Con el avance de las TIC aplicadas a la gestión sanitaria, la disponibilidad de datos y tableros digitales se ha convertido en una pieza clave para organizar información y fortalecer la trazabilidad de recursos. En esa línea, la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES) lanzó oficialmente la sala de inteligencia de la entidad, una herramienta digital diseñada para hacer público y transparente el uso de los recursos del sistema de salud colombiano, con foco en gestión, control y trazabilidad financiera.
Según la entidad, la plataforma integra en un solo entorno la visualización de indicadores clave relacionados con recaudo, pagos, reconocimientos y auditorías, con el objetivo de ofrecer información más clara y estructurada para el seguimiento del flujo de recursos.
La iniciativa cuenta con el apoyo del Banco Mundial y se presenta como parte de la estrategia institucional para consolidar a la ADRES como un pagador inteligente, mediante el uso de tecnología, analítica de datos e inteligencia artificial para respaldar la toma de decisiones basada en evidencia.
En la presentación institucional, el director de la ADRES, el Dr. Félix León Martínez, destacó la herramienta como un componente estratégico de monitoreo y trazabilidad, y sintetizó el propósito de la plataforma como un núcleo de observación permanente del flujo financiero: “La sala de inteligencia es el corazón tecnológico que permitirá a la ADRES monitorear, anticipar, detectar riesgos y apoyar la toma de decisiones, así como llevar un control total al flujo y trazabilidad de los recursos”.



Lanzamiento institucional y propósito de transparencia
La ADRES enmarcó el lanzamiento como parte de una estrategia de modernización orientada a la gestión pública con mayor visibilidad del uso de recursos, y a la reducción de brechas históricas de información sobre recaudo, pagos y auditorías en el sistema. Se insistió en que la disponibilidad de información debe ser entendida como un componente de interés público y de rendición de cuentas, al señalar que la sociedad tiene derecho a conocer la información y a que esta no vuelva a quedar cerrada o inaccesible.
El proyecto fue presentado como un desarrollo liderado por el equipo de Innovación y Analítica de la entidad, con énfasis en consolidar indicadores en un mismo entorno digital y fortalecer el seguimiento de procesos financieros y administrativos. En las intervenciones asociadas al acompañamiento internacional, se reiteró que el uso sistemático de datos para decisiones estratégicas exige componentes institucionales como interoperabilidad, apropiación interna y reglas claras para el manejo de la información.
El Dr. Jeremy Veillard, especialista senior de Salud en el Banco Mundial, agradeció y felicitó al director de la ADRES y a todo el equipo por la puesta en marcha de esta iniciativa. “Hemos apoyado con las capacidades, el conocimiento regional y global del Banco Mundial, pero también de los colegas de la OPS y del Banco Interamericano de Desarrollo”. Además, insistió en que se identificó la necesidad, a corto plazo, de fortalecer la gobernanza de los datos e invertir en el mejoramiento de su calidad y en su generación en tiempo real, con el fin de crear las bases que respalden la toma de decisiones.
Por su parte, Jeanette Vega, Consultora en Salud del Banco Mundial, señaló que la creación de la sala de inteligencia representa un avance relevante para consolidar interoperabilidad y disponer de datos útiles para la toma de decisiones. Indicó que es positivo que la ADRES empiece a usar la información de manera sistemática para decisiones estratégicas, como ya ocurre en otros países, y enfatizó que se trata de un proceso gradual que requiere una gobernanza de datos clara, además de gestión del cambio con los equipos para facilitar la adopción y el uso compartido de la información. En esa línea, subrayó que el valor de los datos no está en “tenerlos”, sino en compartirlos adecuadamente y utilizarlos de forma efectiva.
Infraestructura, alfabetización y gobernanza: los pilares TIC detrás de la Sala de Inteligencia
En su intervención, la Dra. Jazmín Jaimes, especialista en financiamiento del Banco Mundial, ubicó la discusión en el contexto de la brecha digital y las condiciones necesarias para que las herramientas tecnológicas generen valor público. Señaló que en 2023, el índice de brecha digital en Colombia fue de 0,039, señalando que, cuanto más cercano a cero, menor es la brecha y explicó que este indicador se evalúa a partir de cuatro componentes: habilidades digitales (capacidades para adoptar tecnología), uso (frecuencia de utilización), acceso material (infraestructura tecnológica) y motivación (razones personales para usar o no herramientas digitales, con menor peso relativo).
En el componente de infraestructura, mencionó evidencia según la cual el acceso a internet de alta velocidad podría aumentar en 13% la probabilidad de “limpieza”. También hizo referencia a casos en Senegal y Nigeria, donde el acceso a 3G se ha asociado con reducción de pobreza extrema. En ese marco, subrayó que la infraestructura debe complementarse con alfabetización digital, dado que no basta con contar con software y herramientas si las personas no las adoptan ni fortalecen su uso.

