El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) publicó su informe “Estado de la Población Mundial” y en el que se abordan varias problemáticas sociales. En materia de salud pública y género, el acceso a los anticonceptivos ha suscitado nuevos interrogantes sobre la evolución de los paradigmas y las violencias que impactan directamente a las mujeres.
En las últimas tres décadas, se han evidenciado transformaciones significativas en el acceso a métodos anticonceptivos modernos a nivel mundial. El cambio ha redefinido la salud reproductiva y la autonomía personal de las mujeres en diversas culturas y economías. Este progreso no es solo un logro médico; es también un avance social y político que incide profundamente en la estructura de las sociedades. Sin embargo, en 69 países, el 25% de la población femenina no puede tomar ninguna decisión que involucre su cuerpo.
“A día de hoy, el 56% de la población femenina a nivel mundial podía tomar con conocimiento de causa sus propias decisiones sobre sexo y reproducción”. Por supuesto, esto incluye la libertad de tomar decisiones sobre el cuidado de la salud y el uso de métodos anticonceptivos, así como la capacidad de rechazar tener relaciones sexuales con la pareja. Cada vez más evidencias indican que la autonomía corporal y la salud reproductiva de las personas que enfrentan una o más formas de opresión—como aquellas que enfrentan discriminación racial o étnica, persecución por discapacidades o por su estado serológico respecto al VIH, y discriminación por su orientación sexual o identidad de género—son más frecuentemente y severamente limitadas.
Con la diversificación de métodos anticonceptivos, las píldoras anticonceptivas, que fueron uno de los primeros métodos accesibles ampliamente, ahora se acompañan de opciones como dispositivos intrauterinos (DIU), que pueden ser hormonales o de cobre, implantes subdérmicos que liberan hormonas gradualmente, y métodos inyectables. Además, los condones siguen siendo vitales tanto para la prevención del embarazo como para la protección contra enfermedades de transmisión sexual.
No obstante, el número de países que recopilan información frente a las necesidades y los obstáculos en materia de salud sexual son muy limitados.
“El Instituto Guttmacher también señaló que el gasto necesario para atender toda la necesidad insatisfecha de anticonceptivos modernos sería modesto: en los países de ingreso bajo y mediano, pasar del nivel de uso de anticonceptivos registrado en ese momento a niveles que permitan cubrir toda la necesidad insatisfecha de anticonceptivos modernos, implicaría que los costos pasasen de 1,10 a 1,94 dólares per cápita”. Si se implementara una visión a corto plazo, la inversión en anticoncepción superarían ampliamente los costos asociados: por cada dólar adicional invertido en servicios de anticoncepción, se ahorrarían tres dólares en costos de atención neonatal y relacionados con el embarazo.
Autonomía reproductiva y sistemas de salud: más allá de los anticonceptivos
“Hoy en día, el uso de anticonceptivos por parte de mujeres que no quieren quedarse embarazadas
representa quizás la mejor herramienta (aun con limitaciones) para calcular el rendimiento de las inversiones en autonomía reproductiva”. Por otra parte, el informe estima que si todos los abortos actualmente realizados en condiciones de riesgo en países de ingresos bajos y medianos se llevaran a cabo de manera segura, y si se atendieran completamente las necesidades de servicios anticonceptivos y atención relacionada con las interrupciones del embarazo, el costo total de estos servicios podría reducirse a 600 millones de dólares.
De otra parte, el informe de la UNFPA pone sobre la mesa la importancia de capacitar a los proveedores y profesionales de la salud. La educación permanente ayuda ofrecer recomendaciones basadas en evidencia y a manejar efectivamente las preocupaciones o efectos secundarios que puedan surgir entre los usuarios de anticonceptivos.
“Los sistemas de salud reproductiva no siempre han salvaguardado los derechos y la salud. Al menos, no
para todas las mujeres. Según los expertos, dentro del sistema sanitario, una de las grandes limitaciones de la atención de la salud reproductiva residía en la filosofía con la que se prestaban los servicios”.
Mirando hacia el futuro, los sistemas de salud deben adaptarse a las cambiantes necesidades demográficas y tecnológicas. Esto incluye explorar el uso de tecnologías digitales para mejorar la entrega de servicios anticonceptivos y asegurar que todos, independientemente de su ubicación geográfica o situación económica, tengan acceso a estos servicios esenciales.
“La proporción de mujeres para quienes acceder a la atención de la salud implicaba problemas importantes bajó en 5 puntos porcentuales entre los grupos socioeconómicos más marginados. Por el contrario, si se toma el grupo socioeconómico menos marginado, la proporción de mujeres que atravesó el mismo trance bajó en 8 puntos porcentuales”.
Profundizar en estos aspectos puede ayudar a comprender cómo los sistemas de salud pueden y deben evolucionar para mejorar el acceso a los anticonceptivos y, por ende, mejorar la salud y autonomía reproductiva a nivel global.
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