La reciente decisión del presidente Donald Trump de retirar nuevamente a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha generado incertidumbre en la salud global y planteado serios desafíos para la cooperación internacional. Ante este panorama, Canadá emerge como un actor clave para defender el multilateralismo en la gobernanza sanitaria global y reforzar la capacidad colectiva frente a futuras pandemias.
El impacto de la retirada de Estados Unidos de la OMS
En su primer día de mandato, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que reactivó el proceso de retirada de Estados Unidos de la OMS, interrumpido durante la administración de Joe Biden. Este proceso, que se completará en un año, implica la suspensión de financiamiento, la retirada de personal estadounidense y el abandono de iniciativas clave, como las reformas al Reglamento Sanitario Internacional y el acuerdo global sobre pandemias.
La OMS desempeña un papel crucial en la coordinación de esfuerzos globales para prevenir, detectar y responder a emergencias de salud pública. Durante la pandemia de COVID-19, la organización fue indispensable al emitir alertas globales, proporcionar guías de salud pública, coordinar investigaciones y distribuir suministros críticos.
La salida de Estados Unidos no solo representa un golpe financiero significativo al ser su mayor donante con contribuciones que representaban el 18% del presupuesto bienal de la OMS, sino también un debilitamiento simbólico de su mandato global. Este vacío podría incentivar a otros países a reducir sus compromisos con las instituciones multilaterales, aumentando el riesgo de respuestas fragmentadas ante futuras crisis de salud global.
Efecto dominó y riesgos globales
El retiro de Estados Unidos podría tener repercusiones en áreas críticas de la salud global. Las reformas al Reglamento Sanitario Internacional, previstas para septiembre de 2025, y el acuerdo global sobre pandemias, ambos diseñados para evitar crisis sanitarias como la de COVID-19, dependen del respaldo de actores clave como Estados Unidos para ser efectivos.
Además, la desconexión estadounidense pone en peligro la vigilancia de enfermedades infecciosas y la capacidad de respuesta ante brotes como el H5N1 o el virus de Marburgo. Sin una participación activa de Estados Unidos, la coordinación global pierde fuerza, lo que puede exacerbar las desigualdades sanitarias y afectar a las naciones más vulnerables.
El papel estratégico de Canadá ante esta crisis
La decisión de Estados Unidos plantea serios desafíos para Canadá, cuyo sistema de salud, economía y sociedad están profundamente interconectados con su vecino del sur. Un brote descontrolado en Estados Unidos podría tener efectos devastadores en Canadá, incluyendo una presión significativa sobre su sistema de atención sanitaria.
En este contexto, Canadá tiene la oportunidad de asumir un liderazgo renovado en salud global. Algunas de las acciones clave incluyen:
- Refuerzo del compromiso multilateral: Canadá debe incrementar su apoyo a la OMS, tanto en términos financieros como institucionales, promoviendo mecanismos de financiación sostenibles y respaldando iniciativas de transparencia y rendición de cuentas.
- Fortalecimiento de las capacidades nacionales: Invertir en la investigación, la producción de vacunas y sistemas robustos de vigilancia sanitaria es fundamental para garantizar que Canadá esté preparado para futuras pandemias y pueda ofrecer asistencia a otros países en momentos críticos.
- Diálogo diplomático con Estados Unidos: Canadá puede aprovechar sus canales diplomáticos para fomentar un cambio de postura en la administración Trump, resaltando los beneficios mutuos de la cooperación global en salud.
