo, lo que supone una presión excesiva para todos los implicados” señaló el autor del estudio, Andrew Shennan OBE, profesor de obstetricia de la Escuela de Ciencias del Curso de la Vida. También destacó que “Cuánto antes sepamos quién está en riesgo, más podremos hacer para mantener a salvo a las madres y a los bebés”.
Los investigadores también hallaron interesantes diferencias étnicas en el microbioma vaginal. Las mujeres con ascendencia africana eran más propensas a tener altos niveles de ciertas proteínas antibacterianas (elafina y catelicidina) vinculadas a la inflamación cervicovaginal y, por tanto, al parto prematuro. La asociación no es lo suficientemente significativa como para explicar las mayores tasas de parto prematuro entre las madres negras, y podría reflejar otras oportunidades ambientales y sociales, por lo que los autores concluyeron que se necesitan estudios más amplios con datos más sólidos.
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