En medio de la creciente incertidumbre sobre el rumbo del sistema de salud en Colombia, una coalición inédita de actores ha decidido alzar la voz y pasar a la acción. Se trata del Movimiento Todos por la Salud, una iniciativa ciudadana y multisectorial que busca enfrentar, desde la articulación colectiva, los impactos de lo que denominan una “crisis humanitaria que está cobrando vidas, deteriorando la atención, y poniendo en riesgo uno de los derechos fundamentales de todos los ciudadanos”.
Este movimiento, que agrupa a pacientes, usuarios, profesionales de la salud, Entidades Promotoras de Salud (EPS), sociedades científicas, universidades, la industria farmacéutica, líderes sociales, gobiernos locales, académicos, trabajadores del sector y organizaciones gremiales, emerge con una consigna clara: “La salud nos concierne a todos. Porque todos somos pacientes”.
La salud como bien colectivo: el núcleo del manifiesto
El Manifiesto del Movimiento Todos por la Salud plantea un diagnóstico crítico y urgente sobre el sistema actual. Según sus promotores, lo que hoy se vive en Colombia trasciende los aspectos administrativos o financieros del modelo y configura una “crisis humanitaria”, con impactos concretos en la calidad de vida, la oportunidad en la atención y la disponibilidad de tratamientos esenciales.
“La situación que enfrentamos no admite más indiferencia. No basta con opinar desde la distancia. Se requiere acción decidida y compromiso colectivo”, expresa el manifiesto. Bajo este enfoque, el movimiento aboga por una transformación del sistema basada en tres pilares fundamentales: dignidad en la atención, sostenibilidad del modelo y equidad en el acceso.
Amplia representatividad: de usuarios a sociedades científicas
Uno de los elementos distintivos de Todos por la Salud es su carácter plural. En contraste con otras expresiones sectoriales o gremiales, este movimiento se construye desde una base amplia y diversa. Involucra a usuarios afectados por las demoras en tratamientos, a profesionales agotados por condiciones precarias de trabajo, a EPS enfrentadas a un entorno financiero adverso, a sociedades científicas preocupadas por la pérdida de calidad, a universidades y centros de pensamiento que han advertido los riesgos de las decisiones legislativas, y a líderes sociales que viven el deterioro del sistema desde los territorios más vulnerables.
Esa diversidad fortalece su legitimidad y le permite proyectarse como una plataforma de incidencia que no responde a un interés sectorial aislado, sino a un propósito común: defender el derecho a la salud como garantía constitucional y bien público esencial.
Crisis estructural y urgencia de soluciones colectivas
La emergencia del Movimiento Todos por la Salud ocurre en un contexto complejo: tensiones legislativas sobre la reforma al sistema, creciente número de EPS intervenidas o liquidadas, retrasos en los pagos a prestadores, dificultades en el suministro de medicamentos y aumento de tutelas interpuestas por pacientes que reclaman acceso a servicios básicos.
A ello se suma el impacto de reformas fiscales, la insuficiencia en los recursos de la Unidad de Pago por Capitación (UPC), y la desconfianza creciente entre los distintos actores del sistema. Según datos recientes de la Superintendencia Nacional de Salud, más de 15 millones de personas están afiliadas a EPS intervenidas, lo que ha incrementado la presión sobre hospitales y clínicas públicas y privadas.
En este escenario, el llamado del nuevo movimiento es claro: “Queremos y exigimos un sistema de salud humano, sostenible y equitativo, donde cada vida sea tratada con respeto y cada necesidad con responsabilidad”.
Propuesta transformadora
Aunque el movimiento se declara apartidista, su aparición también tiene implicaciones políticas. Cuestiona tanto las decisiones gubernamentales recientes como la respuesta fragmentada del Congreso y otras instituciones frente a la crisis. A diferencia de otros espacios de oposición, Todos por la Salud no solo denuncia: propone un proceso de construcción colectiva de soluciones que partan del respeto por lo que se ha construido, reconozcan lo que debe transformarse y aseguren un futuro donde el acceso a la salud sea una realidad para todos y no un privilegio.
En sus palabras: “Este no es solo un llamado, es una causa con el propósito común de una atención digna, humana y oportuna”.