A medida que se acrecienta el uso de redes sociales y la aparición de otras como Tik Tok y Snapchat, los adolescentes pasan más tiempo en línea navegando por un complejo mundo virtual. Una nueva investigación sugiere que este aumento de las horas que pasan en línea puede estar asociado a comportamientos de ciberacoso.
Según un estudio de la Universidad de Georgia, las puntuaciones más altas de adicción a las redes sociales, el mayor número de horas que pasan en línea y el hecho de identificarse como varones predijeron significativamente la perpetración de ciberacoso en este grupo poblacional. Vale la pena destacar que el ciberacoso puede adoptar muchas formas, como los ataques personales, el acoso o el comportamiento discriminatorio, la difusión de información difamatoria, la tergiversación en línea, la difusión de información privada, la exclusión social y el ciberacoso per se.
De acuerdo con la información oficial, en este estudio participaron adolescentes de edades comprendidas entre los 13 y los 19 años. De los 428 encuestados, 214 (50%) se identificaron como mujeres, 210 (49,1%) como hombres y cuatro (0,9%) como otros.
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¿Se debe ahondar en el ciberacoso como una enfermedad mental?
Cuando los adolescentes están en línea, se adaptan a una serie de normas sociales diferentes a las que tienen cuando interactúan con sus compañeros en persona. A menudo, son más agresivos o críticos en las redes sociales debido al anonimato que tienen en línea y a su capacidad para evitar represalias. Además, los ciberacosadores pueden sentir menos remordimientos o empatía cuando realizan estos comportamientos porque no pueden ver el impacto directo de sus acciones.
“Hay personas que se dedican al acoso en línea por el anonimato y el hecho de que no hay represalias”, dijo Amanda Giordano, investigadora principal del estudio y profesora asociada de la Facultad de Educación Mary Frances Early de la UGA. “Tenemos a estos adolescentes que aún están en pleno desarrollo cognitivo, pero les estamos dando una tecnología que tiene una audiencia mundial y luego esperamos que tomen buenas decisiones”.
De acuerdo con Giornado y otros expertos en estos comportamientos, el agresor no tiene la oportunidad de ver lo perjudicial que es su acoso y de aprender de sus errores y hacer algo diferente. De hecho, la situación es catalogada como “escalofriante” porque no se tienen las mismas consecuencias que en el mundo real.
Los adolescentes adictos a las redes sociales son más propensos al ciberacoso, así como los que pasan más tiempo en línea. Los participantes en el estudio declararon pasar una media de más de 7 horas en línea al día, y la media máxima de horas en un día fue de más de 12 horas. Teniendo en cuenta que, como aseguran los expertos, estas plataformas se han diseñado para dar a la gente un golpe de dopamina, algunos no pueden controlarlo y permanecen constantemente en búsqueda de las sensaciones que ésta les produce.
“La adicción a las redes sociales se produce cuando las personas tienen ganas de usarlas cuando no están en ellas y siguen usándolas a pesar de las consecuencias negativas”, explica Giordano. “Algunas consecuencias negativas podrían ser que están cansados durante el día porque están haciendo scroll toda la noche, que tienen conflictos con sus padres, que sacan malas notas en la escuela o que realizan acciones en línea de las que luego se arrepienten, pero aun así siguen usando las redes sociales”
El estudio también reveló que los adolescentes varones son más propensos al ciberacoso que las mujeres, en consonancia con estudios anteriores que muestran que los comportamientos agresivos tienden a ser más masculinos. Una mayor investigación sobre el proceso de socialización de los hombres puede ayudar a determinar qué es lo que les lleva a tener más comportamientos de ciberacoso.
Sin embargo, como una medida inicial puede ser la integración activa de los psicólogos y consejeros escolares para detectar la adicción a las redes sociales o si están implicados en el ciberacoso y ofrecerles planes de tratamiento para ayudarles a redefinir su relación con la tecnología. Estas intervenciones pueden incluir ayudar a los adolescentes a examinar cómo definen su autoestima y restringir la cantidad de tiempo que pasan en estas plataformas.
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