La publicación de los Standards of Care in Diabetes 2026 por la Asociación Americana de Diabetes (ADA) son un buen incentivo técnico para los sistemas de salud en Latinoamérica y el mundo. En un contexto donde la inercia terapéutica, la fragmentación del cuidado y el aumento exponencial de costos por complicaciones crónicas amenazan la sostenibilidad de las organizaciones sanitarias, estas nuevas directrices no son sugerencias opcionales, sino imperativos de calidad clínica. La variabilidad en la práctica clínica sigue siendo un problema estructural; pacientes con perfiles de riesgo idénticos reciben tratamientos dispares dependiendo del nivel de atención, lo que resulta en desenlaces prevenibles como insuficiencia renal, eventos cardiovasculares mayores y hospitalizaciones por crisis hiperglucémicas.
La actualización 2026 profundiza en la personalización basada en la fisiopatología y el riesgo, alejándose definitivamente del enfoque glucocéntrico exclusivo. Se consolida el rol de la gestión del peso como un objetivo primario de tratamiento, equiparable al control glucémico, y se establecen mandatos claros sobre el uso de tecnología automatizada y terapias modificadoras de la enfermedad. Para los directivos de IPS, aseguradores y clínicos, comprender estos cambios es vital para ajustar los modelos de contratación, las guías de práctica institucional y los indicadores de gestión de riesgo. Este artículo desglosa, con estricta fidelidad a los documentos oficiales, las directrices que regirán la práctica clínica el próximo año.
Contexto y alcance de las actualizaciones 2026
El Comité de Práctica Profesional de la ADA ha realizado revisiones sustanciales basadas en la evidencia más reciente. Un cambio transversal en todos los documentos es la insistencia en el lenguaje centrado en la persona y culturalmente sensible, reconociendo que la estigmatización afecta la adherencia y los resultados clínicos. Además, se han fortalecido las alianzas interdisciplinarias: secciones clave como la de Salud Ósea, Obesidad, Enfermedad Cardiovascular y Enfermedad Renal Crónica han recibido el respaldo de sociedades científicas especializadas (como la American College of Cardiology y la National Kidney Foundation), lo que subraya la naturaleza multisistémica del manejo actual.
Las revisiones de 2026 enfatizan la necesidad de sistemas de salud que adopten una cultura de mejora continua de la calidad. Se insta a las organizaciones a implementar programas de benchmarking y a utilizar registros de pacientes y herramientas de soporte a la decisión clínica. La actualización no solo ajusta metas numéricas, sino que redefine los procesos de atención para integrar los determinantes sociales de la salud (SDOH) como factores clínicos modificables que deben evaluarse y abordarse sistemáticamente en cada encuentro clínico.
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Lo que cambia en diagnóstico, estratificación de riesgo y metas terapéuticas
El diagnóstico y la clasificación de la diabetes se han refinado para permitir un manejo más preciso. Se mantiene el uso de A1C, glucosa plasmática en ayunas (FPG) y prueba de tolerancia oral a la glucosa (OGTT) como criterios diagnósticos estándar. Sin embargo, se introduce una distinción crítica en la monitorización de la diabetes tipo 1 presintomática. Las personas con múltiples autoanticuerpos confirmados tienen un alto riesgo de progresión y deben ser referidas a centros especializados. Una novedad importante es que los individuos con un único autoanticuerpo IA-2 confirmado deben ser monitoreados de manera similar a aquellos con múltiples autoanticuerpos, dado que la positividad para IA-2 es un factor de riesgo independiente de progresión rápida .

En cuanto a la estratificación de riesgo en adultos asintomáticos, se recomienda el tamizaje para prediabetes y diabetes tipo 2 a partir de los 35 años para toda la población, y en adultos de cualquier edad con sobrepeso u obesidad que tengan al menos un factor de riesgo adicional. Se ha añadido la recomendación específica de tamizar a personas que inician medicamentos que aumentan el riesgo de hiperglucemia, como estatinas, diuréticos tiazídicos y ciertos antirretrovirales para el VIH. Además, se enfatiza el monitoreo de glucosa postprandial o aleatoria en pacientes con uso recurrente o a largo plazo de glucocorticoides .
