El 5 de mayo de 2025, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que prohíbe el financiamiento federal estadounidense a experimentos de ganancia de función en países catalogados como de “preocupación”, entre ellos China. Este tipo de investigación busca aumentar la transmisibilidad o virulencia de patógenos para entender mejor sus mecanismos y anticipar pandemias. Sin embargo, para la administración Trump, estos estudios representan un riesgo inaceptable.
“Ningún laboratorio es inmune a las fugas, y esto evitará que se produzcan fugas involuntarias en el futuro que pongan en peligro a la humanidad”, señaló Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud de EE. UU. La declaración refleja la convicción del nuevo gobierno en la tesis de que el SARS-CoV-2 se originó en un laboratorio, una hipótesis respaldada ahora por algunas agencias estadounidenses como el FBI, el Departamento de Energía y, recientemente, la CIA.
Repercusiones para la ciencia global y la colaboración internacional
El documento presidencial no solo limita las subvenciones a investigaciones en el extranjero, sino que propone desarrollar una estrategia nacional para rastrear, limitar y gobernar los experimentos de ganancia de función realizados sin financiación federal. A pesar de ello, la orden reconoce que sería necesaria una nueva legislación para ejercer un control efectivo sobre la investigación científica fuera del ámbito gubernamental.
Además, la disposición podría interrumpir colaboraciones internacionales clave. Durante la década pasada, por ejemplo, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE. UU. financiaron investigaciones sobre coronavirus en murciélagos en el Instituto de Virología de Wuhan a través de la organización EcoHealth Alliance, con sede en Nueva York. Esta relación fue suspendida por Trump en 2020, parcialmente restaurada bajo la administración de Joe Biden, y ahora podría terminar de forma definitiva.
Debates sobre el origen del virus y el rol de Anthony Fauci
El debate sobre el origen del SARS-CoV-2, si fue por transmisión natural o por una fuga de laboratorio, sigue sin resolverse científicamente. Sin embargo, la postura del nuevo gobierno se inclina firmemente hacia la segunda hipótesis. “Cualquier nación que participe en esta investigación pone en peligro a su propia población, así como al mundo, como vimos durante la pandemia de COVID”, afirmó Jay Bhattacharya, director de los NIH.
Por su parte, Anthony Fauci, exdirector del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, ha defendido que el trabajo financiado en Wuhan no cumplía con la definición federal de ganancia de función. Esta declaración ha sido cuestionada tanto por virólogos como por funcionarios actuales, quienes sostienen que los experimentos sí implicaban modificaciones con potencial para aumentar la patogenicidad del virus.
Una política de salud con enfoque restrictivo
La orden ejecutiva también exige un rediseño de las políticas internas de bioseguridad en Estados Unidos. El gobierno de Trump pretende implementar una estrategia de vigilancia activa sobre todas las formas de “investigación peligrosa”, lo que incluiría áreas como biología sintética, manipulación genética avanzada y biotecnología de doble uso. La incertidumbre radica en cómo se regulará la investigación científica independiente que no recibe recursos federales.
Esta iniciativa se alinea con otras medidas recientes, como los recortes al presupuesto científico, despidos de funcionarios en agencias regulatorias y la eliminación de programas internacionales de cooperación en salud pública. Según diversos expertos, estas acciones pueden generar un efecto contraproducente, debilitando la capacidad de respuesta frente a futuras emergencias sanitarias.
Bioseguridad, ciencia y geopolítica
La decisión de Trump no ocurre en el vacío. En el actual contexto geopolítico, donde Estados Unidos y China compiten por el liderazgo tecnológico y científico, el origen del SARS-CoV-2 se ha convertido en un símbolo de confrontación. La reorientación del sitio web oficial COVID.gov ahora enfocado en reforzar la narrativa de la fuga de laboratorio, refuerza el giro ideológico y comunicacional del nuevo gobierno.
La orden también pone en riesgo el principio de cooperación científica global. Diversos organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), han advertido que sin colaboración entre países será difícil prevenir futuras pandemias. La politización de la ciencia, alertan, puede erosionar la confianza pública y el progreso en salud global.