La artritis reumatoide (AR) constituye una enfermedad inflamatoria crónica caracterizada por la destrucción progresiva de las articulaciones sinoviales y que se acompaña habitualmente de edema y de dolor articular. La AR es considerada una enfermedad autoinmune dada la presencia de auto-anticuerpos como el Factor Reumatoide (FR) y los Anticuerpos Anti-Citrulinas (ACPA) que incluso pueden preceder las manifestaciones clínicas de la entidad.
Pese a que los daños articulares característicos suelen ser visualizados con el uso de ayudas diagnósticas como la radiografía, dichos cambios rara vez son evidentes en estadios tempranos y más bien suelen ser resultado de años de deterioro articular.