Las metas terapéuticas continúan siendo individualizadas. Para la mayoría de los adultos no gestantes sin hipoglucemia significativa, una meta de A1C <7% (53 mmol/mol) sigue siendo apropiada. Sin embargo, se validan métricas del monitoreo continuo de glucosa (CGM) como objetivos terapéuticos primarios: un Tiempo en Rango (TIR) >70% con un Tiempo Por Debajo del Rango (TBR) <4% se correlaciona con desenlaces positivos y debe usarse para guiar la terapia en usuarios de tecnología .

Monitoreo y seguimiento de la Diabetes 2026
El estándar de cuidado 2026 posiciona al monitoreo continuo de glucosa (CGM) no como un lujo, sino como una herramienta estándar para poblaciones específicas. Se recomienda el uso de CGM desde el inicio de la diabetes y en cualquier momento posterior para todos los niños, adolescentes y adultos con diabetes tipo 1 o tipo 2 que estén en terapia con insulina, así como para aquellos en terapias no insulínicas que puedan causar hipoglucemia .
La evaluación del estado glucémico debe realizarse al menos dos veces al año en pacientes estables que cumplen objetivos, y trimestralmente en aquellos que no cumplen metas o han tenido cambios en la terapia. En situaciones donde la A1C no es confiable (ej. hemoglobinopatías, recambio eritrocitario alterado), se debe utilizar el CGM o marcadores alternativos como la fructosamina. Se destaca la importancia de los reportes estandarizados, como el Perfil Ambulatorio de Glucosa (AGP), para facilitar la toma de decisiones compartida .
Manejo farmacológico recomendado para la Diabetes en 2026
El manejo farmacológico de la diabetes tipo 2 en 2026 consolida el cambio de paradigma hacia un enfoque basado en la fisiopatología y la protección de órganos, independientemente del nivel basal de A1C o del uso de metformina. Este es el componente más crítico para la actualización de los formularios terapéuticos y guías de práctica clínica.

Selección por comorbilidades: El algoritmo cardio-renal-metabólico
Para adultos con diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular ateroesclerótica (ASCVD) establecida o alto riesgo de la misma, insuficiencia cardíaca (IC) o enfermedad renal crónica (ERC), el plan de tratamiento debe incluir agentes con beneficio cardiovascular o renal demostrado.
- Enfermedad Cardiovascular (ASCVD) o Alto Riesgo: Se recomienda un agonista del receptor de GLP-1 (GLP-1 RA) con beneficio cardiovascular probado o un inhibidor de SGLT2 (SGLT2i) con beneficio cardiovascular probado. Esta decisión es independiente de la A1C basal o del uso de metformina .
- Insuficiencia Cardíaca (IC): En adultos con diabetes tipo 2 e insuficiencia cardíaca (con fracción de eyección reducida o preservada), se recomienda un SGLT2i para el manejo glucémico y la prevención de hospitalizaciones por IC. Adicionalmente, para pacientes con IC con fracción de eyección preservada (HFpEF) y obesidad, se recomienda un agonista dual GIP/GLP-1 (tirzepatida) o un GLP-1 RA con beneficio demostrado para reducir síntomas y eventos de IC .
- Enfermedad Renal Crónica (ERC): En pacientes con ERC (TFGe 20-60 mL/min/1.73 m² y/o albuminuria), se debe usar un SGLT2i para reducir la progresión de la enfermedad y eventos cardiovasculares. Si el SGLT2i no es tolerado o está contraindicado, se recomienda un GLP-1 RA con beneficio cardiovascular probado. En pacientes con ERC avanzada (TFGe <30 mL/min/1.73 m²), se prefiere un GLP-1 RA para el manejo glucémico debido al menor riesgo de hipoglucemia .
