Bogotá ha alcanzado un avance histórico en la prevención del suicidio, revirtiendo una tendencia que durante años preocupó a autoridades sanitarias y expertos en salud mental. Gracias a una estrategia integral que combina acciones comunitarias, territoriales e intersectoriales, la capital registra una disminución sostenida de muertes por esta causa.
Según cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal, entre 2023 y 2025 se logró la reducción más significativa en cuatro años, un resultado que refleja tanto el impacto de la política pública como el compromiso social por visibilizar el sufrimiento emocional y generar entornos protectores. Este balance refuerza el mensaje de que hablar de salud mental salva vidas y que la detección temprana es una herramienta determinante para cuidar a la ciudadanía.
Un descenso histórico en la conducta suicida
El más reciente informe de Medicina Legal muestra un cambio de tendencia. En 2023 se registraron 439 muertes por suicidio en Bogotá, mientras que en 2024 la cifra bajó a 363, lo que equivale a una reducción del 17,3 %. En el corte de julio de 2025 se reportan 185 casos, un 12,3% menos frente al mismo periodo del año anterior, la cifra más baja de los últimos cuatro años.
El Secretario Distrital de Salud, Gerson Bermont, subrayó la importancia del resultado: “Este descenso evidencia que avanzar en la prevención es posible cuando se construyen respuestas integrales y se pone la salud mental en el centro de las prioridades públicas”.
Aunque la tendencia es alentadora, las autoridades insisten en que el suicidio sigue siendo un problema de salud pública y que la vigilancia constante resulta indispensable para sostener los avances.
MAS Bienestar: un modelo integral para la salud mental
El Distrito ha implementado el modelo MAS Bienestar, que entiende la salud mental como un derecho y no solo como un asunto clínico. La apuesta busca construir una ciudad cuidadora, en la que instituciones, comunidad y familias se conviertan en corresponsables del bienestar emocional.
El modelo articula promoción, prevención, detección temprana e intervenciones comunitarias, además de campañas para reducir el estigma. Incluye un componente predictivo que permite identificar personas en riesgo de conductas suicidas y garantizar su acceso a servicios de apoyo.
Actualmente, equipos interdisciplinarios de psicología, trabajo social y enfermería trabajan en hogares, colegios, universidades y entornos laborales. Allí diseñan planes de cuidado, fortalecen capacidades socioemocionales y acompañan procesos psicosociales adaptados a las realidades de cada territorio.
Vigilancia epidemiológica y enfoque territorial
El fortalecimiento del Subsistema de Vigilancia Epidemiológica de la Conducta Suicida (SISVECOS) ha sido decisivo. Esta herramienta recopila y analiza información en tiempo real sobre ideación, intentos y amenazas suicidas, lo que facilita activar rutas de atención inmediata.
El enfoque territorial se concentra en localidades con mayores índices de riesgo, como Kennedy, Bosa, Suba, Usaquén y Ciudad Bolívar. En estas zonas se despliegan brigadas comunitarias, jornadas de atención psicosocial y procesos de acompañamiento en red, ajustados a las dinámicas de cada población.
Acciones comunitarias y redes de apoyo
La estrategia distrital combina atención clínica con iniciativas comunitarias. Entre las acciones más relevantes se encuentran:
- Visitas domiciliarias a mujeres gestantes y familias con niños menores de cinco años, con seguimiento a casos priorizados por duelo o riesgo suicida.
- Programas escolares para desarrollar habilidades socioemocionales en estudiantes y fortalecer vínculos familiares.
- Espacios de sensibilización comunitaria frente a señales de alerta, violencia, uso problemático de tecnologías y trastornos emocionales.
- Línea 106, habilitada las 24 horas para brindar escucha activa, orientación y canalización de casos urgentes.
- Red Distrital de Canales de Atención Psicosocial y Acceso a la Justicia, que integra sectores de Salud, Justicia y Protección Social.
Estas iniciativas buscan disminuir el estigma asociado a los problemas de salud mental y garantizar entornos de apoyo accesibles para toda la población.
Retos persistentes y necesidad de vigilancia
El descenso en las muertes por suicidio no oculta la magnitud del fenómeno. En 2024 se registraron 8.582 intentos y más de 30.000 casos de ideación suicida, cifras que revelan la urgencia de reforzar la detección temprana y la atención humanizada.
La Secretaría de Salud mantiene activa la alerta epidemiológica por conducta suicida no fatal, que permite monitorear de manera constante los casos y fortalecer la respuesta institucional.
Los datos muestran que los hombres son la población más vulnerable: en 2024 representaron el 78 % de las muertes por suicidio. Además, la mayoría de los casos se concentran en jóvenes y adultos, lo que plantea la necesidad de intervenciones específicas con enfoque diferencial.
Hablar de salud mental salva vidas
El balance positivo de Bogotá confirma que la prevención del suicidio requiere un esfuerzo colectivo. Reconocer el dolor emocional, escuchar sin juzgar y acompañar con empatía son prácticas que pueden marcar la diferencia.
El mensaje de las autoridades es contundente: la salud mental es un derecho y su cuidado debe ser compartido por la sociedad en su conjunto. La experiencia de la capital demuestra que, con voluntad política, trabajo intersectorial y participación comunitaria, es posible cambiar la tendencia y proteger la vida.