Cuidar a quienes cuidan, el imperativo de transformar la educación en salud

**Por Dra. María Clara Rangel Galvis, Exrectora de la Universidad El Bosque

Colombia atraviesa un momento crucial en la discusión sobre su modelo de salud. Las diversas propuestas de reformas estructurales en curso, centradas en la atención primaria, la descentralización y la búsqueda de equidad territorial, han reactivado un debate de fondo: ¿estamos formando el talento humano en salud que el país necesita? Esta pregunta, lejos de ser meramente técnica, interpela a la academia en su rol esencial dentro del sistema de salud, la cual es garantizar la calidad, pertinencia y sostenibilidad de la formación de los futuros profesionales.

Hoy, el país enfrenta una paradoja, mientras aumentan las demandas de cobertura, acceso y calidad en salud, también se agudiza la escasez de médicos generales y especialistas, particularmente en zonas rurales y apartadas. El desequilibrio entre los niveles de atención —con una carga desproporcionada en los servicios de mediana y alta complejidad— no puede resolverse únicamente desde la política pública o la financiación. Requiere una transformación profunda en la manera como educamos.

La formación en salud debe dejar de estar centrada exclusivamente en los hospitales y pasar a formar profesionales en, desde y para la comunidad. Este cambio implica revisar planes de estudio, fortalecer competencias en salud pública, comunicación, ética, trabajo interdisciplinario, liderazgo comunitario y tecnologías aplicadas. Requiere también construir alianzas sólidas con el sistema de salud y con las comunidades para que la formación sea contextualizada, sensible a las realidades territoriales y capaz de impactar desde lo local.

La academia tiene además el desafío de responder a las transformaciones tecnológicas. La telemedicina, el uso de inteligencia artificial para el diagnóstico, la historia clínica interoperable, entre otros avances, exigen una nueva alfabetización digital en el sector. Pero esta transformación debe ser crítica, ética y responsable, poniendo siempre al ser humano en el centro de la atención. La tecnología debe complementar, no reemplazar, el juicio clínico, el vínculo empático y la comprensión integral del paciente.

Por otra parte, el bienestar de quienes eligen formarse en las ciencias de la salud es un aspecto que no puede seguir siendo marginal. La salud mental de los estudiantes y profesionales en formación, las condiciones laborales durante sus prácticas, la exposición a contextos de alta presión y la carga emocional que conlleva el cuidado de otros, deben ser parte de la conversación estructural sobre calidad educativa. Cuidar a quienes cuidan comienza por reconocer que la formación no puede darse al margen de la dignidad, la seguridad y el acompañamiento integral.

Como instituciones de educación superior, tenemos la responsabilidad de liderar procesos de transformación que no solo acompañen la coyuntura, sino que anticipen escenarios futuros. La investigación, la innovación y el trabajo conjunto con los actores del sistema de salud deben ser pilares de esta tarea. En el caso de la Universidad El Bosque, asumimos este reto desde una mirada integral del ser humano, que reconoce la interacción entre lo biológico, lo psicológico, lo social y lo cultural como eje de la formación, la atención y la transformación. No se trata únicamente de adaptarse al nuevo modelo, sino de formar ciudadanos capaces de pensar críticamente, actuar con compasión y transformar los entornos en los que intervienen.

Colombia necesita hoy una academia comprometida con la salud como derecho fundamental y con la educación como medio catalizador para hacerlo posible. Esta es una responsabilidad colectiva, pero también una oportunidad histórica: formar profesionales que no solo sepan tratar la enfermedad, sino también prevenir, mantener, acompañar, investigar y transformar.