Manejo enfocado en peso y esteatosis hepática (MASLD/MASH)
El control del peso es un objetivo co-primario del tratamiento. Para pacientes con diabetes tipo 2 y sobrepeso u obesidad, se prefieren fármacos con alta eficacia en pérdida de peso.
- Alta eficacia: Semaglutida y tirzepatida son los agentes de elección.
- MASLD/MASH: En adultos con diabetes tipo 2 y enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD), especialmente con esteatohepatitis (MASH) probada por biopsia o alto riesgo de fibrosis, se prefiere un GLP-1 RA con beneficio demostrado (como semaglutida). La pioglitazone o un agonista dual GIP/GLP-1 también pueden considerarse .
Intensificación y terapia combinada para la Diabetes
La inercia terapéutica debe evitarse activamente. Si no se alcanzan las metas individualizadas, la modificación del tratamiento (intensificación o desintensificación) no debe retrasarse.
- Terapia combinada inicial: Se debe considerar en pacientes con A1C 1.5-2.0% por encima de la meta para acelerar el logro de objetivos .
- Uso de Insulina: La introducción de insulina debe considerarse si hay síntomas de catabolismo (pérdida de peso), síntomas de hiperglucemia, o niveles de A1C >10% o glucosa ≥300 mg/dL. Sin embargo, si no hay catabolismo severo, se prefiere iniciar con un GLP-1 RA antes que insulina. Si se requiere insulina, se recomienda la combinación con un GLP-1 RA (o dual GIP/GLP-1 RA) por su mayor eficacia y beneficios en peso e hipoglucemia frente a insulina sola .
Consideraciones de seguridad y costos
Al iniciar nuevos agentes antihiperglucémicos, se debe reevaluar la necesidad o dosis de terapias asociadas a hipoglucemia (sulfonilureas, meglitinidas, insulina) para mitigar riesgos. El uso concurrente de inhibidores de DPP-4 con GLP-1 RA no se recomienda debido a la falta de beneficio adicional. En pacientes con barreras de costo, se pueden considerar medicamentos genéricos efectivos (metformina, sulfonilureas de segunda generación, tiazolidinedionas, insulina humana), siempre sopesando los riesgos de hipoglucemia y aumento de peso .
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Atención integral: estilo de vida, educación y autocuidado
El manejo efectivo requiere una base sólida de educación y soporte para el automanejo de la diabetes (DSMES). Se recomiendan cuatro momentos críticos para evaluar la necesidad de DSMES: al diagnóstico, anualmente, cuando surgen factores complicantes y durante transiciones de cuidado. El enfoque debe ser centrado en la persona, culturalmente apropiado y considerar los determinantes sociales de la salud .
Las intervenciones nutricionales deben ser individualizadas; no existe una distribución ideal de macronutrientes. Sin embargo, para personas con sobrepeso u obesidad, se recomienda una pérdida de peso de al menos 5-7% para mejorar la glucemia y factores de riesgo. Pérdidas mayores (>10%) pueden inducir remisión de la diabetes tipo 2 y mejorar desenlaces cardiovasculares. Se valida el uso de programas estructurados de estilo de vida e intervenciones intensivas conductuales para lograr estos déficits calóricos (500-750 kcal/día) .
Poblaciones especiales
Adultos mayores: Se enfatiza la desintensificación de terapias en pacientes con salud compleja o intermedia para reducir el riesgo de hipoglucemia. Para aquellos con función cognitiva intacta y pocas comorbilidades, las metas pueden ser similares a las de adultos más jóvenes (A1C <7.0-7.5%). En pacientes con fragilidad o demencia, el objetivo principal es evitar la hipoglucemia y la hiperglucemia sintomática, pudiendo aceptar una A1C <8.0% o incluso superior. Se recomienda el uso de CGM en adultos mayores con diabetes tipo 1 o tipo 2 en insulina para reducir la hipoglucemia .
