El síndrome de Dravet, también conocido como Epilepsia Mioclónica Severa de la Infancia (SMEI), es una encefalopatía epiléptica del desarrollo de origen genético que pertenece a la familia de las canalopatías.
Con una incidencia estimada de 1 de cada 16,000 nacimientos, esta enfermedad se considera rara y grave, afectando a niños en su primer año de vida debido a una mutación genética. Se caracteriza por crisis convulsivas prolongadas, a menudo desencadenadas por fiebre, que pueden causar retrasos en el desarrollo cognitivo, problemas de aprendizaje, coordinación motora y conducta.
En el 60% de los casos, se asocia con retraso mental severo y puede estar relacionado con otras condiciones, como trastornos cardiovasculares, problemas dentales, deformidades espinales y trastornos del sueño. En este artículo, se abordará la prevalencia, el diagnóstico y el tratamiento del síndrome de Dravet.
Prevalencia
El síndrome de Dravet es considerado una enfermedad rara, con una incidencia estimada de 1 de cada 20,000 a 40,000 nacidos vivos y una prevalencia del 7% de las epilepsias en niños menores de 3 años. Afecta tanto a hombres como a mujeres por igual y se encuentra en todo el mundo. Se han descrito más de 500 tipos de mutaciones diferentes, siendo el gen SCN1A responsable del 70-80% de los casos.
Causas
En aproximadamente el 80% de los pacientes, el síndrome de Dravet es causado por una mutación en el gen SCN1A, el cual produce canales iónicos de sodio que regulan la entrada y salida de iones de sodio en las células, permitiendo la propagación de señales eléctricas. Aunque existen diferentes tipos de mutaciones en el gen SCN1A, no se ha establecido una relación entre el tipo de mutación y la gravedad de la enfermedad.
La disfunción de los canales iónicos de sodio afecta principalmente la capacidad de generar potenciales de acción en las neuronas inhibidoras, lo que altera el equilibrio entre la excitación e inhibición.
El 90% de las mutaciones en SCN1A ocurren de novo, es decir, no se heredan de los padres del paciente. Por otro lado, del 4% al 10% de las mutaciones son heredadas, con una probabilidad del 50% de transmitir la mutación a futuros hijos.
Además, las mutaciones en SCN1A se han relacionado con otros trastornos, como migrañas, convulsiones febriles o epilepsia generalizada con convulsiones febriles plus.
Síntomas
El síndrome de Dravet puede causar diferentes tipos de crisis convulsivas en los pacientes, las cuales pueden ser desencadenadas por factores como la fiebre, la luz artificial, el sol, cambios de temperatura, esfuerzo físico o excitación.
Las crisis mioclónicas son las más comunes, aunque no siempre están presentes. Suelen ocurrir con cierta periodicidad, cada 6-8 semanas, y entre el primer y cuarto año de vida pueden presentarse de manera más frecuente y sin relación directa con la fiebre. Si estas crisis duran más de media hora, se considera un estado epiléptico, que es una complicación más grave.
La mayoría de los pacientes con síndrome de Dravet experimentan retraso en el desarrollo y problemas de aprendizaje que afectan el lenguaje y la comunicación. Estos problemas pueden evolucionar hacia un déficit intelectual, a menudo severo, que se estabiliza a partir de los 4 años. También pueden presentar dificultades en la coordinación motora y problemas de comportamiento que dificultan la vida diaria tanto para el niño como para su familia.
El síndrome de Dravet se caracteriza por una serie de síntomas clínicos y electroencefalográficos, como convulsiones prolongadas, deterioro cognitivo progresivo, ataxia y otras alteraciones motoras. Los pacientes con esta enfermedad suelen ser resistentes al tratamiento farmacológico, experimentando convulsiones frecuentes y prolongadas que pueden durar más de diez minutos. Además, se observa un deterioro en la actividad eléctrica del cerebro (EEG) y un retraso en el desarrollo cognitivo posterior al inicio de las crisis convulsivas.
Además de estos síntomas, el síndrome de Dravet puede causar otros problemas comunes como trastornos del comportamiento y del espectro autista, dificultades en el movimiento y el equilibrio, problemas ortopédicos, problemas dentales, dificultades para dormir, infecciones crónicas, trastornos de integración sensorial y disfunción del sistema nervioso autónomo.
Los diferentes estadios del síndrome de Dravet
El síndrome de Dravet se caracteriza por su evolución en diferentes etapas, tanto en términos de las crisis epilépticas como del desarrollo psicológico y cognitivo del niño.
En la fase inicial, que ocurre en niños menores de un año, la primera crisis suele desencadenarse por una fiebre leve y se trata de una convulsión crónica. Durante esta etapa, el desarrollo psicomotor y cognitivo del niño suele ser normal.
En la fase de empeoramiento, que ocurre en niños de entre 1 y 5 años, la frecuencia de las crisis aumenta y se presentan otros tipos de convulsiones, como las mioclónicas y las ausencias atípicas. También se observa una desaceleración general del desarrollo, trastornos intelectuales y de comportamiento, problemas de coordinación y afectación del habla y el lenguaje.
En la fase de estabilización, que ocurre en niños mayores de cinco años, el número y la duración de las convulsiones disminuyen, pero rara vez se detienen por completo. Además, los trastornos psicomotores y cognitivos tienden a estabilizarse, aunque la comunicación sigue siendo difícil y se pueden observar ciertas características del espectro autista.
Diagnóstico
El diagnóstico del síndrome de Dravet puede ser desafiante, ya que a menudo requiere una combinación de pruebas clínicas y genéticas. Los primeros signos de la enfermedad suelen aparecer en el primer año de vida, con convulsiones que a menudo se desencadenan por fiebre y que son difíciles de controlar con medicamentos.
Las pruebas genéticas son fundamentales para el diagnóstico, ya que las mutaciones en el gen SCN1A son responsables de hasta el 80% de los casos de síndrome de Dravet. Se recomienda un diagnóstico temprano, ya que muchos de los fármacos antiepilépticos de primera elección están contraindicados en este síndrome y pueden empeorar el curso de la enfermedad. Para confirmar el diagnóstico, se puede realizar una prueba genética que detecte la anomalía en el gen SCN1A a partir de una muestra de sangre del niño.
Tratamiento
El tratamiento del síndrome de Dravet puede ser desafiante debido a la resistencia a los medicamentos antiepilépticos tradicionales. Sin embargo, un enfoque terapéutico especializado puede reducir la frecuencia y la gravedad de las convulsiones. Es importante evitar ciertos medicamentos antiepilépticos que pueden empeorar las convulsiones en pacientes con síndrome de Dravet. Siempre consulte con un profesional de la salud para determinar la mejor opción de tratamiento según cada caso.
Además de los medicamentos, los pacientes pueden beneficiarse de terapias físicas, del habla y ocupacionales para abordar los retrasos en el desarrollo y los problemas de comportamiento asociados con la enfermedad.
Aunque no existe un tratamiento curativo para el síndrome de Dravet, la combinación de valproato, clobazam y stiripentol puede reducir el riesgo de estado epiléptico y frenar la progresión de la enfermedad.
Ensayos Clínicos
Actualmente, se están llevando a cabo diversos ensayos clínicos con el objetivo de encontrar fármacos eficaces