Entre la semana epidemiológica 1 y la 15 de 2025, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) confirmó 189 casos de fiebre amarilla en la Región de las Américas, de los cuales 74 resultaron fatales. Brasil reportó el mayor número de infecciones, con 102 casos, seguido por Colombia con 53, Perú con 32 y Bolivia con 2. Estos datos reflejan un preocupante incremento en la transmisión activa del virus durante el primer trimestre de 2025.
Así mimo, durante el 2024 los casos de fiebre amarilla se mantuvieron en niveles bajos y limitados principalmente en la región amazónica. No obstante, para el 2025, los patrones de transmisión han cambiado de forma preocupante: se han detectado nuevos focos de fiebre amarilla en áreas fuera de esta zona, como São Paulo (Brasil) y Tolima (Colombia), lo que evidencia una expansión geográfica del riesgo en la Región de las Américas.
Nuevas geografías de riesgo: São Paulo y Tolima en alerta
En Brasil, los estados de São Paulo y Pará concentraron la mayoría de los casos de fiebre amarilla reportados hasta el presente mes, registrando una tasa de mortalidad del 40,2%. De manera similar, en Colombia, el departamento de Tolima se consolidó como el principal epicentro de transmisión, con 46 casos confirmados y 17 muertes atribuidas al virus.
Este cambio geográfico obliga a replantear las estrategias tradicionales de control. Las zonas previamente no consideradas de alto riesgo están experimentando transmisión activa, una tendencia que, de no ser contenida, podría reactivar epidemias urbanas, como las que afectaron a Brasil entre 2016 y 2018.
La fiebre amarilla: una amenaza conocida, pero subestimada
La fiebre amarilla es una enfermedad viral hemorrágica transmitida por mosquitos infectados, caracterizada por una letalidad que puede oscilar entre el 30 % y el 60 % en sus formas graves. Actualmente, no existe un tratamiento antiviral específico para esta infección; por ello, la vacunación preventiva y el control vectorial continúan siendo las estrategias fundamentales para limitar su propagación en las Américas y otras regiones endémicas.
Aunque la vacuna contra la fiebre amarilla es altamente efectiva una sola dosis proporciona inmunidad de por vida, los recientes brotes reflejan las brechas persistentes en la cobertura de inmunización, especialmente en poblaciones rurales, indígenas y de difícil acceso.
La importancia crítica de la vacunación y la vigilancia
Según la OPS, para detener los brotes se requiere alcanzar una cobertura de vacunación mínima del 95% en las zonas de riesgo. No obstante, las tasas actuales en varios países de la región están por debajo de ese umbral, aumentando la vulnerabilidad de la población.
La evidencia muestra que muchos de los casos confirmados en el presente año, no tenían antecedentes de vacunación; un factor común en Brasil, Colombia y Perú. Esto destaca la necesidad de intensificar campañas de inmunización, no solo como respuesta a brotes, sino de manera preventiva y sostenida.
Nuevas estrategias para un viejo enemigo
Frente al aumento de casos, la OPS recomienda:
• Fortalecer la vigilancia epidemiológica activa en humanos y primates no humanos (epizootias).
• Realizar campañas de vacunación masiva en municipios de alto riesgo.
• Implementar sistemas de alerta temprana, especialmente en corredores ecológicos donde la circulación viral es probable.
• Asegurar inventarios de reserva estratégica de vacunas para respuesta inmediata.
Una estrategia complementaria recomendada es el diseño focalizado de campañas de vacunación contra la fiebre amarilla, una herramienta que permite dirigir los recursos hacia poblaciones de mayor vulnerabilidad y mejorar de manera significativa la cobertura vacunal en zonas de alto riesgo.
Desafíos y oportunidades para el control de la fiebre amarilla
La reemergencia de la fiebre amarilla en nuevas zonas plantea retos importantes:
• Acceso a servicios de salud en áreas rurales y de frontera.
• Desigualdades en cobertura vacunal entre regiones urbanas y rurales.
• Capacitación del personal de salud para manejo clínico y respuesta rápida.
• Gestión eficiente de inventarios de vacunas y suministros.
Sin embargo, también ofrece una oportunidad estratégica como fortalecer los sistemas de vigilancia integrada, mejorar la comunicación de riesgos y construir confianza en la vacunación.
La urgencia de actuar con visión preventiva
La fiebre amarilla, una enfermedad prevenible mediante una vacunación segura y asequible, vuelve a representar una amenaza para la región de las Américas. La experiencia reciente ha demostrado que cuando las coberturas de vacunación disminuyen, el virus encuentra espacios propicios para resurgir, poniendo en riesgo a poblaciones previamente protegidas y reactivando la transmisión en áreas vulnerables.
En este contexto, el llamado de la OPS es claro actuar con rapidez, reforzar la vacunación sistemática y garantizar la vigilancia activa en todos los niveles. La respuesta no puede esperar. La fiebre amarilla no solo es una amenaza para la salud pública; es un recordatorio de que la inmunización sigue siendo una de las herramientas más poderosas y subutilizadas en la lucha contra las enfermedades transmisibles.