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Es tiempo de actuar: El riesgo financiero de las EPS pone en peligro el sistema de salud en su totalidad

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Es una mirada demasiado miope y carente de perspectiva y de conocimientos sistémicos sectoriales y/o de voluntad de los responsables, concentrar únicamente la vista en la gravísima crisis financiera por la que nuevamente atraviesan las Empresas Promotoras de Salud del país, sin comprender que de manera instantánea este fenómeno coloca en riesgo todo el ecosistema sanitario, desde su institucionalidad prestacional pública y privada pasando por el suministro de bienes, servicios y tecnologías y se anida peligrosamente en el eslabón más débil de esta cadena, el ciudadano / paciente que podría pagar con su vida está parálisis por análisis.

Alejémonos de la polarización ideológica y política, sin querer con esto minimizar la importancia de identificar las causas de estos desequilibrios y buscar a los responsables por acción u omisión, o juzgar la licitud de sus actuaciones (siempre habrá espacio para que la justicia actúe). En cambio, es urgente alzar la voz para exigir a los stakeholders una cesación inmediata de sus hostilidades y una sentada seria y definitiva para abordar la situación real.

Es evidente que el Ministro de Salud actual no es el causante de estos hechos, pero sí es responsable de su contención y mejoramiento, ya que es el rector del sistema.

Por otro lado me niego a creer, que la situación actual se deba a una “estrategia política y sectorial de marchitamiento” instaurada por el gobierno actual, para sembrar indebidamente sobre los escombros del sistema de salud, una nueva estructura que no ha sido aprobada por el legislador, que es el representante del pueblo colombiano; esto sería la mayor afrenta al país y merecería la asignación de responsabilidades civiles y penales de la mayor jerarquía por sus consecuencias (que también serán de ser así, del resorte del imperio de la ley en su debido momento)

El proyecto de ley 339 de 2023, que tantas conversaciones, gritos, jugaditas, foros, proposiciones, aprobaciones y eliminaciones ha sufrido, no alcanzará cualquiera que sea su futuro, a intervenir estos problemas críticos que las EPS, IPS, proveedores y pacientes han alertado en los últimos meses y semanas.

Por ende este si es el momento indispensable (quizás con algo de tardanza) para tomar acciones y estabilizar el sistema; No se equivoquen, no estoy proponiendo salvar a las EPS a priori y sin condiciones, ni estoy hablando de mantener el statu quo de lo curativo sobre lo preventivo, sino de reconocer que se están socavando los cimientos del sistema y que no existe la arquitectura mínima necesaria para que los actores públicos tomen el relevo. Las consecuencias de esta inacción serían la anarquía asistencial, el ausentismo financiero y la desprotección casi completa y mortal de los ciudadanos.

Me queda nítido que si llegamos a ese estado de cosas inconstitucional, nos enfrentaríamos a la declaración de una emergencia económica, social y sectorial, en donde el pluralismo se borraría de un plumazo y surgiría un modelo sistémico no consensuado cuyo impacto está demasiado lejos de mi actual entendimiento, y que francamente considero el peor escenario posible.

Basta de posiciones anacrónicas, superficiales y desprovistas de empatía y reconocimiento por la complejidad de las circunstancias y la visión del otro: les confirmo por si no lo notan que ninguno de los bandos está ganando y en cambio sí, todos estamos perdiendo.

Hago un llamado a la sensatez de todos los funcionarios, profesionales y líderes del sector salud que tienen algún grado de gobernanza, tanto en lo público como en lo privado. Les insto a asumir un papel activo en la resolución de esta crisis, tomando algún trozo del timón de este barco que camina hacia la deriva. Deben hacerlo con la fuerza que la historia les exige y la mayor responsabilidad social y sectorial posible para llevarlo a un puerto seguro.

Firmen una tregua, levanten la cabeza por encima de las trincheras que han construido y que no les permiten ver la realidad de lo que está ocurriendo. Tranquilicen al país con medidas lógicas, apropiadas y suficientes:  ya tenemos suficiente zozobra nacional, para agregar la posibilidad de perder nuestro increíble derecho a la salud.

Señores, no es su derecho fundamental a la salud: es nuestro, del pueblo; no lo destruyan.

Todos somos pueblo, de cualquier color, lugar, vertiente política, sexo, género, profesión u ocupación, y clase social. Somos todos colombianos.

No sé ustedes, pero yo me declaro en alerta máxima para estabilizar el sistema de salud; luego y juntos lo podemos transformar y mejorar. Cuenten conmigo, tengo la camisa arremangada otra vez.

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