Embarazo: Se recomienda el tamizaje temprano (<15 semanas) para diabetes no diagnosticada en personas con factores de riesgo. La aspirina en dosis bajas (100-150 mg/día) se recomienda desde las 12-16 semanas de gestación para reducir el riesgo de preeclampsia en mujeres con diabetes preexistente. Las metas glucémicas en el embarazo son estrictas: ayuno 70-95 mg/dL y 1h postprandial 110-140 mg/dL .
Diabetes inducida por terapias oncológicas: Se han añadido recomendaciones específicas para el manejo de la hiperglucemia asociada a inmunoterapia (inhibidores de punto de control), inhibidores de PI3K e inhibidores de mTOR. En pacientes tratados con inhibidores de PI3K, se recomienda considerar metformina profiláctica y monitoreo intensivo .
Implicaciones para sistemas de salud y prestadores
Los estándares 2026 exigen una reingeniería en la prestación de servicios. Los sistemas de salud deben adoptar una cultura de mejora continua de la calidad y utilizar datos poblacionales para identificar brechas en la atención. Se recomienda explícitamente el uso de trabajadores comunitarios de la salud y herramientas de salud digital (telesalud, aplicaciones móviles) para extender el alcance del cuidado y abordar barreras sociales. El reembolso y la cobertura de los programas de prevención de diabetes (DPP) deben ser garantizados por los aseguradores para asegurar el acceso equitativo .
Análisis Detallado por Guía Específica (2026)
Documento 1: Enfoques farmacológicos para el tratamiento glucémico
Este documento es la piedra angular del manejo clínico, actualizando los algoritmos de tratamiento para diabetes tipo 1 y tipo 2. Aporta una clarificación vital sobre el uso de terapias combinadas desde el inicio en diabetes tipo 2 para superar la inercia clínica. Recomienda explícitamente priorizar GLP-1 RA y SGLT2i en pacientes con riesgo cardiovascular o renal, independientemente de la A1C o el uso de metformina. Introduce algoritmos específicos para el manejo de la hiperglucemia en situaciones complejas como el uso de glucocorticoides y terapias oncológicas .
Su relevancia radica en que redefine el éxito terapéutico: ya no es solo bajar la glucosa, sino proteger órganos y gestionar el peso. Establece que en adultos con diabetes tipo 2 sin hiperglucemia severa, los agonistas de GLP-1 son preferidos sobre la insulina. Además, proporciona tablas detalladas de costos y eficacia que son herramientas esenciales para la toma de decisiones en comités de farmacia y terapéutica.
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Documento 2: Resumen de revisiones de los estándares 2026
Este texto actúa como el mapa de navegación de todos los cambios, destacando las modificaciones en la evidencia y el lenguaje. Aporta la racionalidad detrás de nuevas recomendaciones, como la inclusión de la vacuna contra el VSR y los cambios en el tamizaje de diabetes relacionada con fibrosis quística. Es crucial porque identifica rápidamente las áreas donde las políticas institucionales deben actualizarse para cumplir con el estándar actual .
Recomienda el uso de un lenguaje basado en fortalezas y libre de estigma, lo cual debe permear todas las comunicaciones clínicas y administrativas. También resalta la nueva recomendación de considerar el uso de metformina para prevenir la hiperglucemia en pacientes tratados con inhibidores de PI3K, una adición específica que conecta la oncología con la diabetología .
Documento 3: Adultos mayores
Este documento adapta las metas de cuidado para una población heterogénea, introduciendo el marco de las “4Ms” (Mentation, Medications, Mobility, Matters Most) para una atención amigable con la edad. Recomienda simplificar regímenes complejos de insulina para reducir el riesgo de hipoglucemia y polifarmacia, y prioriza agentes con bajo riesgo de hipoglucemia. Aporta algoritmos claros para la desintensificación terapéutica, algo que a menudo se omite en la práctica clínica habitual .
Es fundamental para los sistemas de salud que manejan cohortes envejecidas, ya que valida clínicamente la decisión de ser menos agresivo con las metas de A1C (<8.0% o más) en pacientes con fragilidad o deterioro cognitivo, enfocándose en la seguridad y la calidad de vida. También promueve el uso de tecnología como CGM en esta población para reducir la carga del cuidador .