La vocera recordó el acompañamiento del Banco Mundial a la ADRES en fortalecimiento institucional y señaló que, en 2023, se trabajó con equipos técnicos (incluyendo áreas misionales) para construir una hoja de ruta de transformación digital orientada a fortalecer a la entidad como pagador inteligente y estratégico. En ese proceso, enumeró cinco factores clave para que una transformación digital sea efectiva y replicable en instituciones públicas o privadas:
- Rediseñar/definir procesos antes de automatizar, para identificar cuellos de botella.
- Digitalizar procesos prioritarios, enfocándose en los que generan mayor valor.
- Dimensionar necesidades tecnológicas, mapeando infraestructura, talento humano y software disponible.
- Desarrollar capacidades analíticas, para convertir datos en conocimiento útil y decisiones informadas.
- Enfocar la experiencia en el usuario, entendiendo que en salud el usuario incluye pacientes, talento humano y ciudadanía.
A su vez, resaltó que estos cambios requieren gestión del cambio transversal, apropiación por parte de los equipos y reglas claras de gobernanza de datos. Conectó esa ruta con la creación de la Sala de Inteligencia, presentada como un medio para tomar decisiones basadas en evidencia, fortalecer la operatividad y promover la transparencia en el uso de los recursos, apoyada en el propósito del dato, la automatización y la interoperabilidad.


¿Qué es la sala de inteligencia de la ADRES y qué información consolida?
La sala de inteligencia fue presentada como un entorno digital integrado que permite observar y organizar información estratégica del sistema, especialmente la relacionada con procesos administrados por la ADRES. En términos operativos, la entidad indicó que allí se visualizan indicadores clave vinculados con recaudo, pagos, reconocimientos y auditorías, en un mismo espacio de consulta.
Durante el evento, los voceros insistieron en que la sala no se limita a mostrar tableros, sino que incorpora trabajo previo de integración y preparación de datos. En la explicación del componente institucional, se mencionó que el valor no está únicamente en ver indicadores, sino en el trabajo de base necesario para que la información tenga utilidad operativa y pública.
Como parte del enfoque técnico, se planteó que la sala se apoya en automatización e interoperabilidad para reducir cargas operativas y evitar duplicidades. En el mismo material se describió que la automatización disminuiría tareas repetitivas y que la interoperabilidad ayudaría a reducir duplicidades incluso dentro de una misma institución. Según lo expuesto por la entidad, los frentes de información que organiza la sala incluyen:
- Recaudo y seguimiento de comportamiento de ingresos del sistema.
- Pagos y visualización del flujo de giros.
- Reconocimientos económicos relacionados con procesos administrados por la ADRES.
- Auditorías y lectura de consistencias e inconsistencias en bases reportadas al sistema.
Arquitectura operativa y enfoque de uso institucional
Durante el lanzamiento de la Sala de Inteligencia de la ADRES, el Dr. Daniel Garavito, Asesor de Innovación y Analítica de la ADRES , introdujo la herramienta como un activo para la toma de decisiones públicas y abrió la demostración en vivo explicando que el objetivo era evidenciar su capacidad y “cómo el uso adecuado de los datos se convierte en una herramienta de transformación real”.

