La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió este 14 de agosto de 2025 una actualización epidemiológica sobre la fiebre de Oropouche, que ha experimentado un repunte en la región desde finales de 2023. Entre el 1 de enero y el 27 de julio de 2025 se han registrado 12.786 casos confirmados en 11 países:
- Con transmisión autóctona: Brasil (11.888 casos), Panamá (501), Perú (330), Cuba (28), Colombia (26), Venezuela (5) y Guyana (1).
- Con casos importados: Uruguay (3), Chile (2), Canadá (1) y Estados Unidos (1).
En 2024, la región contabilizó 16.239 casos en once países y un territorio, con cuatro defunciones. En el presente año, Brasil concentra la mayor carga de la enfermedad, con presencia en 20 estados, especialmente Espírito Santo (6.322) y Río de Janeiro (2.497). Este país ha notificado cinco muertes, así como complicaciones neurológicas y muertes fetales bajo investigación.
Características clínicas y riesgos
La fiebre de Oropouche se presenta con fiebre alta, cefalea intensa, dolores musculares y articulares, y suele resolverse en dos a tres semanas. Sin embargo, hasta un 60 % de los pacientes puede sufrir recaídas. En casos poco frecuentes, puede derivar en meningitis o encefalitis.
En mujeres embarazadas se han reportado posibles riesgos para el feto, aunque la evidencia aún está en consolidación. El tratamiento es exclusivamente sintomático, dirigido a controlar la fiebre, el dolor, hidratar o rehidratar al paciente y manejar el vómito.
Factores que impulsan la expansión
La OPS advierte que la expansión del virus a áreas no endémicas, como zonas urbanas de Cuba, está favorecida por:
- Cambio climático, que modifica la distribución del vector.
- Deforestación y alteraciones ambientales.
- Urbanización en áreas selváticas, que incrementa el contacto humano-vector.
Estos factores facilitan la proliferación del jején Culicoides paraensis, principal transmisor del virus.
Recomendaciones estratégicas de la OPS
La actualización epidemiológica de la OPS incluye recomendaciones prioritarias para los países afectados y en riesgo:
- Vigilancia epidemiológica
- Adaptar las acciones de detección según la situación local.
- Identificar la introducción del virus en nuevas áreas y monitorear su dispersión.
- Caracterizar la situación epidemiológica con precisión para orientar la respuesta.
- Control de vectores
- Eliminar criaderos de jejenes retirando maleza y controlando la vegetación.
- Fomentar prácticas agrícolas sostenibles que reduzcan la proliferación del vector.
- Protección personal
- Uso de mosquiteros, ropa protectora y repelentes con DEET, IR3535 o icaridina.
- Énfasis en la protección de mujeres embarazadas y trabajadores rurales.
- Manejo clínico
- Diagnóstico clínico temprano y diferencial, principalmente frente al dengue.
- Monitoreo de complicaciones neurológicas y casos en gestantes.
Coordinación regional y retos
La OPS subraya que la colaboración nacional y regional es esencial para contener la propagación, especialmente considerando la circulación simultánea de otros arbovirus como el dengue. Además, insta a los países a notificar eventos inusuales, incluyendo defunciones y posibles casos de transmisión vertical.
El organismo internacional continúa brindando orientaciones técnicas para el diagnóstico, manejo clínico y control vectorial, enfatizando la necesidad de una respuesta rápida ante la aparición de brotes.
Perspectivas para la región
La reemergencia de la fiebre de Oropouche plantea un reto adicional para los sistemas de salud de las Américas, que ya enfrentan la carga de enfermedades como dengue, chikungunya y zika. Sin vacuna ni tratamiento específico, la prevención y el control del vector se convierten en las principales herramientas para reducir el impacto de la enfermedad.
La OPS insiste en que la preparación y la vigilancia son determinantes para evitar que la fiebre de Oropouche se consolide como un problema de salud pública persistente en áreas urbanas y rurales de la región.