Documento 4: Evaluación médica integral y comorbilidades
Este capítulo expande el alcance de la visita médica más allá de la glucosa, integrando la salud ósea, la salud hepática y la inmunización. Recomienda explícitamente el tamizaje de fibrosis hepática (usando FIB-4) en todos los adultos con diabetes tipo 2 o prediabetes, y la derivación a hepatología si el riesgo es alto. También introduce nuevas guías sobre la vacunación contra el VSR en adultos mayores .
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Su importancia radica en la detección temprana de comorbilidades silenciosas pero letales como la enfermedad hepática esteatósica (MASLD/MASH) y la osteoporosis. Establece que el manejo de la diabetes debe incluir una evaluación de la salud ósea y considerar el impacto de los antidiabéticos en el riesgo de fractura, recomendando evitar tiazolidinedionas y sulfonilureas en pacientes de alto riesgo .
Documento 5: Metas glucémicas e hipoglucemia
Define las métricas de éxito terapéutico y seguridad. Ratifica la A1C <7% como meta general, pero eleva el perfil del Tiempo en Rango (TIR) >70% como objetivo clave para usuarios de CGM. Introduce recomendaciones fuertes sobre la prescripción de glucagon (preferiblemente formulaciones que no requieren reconstitución) para todos los pacientes en insulina o con alto riesgo de hipoglucemia .
Este documento es vital para la gestión de riesgo clínico, ya que establece que un episodio de hipoglucemia nivel 2 o 3 debe desencadenar obligatoriamente una reevaluación del plan de tratamiento. También aborda la prevención de la cetoacidosis diabética (DKA), especialmente en usuarios de inhibidores SGLT2, recomendando la educación sobre monitoreo de cetonas .
Documento 6: Diagnóstico y clasificación
Refina los criterios para diagnosticar los diferentes tipos de diabetes, enfatizando la distinción entre diabetes tipo 1, tipo 2 y formas monogénicas. Recomienda el tamizaje universal para prediabetes y diabetes a partir de los 35 años. Introduce la estadificación de la diabetes tipo 1 (Estadios 1, 2 y 3) y recomienda el uso de Teplizumab para retrasar el inicio de la diabetes tipo 1 en estadio 3 en individuos elegibles .
Aporta claridad sobre el diagnóstico de diabetes post-trasplante y diabetes relacionada con fibrosis quística, recomendando la OGTT como prueba preferida en estos casos. Es esencial para evitar diagnósticos erróneos que conducen a terapias inadecuadas, como tratar una diabetes tipo 1 o monogénica como si fuera tipo 2 .
Documento 7: Obesidad y gestión del peso
Establece la gestión del peso como un objetivo co-primario del tratamiento de la diabetes tipo 2. Recomienda intervenciones conductuales intensivas y el uso de farmacoterapia (específicamente GLP-1 RA y tirzepatida) con mayor eficacia en pérdida de peso. Valida la cirugía metabólica como una opción de tratamiento para la diabetes tipo 2 en pacientes con IMC ≥30 kg/m² que son candidatos quirúrgicos .
Este documento es crucial para reorientar los programas de crónicos, moviéndolos de un enfoque de “falla terapéutica” a uno proactivo de manejo de la adiposidad. Introduce el concepto de monitoreo antropométrico frecuente y el uso de un lenguaje libre de sesgos al discutir el peso con los pacientes .
Documento 8: Mejorando la atención y promoviendo la salud
Se centra en los determinantes sociales de la salud (SDOH) y los sistemas de entrega de cuidado. Recomienda evaluar inseguridad alimentaria, vivienda y barreras financieras en cada encuentro clínico. Promueve el uso de trabajadores comunitarios de la salud y modelos de atención basados en equipos para cerrar brechas de inequidad .
Es un llamado a la acción para los administradores de salud, sugiriendo que la inversión en abordar los SDOH y en herramientas de salud digital no solo mejora la equidad, sino que es costo-efectiva. Destaca la importancia de alinear los modelos de pago con la calidad de la atención y los resultados de salud poblacional .
