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Investigadores descubren casos de enfermedad de Alzheimer adquirida

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Un grupo de investigadores de la UCL y el UCLH ha informado que cinco casos de enfermedad de Alzheimer podrían haberse desarrollado como resultado de tratamientos médicos administrados décadas atrás. Hasta el día de hoy, se cree que la condición es provocada por anomalías con la proteína beta-amiloide o como una enfermedad hereditaria vinculada a un gen defectuoso.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, habría pruebas que vinculan la aparición del alzhéimer con en individuos vivos podría haber sido adquirida a través de intervenciones médicas y estar asociada a la transmisión de la proteína beta-amiloide. La información se dio a conocer en la revista Nature Medicine.

De acuerdo con los especialistas, las personas descritas fueron tratadas durante su infancia con un tipo de hormona de crecimiento humano extraída de las glándulas pituitarias de personas fallecidas, conocida como hormona de crecimiento humano derivada de cadáver (c-hGH). Esta hormona fue utilizada para tratar a al menos 1.848 personas en el Reino Unido entre 1959 y 1985, abordando diversas causas de baja estatura.

En 1985, se retiró el uso de la c-hGH después de descubrir que algunos lotes estaban contaminados con priones, proteínas infecciosas que causaron la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ) en algunas personas. La c-hGH fue reemplazada por una hormona de crecimiento sintética que no presentaba el riesgo de transmitir la ECJ. Antes de este descubrimiento, especialistas habían documentado la formación prematura de depósitos de la proteína beta-amiloide en personas sometidas a este tratamiento.

Más adelante, en 2018, científicos s continuaron demostrando que las muestras archivadas de la hormona de crecimiento humano derivada de cadáver (c-hGH) estaban contaminadas con la proteína beta-amiloide. A pesar de haber sido almacenadas durante décadas, estas muestras transmitieron la patología de la beta-amiloide a ratones de laboratorio cuando se les inyectó.

No obstante, los investigadores sugirieron que los individuos expuestos a la c-hGH contaminada, quienes no desarrollaron la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y vivieron más tiempo, podrían eventualmente desarrollar alzhéimer.

El primer autor, el Dr. Gargi Banerjee (Instituto de Enfermedades Priónicas de la UCL), declaró: “Hemos descubierto que es posible que la patología beta-amiloide se transmita y contribuya al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Esta transmisión se produjo tras el tratamiento con una forma ya obsoleta de hormona del crecimiento, e implicó tratamientos repetidos con material contaminado, a menudo durante varios años”.

¿Cuáles fueron los nuevos indicios de la enfermedad de alzheimer adquirido?

En este último estudio se informa sobre ocho personas remitidas a la Clínica Nacional de Priones del UCLH, en el Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía de Londres, que habían sido tratadas con c-hGH en la infancia, a menudo durante varios años. En este grupo, cinco pacientes presentaban síntomas de demencia, cumplían con los criterios diagnósticos o ya habían recibido el diagnóstico para esta enfermedad neurodegenerativa; tra persona cumplía los criterios de deterioro cognitivo leve.

Estas personas tenían entre 38 y 55 años cuando empezaron a tener síntomas neurológicos. Los análisis de biomarcadores apoyaron los diagnósticos de alzhéimer en dos pacientes confirmados, y fue sugestivo en otra persona; un análisis de autopsia mostró patología de Alzheimer en otro paciente.

La edad inusualmente temprana a la que estos pacientes desarrollaron los síntomas sugiere que no padecían el Alzheimer esporádico habitual que se asocia a la vejez. En los cinco pacientes de los que se disponía de muestras para pruebas genéticas, el equipo descartó la enfermedad de Alzheimer hereditaria.

Dado que el tratamiento con c-hGH ya no se emplea, no existe riesgo de una nueva transmisión por esta vía. No se ha registrado ningún caso de Alzheimer adquirido a través de otros procedimientos médicos o quirúrgicos. No hay evidencia que sugiera la posibilidad de transmisión de beta-amiloide en la vida cotidiana o durante la atención médica o social habitual. Sin embargo, los investigadores advierten sobre la importancia de revisar las medidas para asegurar que no haya riesgo de transmisión accidental de beta-amiloide mediante otros procedimientos médicos o quirúrgicos, especialmente aquellos implicados en la transmisión accidental de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, según destacan sus hallazgos.

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