Anhelo para algunos, pesadilla para otros, la evolución de la tecnología y lo que podría representar para la humanidad ha sido desde hace varios años un tema recurrente desde los ámbitos académicos hasta la industria del entretenimiento.
Conceptos como el de la cibernética y los cyborgs no son nuevos, vienen desde 1948 y hacen referencia al cómo los sistemas complejos se regulan mediante mecanismos de retroalimentación para ser eficientes en el primer caso y en la intersección entre los elementos orgánicos y biomecánicos en el segundo.
Fue un fenómeno geopolítico, el de la Guerra Fría lo que potenció la investigación respecto a lo que hoy llamamos tecnologías de potenciación o perfeccionamiento humano, inicialmente con un claro enfoque militar y espacial. Todos estos conceptos permearon al público especialmente desde el cine, lo que posiblemente hace que en el imaginario colectivo estos desarrollos sean ciencia ficción y no realidad…pero hoy lo son.
Hace tres días, la empresa norteamericana NeuraLink, una de las compañías de Elon Musk dedicada a la investigación y desarrollo en este campo informó sobre el primer implante exitoso de su interface cerebro-máquina, esto en el marco del estudio de investigación PRIME dirigido a personas que han perdido su capacidad motora por lesiones neurológicas traumáticas o enfermedades neurodegenerativas.
El objetivo de este dispositivo es generar la capacidad de dirigir máquinas (computadores) únicamente con la actividad neuronal (por eso el dispositivo se llama Telepatía). El estudio tiene también otro interesante objetivo cual es evaluar el desempeño del robot que implanta el dispositivo, el cual ha sido entrenado en forma híbrida, pero cuya ejecución es únicamente artificial, lo que en sí mismo es otro ambicioso desarrollo.
Los dispositivos cerebro-máquina son una de las intersecciones entre la tecnología avanzada y la capacidad humana. Estas tecnologías de perfeccionamiento humano prometen una era donde las limitaciones humanas sean superadas, integrando elementos cibernéticos para recuperar o ampliar nuestras capacidades. El impacto de estos y otras tecnologías similares es la mejora física, cognitiva y/o sensorial del ser humano.
Para comprender los dispositivos cerebro-máquina y otros dispositivos similares debemos considerar varias dimensiones:
Cuál es su propósito: Desde la sustitución hasta la mejora de capacidades. Para ello es clave entender si el usuario parte de una capacidad sensorial alterada o no y si lo que busca el dispositivo es hacer una sustitución, corrección o potenciación.
Cuál es su modalidad: Integración de uno o varios sentidos, es decir si el dispositivo tendrá un impacto unisensorial, multisensorial o transensorial. La trans-sensorialidad significa la capacidad para transferir información de un sentido a otro.
Cuál es del grado de invasión corporal: Si requiere una ocupación corporal total (exoesqueletos), múltiple o única y si tiene o no componentes removibles (ver gráfica).
Cómo se integran con los sistemas biológicos: Variando desde dispositivos externos hasta la incorporación completa en el sistema biológico humano, es decir si son mecánicos (gafas), electromecánicos (dispositivos de realidad aumentada), biomecánicos (implante coclear), biotecnológico (terapias con células madre) o biológico (trasplante de córnea).
Todo lo anterior aplica para dispositivos que tenemos desde hace varios años en uso como son los implantes cocleares hasta los nuevos como Telepatía ®.
Mientras nos abrumamos ante estas tecnologías, surgen preguntas éticas sobre la privacidad, la autonomía y las implicaciones de largo plazo al poder “alterar la naturaleza humana”. La discusión sobre estos riesgos es crucial para desarrollar estas tecnologías de manera responsable y ética.
Estos dispositivos abren la puerta al transhumanismo, la idea de trascender las limitaciones humanas mediante la tecnología, y eventualmente al posthumanismo, una era donde la distinción entre humanos y máquinas se vuelve borrosa. Estamos al borde de obligarnos a redefinir lo que significa el ser humano en un escenario futuro en donde conviviremos con nuevas especies mixtas y seres humanos potenciados (augmented-humans).
Los dispositivos cerebro-máquina como el desarrollado por Neuralink representan un avance emocionante, pero conllevan responsabilidades éticas significativas. A medida que exploramos este nuevo horizonte, debemos equilibrar la innovación con la precaución, asegurándonos de que el futuro que construimos mejore la condición humana sin comprometer nuestros valores fundamentales, ¿seremos capaces de lograrlo?