Documento 9: Prevención o retraso de la diabetes
Focaliza en intervenciones para detener la progresión de prediabetes a diabetes tipo 2 y el retraso de la diabetes tipo 1 clínica. Recomienda programas de prevención de diabetes (DPP) estructurados y considera el uso de metformina en pacientes de alto riesgo (IMC ≥35 kg/m², <60 años, historia de diabetes gestacional). Introduce el monitoreo de la diabetes tipo 1 presintomática para intervenir tempranamente .
Aporta evidencia sobre la eficacia a largo plazo de las intervenciones en estilo de vida y metformina. Es relevante para el diseño de programas de promoción y prevención (P&P), justificando la cobertura de programas de estilo de vida por parte de los aseguradores como una estrategia de contención de costos a largo plazo .
Documento 10: Tecnología en diabetes
Define el estándar para el uso de hardware y software en el manejo de la diabetes. Establece que los sistemas de administración automatizada de insulina (AID) son el método preferido para diabetes tipo 1 y deben considerarse en diabetes tipo 2 insulinorequiriente. Recomienda el inicio temprano de tecnología, incluso al diagnóstico, y apoya el uso de plumas de insulina conectadas .
Este documento desafía a los sistemas de salud a eliminar barreras de acceso a la tecnología. Aclara que el nivel de péptido C o la duración de la diabetes no deben ser requisitos para iniciar terapia con bomba o AID. También aborda la necesidad de educación estructurada tanto para pacientes como para el personal escolar y de salud sobre el uso de estos dispositivos .
Recapitulando
Los Estándares de Atención 2026 de la ADA representan una evolución hacia una medicina de precisión, preventiva e inclusiva. La convergencia de nuevas terapias farmacológicas potentes con tecnología de monitoreo avanzado ofrece una oportunidad sin precedentes para modificar el curso natural de la diabetes. Sin embargo, la implementación de estas guías enfrenta el reto de la sostenibilidad financiera y la equidad en el acceso.
La pregunta estratégica para los líderes del sector salud en 2026 no es si deben adoptar estas tecnologías y fármacos, sino cómo rediseñar sus modelos de atención para financiar y operativizar estas intervenciones de manera eficiente. ¿Están nuestros sistemas de información, contratación y rutas de atención preparados para gestionar la diabetes no solo como una variable glucémica, sino como un desafío cardiometabólico y social integral?
Nota editorial y créditos científicos: Este artículo técnico fue elaborado por Consultorsalud exclusivamente a partir de los documentos oficiales Standards of Care in Diabetes—2026 proporcionados por la American Diabetes Association (ADA), publicados en Diabetes Care, Volumen 49, Suplemento 1, Enero 2026.
La información aquí presentada tiene fines informativos y de actualización profesional; no sustituye el criterio médico clínico individual ni las guías locales vigentes.
Referencias principales:
- American Diabetes Association Professional Practice Committee. Pharmacologic Approaches to Glycemic Treatment: Standards of Care in Diabetes—2026. Diabetes Care 2026;49(Suppl. 1):S183–S215.
- American Diabetes Association Professional Practice Committee. Obesity and Weight Management for the Prevention and Treatment of Diabetes: Standards of Care in Diabetes—2026. Diabetes Care 2026;49(Suppl. 1):S166–S182.
- American Diabetes Association Professional Practice Committee. Cardiovascular Disease and Risk Management: Standards of Care in Diabetes—2026. Diabetes Care 2026;49(Suppl. 1):S179–S209.
- American Diabetes Association Professional Practice Committee. Diabetes Technology: Standards of Care in Diabetes—2026. Diabetes Care 2026;49(Suppl. 1):S150–S165.
- American Diabetes Association Professional Practice Committee. Comprehensive Medical Evaluation and Assessment of Comorbidities: Standards of Care in Diabetes—2026. Diabetes Care 2026;49(Suppl. 1):S61–S88.