El Dr Garavito planteó una ruta conceptual que, según señaló, la entidad viene repitiendo como marco de cambio cultural: datos, transparencia y confianza, con el propósito de enfrentar problemas persistentes del sistema. En ese contexto, enumeró cinco ejes institucionales sobre los que afirmó que se está trabajando:
- Capacidad
- Transparencia
- Eficiencia
- Equidad
- Sostenibilidad
También sostuvo que el sistema de salud no puede entenderse como una estructura simple ni “resumirse” en un solo indicador. Para explicarlo, usó la analogía de diagnosticar a un paciente con un termómetro: si hay problemas de calidad de información, ese instrumento queda “descalibrado” y no permite interpretar bien la realidad. En ese mismo hilo, mencionó el orden de magnitud de los recursos del sector al referirse a 100 billones de pesos, y planteó preguntas al auditorio sobre si los recursos se gastan de manera eficiente y si son suficientes. Su conclusión fue que, cuando no existe capacidad de monitoreo y control, se pierde transparencia y se abren escenarios de ineficiencia, inequidad e insostenibilidad.
Según su intervención, la Sala se concibe como un “tablero óptico digital” que busca hacer visible para los actores del sistema que la ADRES analiza el comportamiento del flujo financiero y busca anomalías o desviaciones en el uso de recursos, sobre la base de desarrollos y sistemas de información ya existentes que, según indicó, deben fortalecerse.
¿Qué se explicó sobre el “trabajo que no se ve” detrás de la Sala?
Por otra parte, se enfatizó que la Sala no se limita a visualizaciones, sino que depende de un trabajo técnico previo asociado a gobernanza, arquitectura y calidad del dato. En esa explicación se mencionaron, entre otros, los siguientes frentes:
- Arquitectura de datos: levantamiento del flujo desde las fuentes hasta los tableros.
- Calidad del dato: definición y documentación de reglas alineadas al negocio.
- Metadatos: diferenciación entre metadatos técnicos y metadatos operativos.
- Seguridad: lineamientos y recomendaciones para publicación con control de accesos y trazabilidad.
- Estandarización: nomenclaturas comunes para que áreas distintas “hablen” el mismo idioma.


En el componente de operación de datos se presentaron cifras de volumen y desempeño, junto con capacidades de analítica e inteligencia artificial orientadas a democratizar el acceso a la información y acelerar consultas:
- 23 catálogos organizados en más de 2.000 tablas.
- Producción de más de mil millones de registros, con crecimiento continuo.
- Pico de 80.000 consultas al mes y más de 1.000 consultas diarias cruzando grandes volúmenes para indicadores.
- Procesamiento de 220 millones de facturas XML en tres horas (en el marco de tableros UPC, según se explicó).
- Infraestructura descrita como clúster con 32 TB de RAM y más de 4.000 procesadores, y ejemplo de consultas sobre más de 100.000 millones de registros en alrededor de 10 segundos.
- IA en distintos niveles: automatización de codificación médica, análisis de PDF, minería de procesos y rutas clínicas, y consultas en lenguaje natural sobre bases de datos.


Finalmente, se presentó una estimación de “ahorro estimado” de $23,87 billones bajo un “sistema de regulación tarifaria, así sea por la mediana de las actividades”, con desglose en procedimientos (14,54 billones), medicamentos (7,15 billones) e insumos (2,18 billones).
Con la puesta en marcha de la Sala de Inteligencia, la ADRES formaliza una apuesta por convertir la información financiera del sistema en un insumo público y trazable para el seguimiento del recaudo, los pagos, los reconocimientos y las auditorías, en un contexto donde la interoperabilidad, la calidad del dato y la analítica determinan la capacidad real de control.
El reto, como advirtieron los voceros del Banco Mundial, no se limita a la visualización de tableros; exige gobernanza de datos, apropiación institucional y gestión del cambio para que el uso sistemático de la información se traduzca en decisiones oportunas y rendición de cuentas. En ese horizonte, la sala queda planteada como un activo que busca fortalecer la transparencia y la eficiencia del flujo de recursos, y que, de consolidarse, podría reconfigurar la forma en que el sistema monitorea riesgos, identifica desviaciones y sustenta discusiones públicas basadas en evidencia.