OPS lanza las primeras directrices mundiales basadas en evidencia para el tratamiento de la tungiasis

OPS publica primeras guías para tratar la tungiasis, enfermedad desatendida que afecta a millones en América Latina, África y el Caribe.
OPS lanza las primeras directrices mundiales basadas en evidencia para el tratamiento de la tungiasis

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La Organización Panamericana de la Salud (OPS) presentó por primera vez directrices mundiales basadas en evidencia científica para el tratamiento de la tungiasis, una enfermedad tropical desatendida causada por la pulga de arena Tunga penetrans. Este parásito, que se incrusta principalmente en la piel de los pies, genera dolor, inflamación y complicaciones que pueden derivar en discapacidad permanente. La publicación de estas guías marca un hito en la salud pública, al ofrecer soluciones terapéuticas seguras y accesibles para millones de personas en América Latina, el Caribe y África Subsahariana, poblaciones que históricamente han enfrentado la enfermedad en condiciones de pobreza extrema, con limitado acceso a servicios de salud y altos niveles de estigmatización social.

Una enfermedad marcada por la desatención

La tungiasis es una ectoparasitosis que prospera en entornos de precariedad. El ciclo de transmisión se ve favorecido por pisos de tierra en los hogares, la presencia de animales domésticos dentro de las viviendas y la falta de calzado adecuado. Aunque a menudo es percibida como un problema menor, sus efectos son devastadores. Además del dolor, la inflamación y la picazón, los casos graves pueden derivar en fisuras, úlceras, deformaciones permanentes e incluso deterioro cognitivo. La carga recae de forma desproporcionada sobre niños y adultos mayores, quienes enfrentan tanto las limitaciones físicas como la exclusión social que acarrea la enfermedad.

Directrices basadas en evidencia

Por primera vez, la OPS y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han publicado una guía clínica global destinada al tratamiento de la tungiasis. El documento ofrece recomendaciones prácticas adaptables a contextos con recursos limitados y fundamentadas en evidencia científica.

La principal novedad es la recomendación de la dimeticona de baja viscosidad como tratamiento de primera línea, tanto en casos leves como graves. Este compuesto se aplica de manera tópica y ha demostrado ser eficaz para eliminar las pulgas incrustadas, reduciendo así el riesgo de complicaciones. Para aquellas comunidades donde la dimeticona no está disponible, se propone una alternativa accesible: el uso de aceite de coco combinado con aceite de neem, reconocido por sus propiedades repelentes y su disponibilidad en entornos rurales.

Prácticas desaconsejadas y riesgos asociados

Las directrices también marcan un punto de inflexión al descartar intervenciones comunes pero ineficaces o peligrosas. La extracción manual realizada por personas no capacitadas, práctica extendida en comunidades rurales, puede generar infecciones secundarias graves. Del mismo modo, el uso de productos como el peróxido de hidrógeno o el permanganato de potasio, a menudo empleados de manera empírica, ha sido desaconsejado debido a su falta de eficacia y al potencial de causar daños adicionales.

“Estas directrices representan un avance significativo para abordar una enfermedad que afecta desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables. Su implementación requiere el compromiso de autoridades, profesionales de la salud y comunidades”, subrayó el doctor Sylvain Aldighieri, Director del Departamento de Prevención, Control y Eliminación de Enfermedades Transmisibles de la OPS.

Prevención y vigilancia bajo el enfoque “Una Salud”

Más allá del tratamiento, la OPS publicó lineamientos orientados a fortalecer la prevención y el control de la tungiasis en los países endémicos. El enfoque propuesto se fundamenta en la estrategia “Una Salud”, que articula la vigilancia y las acciones conjuntas entre los sectores humano, animal y ambiental. Esta visión reconoce que el control de la enfermedad no puede limitarse a la atención clínica, sino que exige intervenciones estructurales en los hogares, la mejora de condiciones ambientales y la participación activa de las comunidades.

El reto más grande, según la OPS, es la escasez de datos epidemiológicos. Al tratarse de una enfermedad que afecta principalmente a poblaciones rurales y dispersas, los registros oficiales suelen ser fragmentados o inexistentes. Esta falta de información ha dificultado la priorización de la tungiasis en las agendas de salud pública, perpetuando el círculo de invisibilidad que la rodea.

Experiencias regionales: lecciones desde Brasil y Colombia

La evidencia recogida en países como Brasil y Colombia demuestra que es posible reducir el impacto de la tungiasis mediante un abordaje integral. En Brasil, programas de vigilancia comunitaria y búsqueda activa de casos han permitido identificar focos de transmisión y aplicar intervenciones oportunas. En Colombia, las estrategias de prevención han incluido la educación comunitaria, la promoción del uso de calzado y la mejora de los pisos de tierra en viviendas rurales. Estas experiencias refuerzan la idea de que las acciones clínicas deben estar acompañadas por medidas ambientales y sociales para obtener resultados sostenibles.

Acceso a tratamientos y Fondo Estratégico de la OPS

Con el fin de garantizar la disponibilidad de terapias eficaces, la OPS incluyó la dimeticona en la lista de medicamentos del Fondo Estratégico. Este mecanismo facilita la adquisición conjunta de insumos esenciales para los países de las Américas, reduciendo costos y asegurando el acceso a poblaciones en alto riesgo. Se trata de un paso fundamental para superar las barreras que enfrentan las comunidades más pobres y avanzar en la equidad sanitaria.

Recomendaciones estratégicas para el sector salud

Los profesionales y gestores de salud enfrentan el desafío de integrar estas directrices en sus planes nacionales y locales. Para ello resulta clave:

  • Incorporar la guía en protocolos clínicos y de salud pública, asegurando su difusión en zonas rurales.
  • Capacitar al personal sanitario en la aplicación de dimeticona y el manejo seguro de casos.
  • Fortalecer la vigilancia epidemiológica para contar con datos fiables que orienten las decisiones.
  • Impulsar políticas de prevención comunitaria que incluyan educación, acceso a calzado y control de reservorios animales.

Estas acciones, sumadas al apoyo multisectorial bajo el enfoque “Una Salud”, permitirán reducir de manera progresiva la carga de la enfermedad.

La publicación de las directrices de la OPS representa un hito histórico en la lucha contra la tungiasis. Al establecer un marco basado en evidencia, se abre la puerta a intervenciones más seguras y eficaces que trascienden la respuesta clínica y abarcan aspectos sociales y ambientales. La inclusión de la dimeticona en el Fondo Estratégico, las experiencias exitosas en la región y el llamado a la cooperación multisectorial refuerzan el mensaje de que la tungiasis puede ser controlada. Sin embargo, lograrlo exigirá voluntad política, financiamiento sostenido y un compromiso real con las poblaciones más vulnerables.

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