El virus de la hepatitis C (VHC) es una infección considerada un problema de salud pública mundial, teniendo un estimado de 58 millones de personas diagnosticadas y con una mortalidad de 1.4 millones personas por año.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 30% de los infectados eliminan el virus espontáneamente en los primeros 6 meses siguientes al contagio, sin necesidad de ningún tratamiento. El 70% restante tiene riesgo de cronificar la enfermedad, lo que conlleva en la evolución a cirrosis en un plazo de 20 años a un 20%-15% de los pacientes.
Transmisión del virus de la hepatitis C:
El VHC se transmite por medio del contacto con la sangre de un infectado, principalmente una gran cantidad de diagnósticos se realizan en personas que comparten agujas u otros equipos empleados para preparar e inyectarse sustancias psicoactivas. También es posible que una mujer portadora de VHC tenga un hijo con esta infección.
Pero hay otras vías por las cuales la sangre infectada puede entrar en contacto con una persona sana, por ejemplo, tener relaciones sexuales con alguien infectado con el VHC, compartir artículos de higiene contaminados como cuchillas de afeitar o cepillas dentales, tatuajes no regulados y procedimientos médicos invasivos sin el debido cuidado. Además, resulta importante tener en cuenta que las autoridades sanitarias ya han desmentido que la hepatitis C pueda transmitirse a través de la leche materna, alimentos, agua o por fluidos como la saliva.
¿Cómo se diagnostica la hepatitis C y cuáles son los síntomas?
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) recomienda realizar pruebas de detección de hepatitis C a todas las personas mayores de 18 años y a todas las mujeres embarazadas. Además, sugieren pruebas periódicas para la población de alto riesgo de contagio como quienes comparten agujas o quienes reciben tratamientos tipo hemodiálisis.
Hay varios análisis de sangre que pueden detectar la infección como las pruebas de detección de anti-VHC, las cualitativas y cuantitativas de ácidos nucleicos para detectar la presencia de ARN del VHC.
Como se mencionó en la primera parte del artículo, algunas personas infectadas serán asintomáticas, pero frente a los pacientes crónicos los síntomas pueden ser:
- Cansancio
- Inapetencia
- Náuseas
- Vómitos
- Dolor abdominal
- Orina oscura
- Heces claras
- Dolores articulares
- Piel y ojos con coloración amarillenta
¿Hay tratamientos disponibles para la hepatitis C?
Actualmente, no hay ninguna vacuna para la hepatitis C, no obstante hay tratamientos antivirales de acción directa con un 95% de eficacia en los pacientes, con pocos efectos adversos registrados. La duración de dichos tratamientos puede durar entre 8 a 12 semanas, teniendo en cuenta variables como el grado de fibrosis, la respuesta previa al tratamiento, el genotipo y la carga viral.
Asimismo, los organismos internacionales indican que todos los pacientes de VHC deben ser vacunados contra la hepatitis A y B, realizar un tamizaje sobre el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, tener una evaluación médica primaria y su respectivo seguimiento con un especialista para tener un tratamiento integral.
Situación epidemiológica en Colombia
El estudio llamado “Hepatitis C: una aproximación clínica y epidemiológica en Cali, Colombia” expuso como el VHC tiene un comportamiento muy similar a lo que indica la literatura científica global, con un mayor porcentaje de genotipo 1B, que permite a los infectados ser susceptibles a los tratamientos actuales.
La investigación fue publicada por la Revista Colombiana de Gastroenterología y realizada por profesionales médicos de la Fundación Valle del Lili, quienes analizaron 214 historias clínicas con diagnóstico VHC confirmado, durante el 1 de enero de 2011 al 31 de diciembre de 2016. Entre los resultados se encontró que 6,07 % de los pacientes tenía consignado en la historia clínica algún tatuaje, mientras que 36,92 % tenía antecedentes de transfusiones de hemoderivados.
También se evaluaron los antecedentes relacionados con el contagio del virus, revelando que 75% de los pacientes se había sometido al menos a un procedimiento quirúrgico. De igual forma, las enfermedades asociadas con la hepatitis C como la cirrosis tuvo una prevalencia de 28.4% y el hepatocarcinoma se encontró en cerca del 3,3 % de los pacientes.
Para el 2021, la Cuenta de Alto Costo notificó 1.306 personas con diagnostico de VHC, teniendo 537 casos nuevos que representan un incremento del 71.02% respecto al año anterior. El 80.45% de los casos son pacientes del régimen contributivo y el 15.55% restante corresponde al régimen subsidiado.
La tasa de incidencia es de 1.07 casos nuevos por cada 100.000 habitante, aunque la cifra varía de acuerdo con la región analizada, por ejemplo, la Bogotá D.C. y la región Central tienen incidencia de 3.09 y 1.14 casos de cada 100.000 habitantes, respectivamente. Los hombres entre 25 a 39 años tienen mayor incidencia con un 59.51% de los casos, mientras que en las mujeres de 60 a 74 años acumulan el 38.59%.
Por otro lado, la prevalencia de la hepatitis C fue de 2.59 casos por 100.000 habitantes, siendo de 4.14 para los hombres y 1.10 para las mujeres.
En el caso de la mortalidad, la información indica que para el 2021 fue de 0.05 muertes por cada 100.000 habitantes. Los dos departamentos con más tasa fueron Risaralda y Quindío con 0.35 y 0.19, respectivamente. Respecto al régimen, el contributivo registró 0.6 y el subsidiado 0.04 por cada 100.000 afiliados.
La problemática mundial:
En regiones como Europa hay un elevado número de diagnósticos de hepatitis C, que varía considerablemente por cada país, de acuerdo con el Informe Epidemiológico Anual 2021 del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC). En ese sentido, la vigilancia ha aumentado a la par, pero el análisis y la interpretación es uno de los retos que se deben superar para conseguir una homogeneidad en los datos.
La ECDC señala que los casos asintomáticos de VHC es probablemente la causa de la discrepancia en la mayoría de los países, esto por la dificultad de detectarla por las diferentes pruebas de diagnóstico empleados. Por ejemplo, los Estados del Norte Europeo cuentan con extensos programas para la detección que ayudan a tener cifras altas, a diferencia del este y sureste que tienen tasas más bajas.
