Los sistemas de salud y todos los actores que se encuentran inmersos en él deben diseñar nuevas estrategias para los pacientes mayores de 65 años, diagnosticados con VIH. Así lo concluye un estudio publicado en la revista HIV Medicine, en el que también se menciona el aumento en las tasas de comorbilidades y la falta de gestión para enfermedades crónicas como el cáncer o la diabetes en esta población.
Vale la pena anotar que en Estados Unidos, casi la mitad de pacientes con VIH es mayor de 50 años, para 2030 se espera que el porcentaje alcance el 70%. El hecho de que la expectativa de vida haya aumentado contradice a la literatura científica utilizada hasta ahora, pues en la mayoría de casos se sitúa el final de la vida o edad promedio de fallecimiento a los 50 – 55 años.
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Los autores analizaron la Muestra Nacional de Pacientes Hospitalizados (NIS, por sus siglas en inglés) del Proyecto de Costes y Utilización de la Asistencia Sanitaria, durante 2003 hasta 2015. Esta base de datos se nutre de los registros hospitalarios en Estados Unidos, cubre a todos los pagadores y captura el 20% de información correspondiente a las altas hospitalarias. Para efectos del estudio, los especialistas compararon las características y comorbilidades vinculadas a las hospitalizaciones en personas con VIH (HSWH) con aquellas relacionadas con las estancias hospitalarias entre personas sin VIH (HSWOH).
Dentro de las comorbilidades, se evaluaron las tasas para ocho de ellas, denominadas afecciones no relacionadas con el VIH (HANA): pérdida ósea, cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, hepáticas, renales y neurológicas.
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En principio, los investigadores evidenciaron un crecimiento sostenido en el tiempo de pacientes geriátricos con VIH. En 2003, la proporción de este grupo era menor al 25% pero en 2015 ya superaba el 50%. En cuanto a los grupos etarios, los individuos entre 65 a 80 años habían pasado del 2.39% al 8.63% en 2015, una cifra que actualmente podría ser mayor, aunque habría que evaluar los efectos de la pandemia.
La tendencia creciente también se evidenció en las tasas de afecciones (referidas antes en este artículo), tanto en personas con VIH hospitalizadas como en los pacientes hospitalizados sin el virus. No obstante, en el primer grupo, las tasas fueron desproporcionadamente elevadas, especialmente entre los individuos de 50 a 64 años y de 64 años o más.
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Para el primer autor del artículo, Khairul A. Siddiqi, PhD, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Florida en Gainesville, esto demuestra que cada vez habrá más personas con VIH afectadas con condiciones que suelen manifestarse durante el envejecimiento; es decir que “utilizarán o tendrán una necesidad única de atención sanitaria para estas afecciones geriátricas”, indicó a Medscape.
Otro punto para tener en cuenta es que los individuos con VIH son más susceptible a desarrollar una o varias de las enfermedades HANA, aunque a una edad más temprana que el resto de la población. De acuerdo con los expertos, la inflamación crónica y el uso simultáneo de varios fármacos (polifarmacia) suelen ser factores desencadenantes. En ese sentido, el artículo resalta que las políticas públicas en salud deberían o deberán centrarse en diseñar intervenciones específicas para las enfermedades crónicas en la población geriátrica con el virus.
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¿Cuáles son los retos que deberán afrontar los sistemas de salud para los pacientes geriátricos con VIH?
El principal reto para los sistemas de salud es la transición de la atención, pasando de los tratamientos para el sistema inmunológico y las infecciones a una más especializada en el proceso de envejecimiento. Hasta la fecha, según el equipo de expertos, no hay información variada y actualizada que permita profundizar en este aspecto.
Otro de los desafíos es la falta de experiencia del talento humano, especialmente de las enfermeras y cuidadores que laboran en centros de vida asistida, en pacientes geriátricos con VIH. Por ende, resulta crucial que se mantengan informados para evitar la omisión de dosis de antirretrovirales.
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