La malaria es una de las enfermedades infecciosas contra las que más se trabaja desde la salud pública. Aunque la aparición de la vacuna y la inmunización de la población es crucial, la OMS contó más de 200 millones de casos anuales hasta el 2018 y un total de 405.000 fallecimientos estimados por esta condición. Pensando en la necesidad de diagnósticos oportunos y en opciones que faciliten la toma de muestras, un grupo de investigadores de la Universidad de Rice ha creado una banda adhesiva -curita- que funciona como prueba de detección, sin necesidad de la extracción de sangre habitual.
Tal y como se explica en la revista Microsystems and Nanoengineering, este dispositivo analiza el líquido intersticial dérmico, ya que contiene biomarcadores para múltiples afecciones e incluso podría considerarse como una nueva herramienta de detección de Covid-19. De acuerdo con sus desarrolladores, los ingenieros Peter Lillehoj y Xue Jiang, este parche entrega resultados en 20 minutos, convirtiéndolo en un método seguro, económico y de alta funcionalidad. Para este caso particular, se programó el dispositivo para detectar biomarcadores asociados a la bacteria Plasmodium falciparum, responsable de los casos de malaria en África, región con mayor prevalencia.
La banda adhesiva está conformada por 16 microagujas huecas, dispuestas en series de 4×4 por lado y acompañadas por una tira de prueba de flujo lateral a base de anticuerpos en el otro. Los anticuerpos reaccionan cuando detectan biomarcadores de proteínas para la malaria y cambian el color a rojo de dos líneas en la banda adhesiva. En caso de ser un test con resultados negativos solo una línea de microagujas cambia su color.
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¿Cómo funciona la banda adhesiva detectora?
Esta innovadora banda adhesiva, de acuerdo al artículo publicado, se trata del primer dispositivo de detección de malaria con estas características. En concreto, los investigadores lograron demostrar que las microagujas penetran eficazmente la piel humana, extraer y transportar autónomamente muestras líquidas a través de la tensión superficial utilizando modelos de piel in vitro. Pero, también es un importante avance para la ciencia médica, ya que logra reconocer la presencia del biomarcador PfHRP2 en niveles de 8 ng/mL o menor concentración.
Las microagujas, a su vez, se fijan a una prueba de flujo lateral que realiza el proceso de reconocimiento del biomarcador con cromatografía. Como especificaciones técnicas, estas agujas tienen 75 micrones de ancho y 750 micrones de largo, lo suficiente para alcanzar el fluido dentro de la piel que tiene un espesor típico de entre 800 y 1.000 micrones. “La aplicación de este parche es menos dolorosa que el pinchazo de una aguja en la prueba sanguínea o clavarse una astilla”, mencionó Lillehoj al hablar sobre esta novedosa técnica en medios de comunicación.
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Adicionalmente, los creadores de esta banda adhesiva mencionaron que puede ser mejor para los niños y personas con altos niveles de estrés o miedo a las agujas. “Empezamos con una forma rectangular y luego redondeamos los bordes para hacerla un poco más presentable. No lo planeamos, pero quizá haga que el parche sea más fácil de entender para el público en general”, expresó Lillehoj.
Además de su simplicidad, naturaleza mínimamente invasiva y bajo costo, este dispositivo puede adaptarse fácilmente para detectar otros biomarcadores de proteínas en el fluido intersticial, lo que lo convierte en una herramienta prometedora para obtener diagnósticos en áreas de difícil acceso o en puntos de atención con escasas tecnologías en salud.
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