La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado por primera vez directrices internacionales destinadas a mejorar el diagnóstico, tratamiento y atención integral de la meningitis. Este conjunto de recomendaciones, basado en la mejor evidencia científica disponible, busca reducir las muertes y discapacidades causadas por esta grave enfermedad infecciosa.
La iniciativa responde a una necesidad histórica, dado que a pesar de la existencia de vacunas eficaces y tratamientos antimicrobianos, la meningitis continúa siendo una amenaza significativa, especialmente en países de ingresos bajos y medios. Solo en 2019, se reportaron 2,5 millones de casos a nivel global, incluyendo 1,6 millones de meningitis bacteriana, con un saldo de aproximadamente 240.000 muertes. La situación es aún más alarmante si se considera que el 20% de los sobrevivientes presenta secuelas a largo plazo, como sordera, trastornos neurológicos o discapacidades cognitivas.
“La meningitis bacteriana mata a una de cada seis personas a las que afecta y deja a muchas otras con problemas de salud duraderos”, señaló el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS. “La aplicación de estas nuevas directrices ayudará a salvar vidas, a mejorar la atención a largo plazo de las personas afectadas por la meningitis y a reforzar los sistemas de salud”.
Una herramienta clave para profesionales y sistemas de salud
Las nuevas directrices están dirigidas principalmente a profesionales de la salud en entornos hospitalarios y ambulatorios de primer y segundo nivel, pero también servirán como referencia para responsables de políticas sanitarias, instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil.
En concreto, las recomendaciones abarcan el manejo clínico de niños mayores de un mes, adolescentes y adultos con meningitis aguda adquirida en la comunidad, tanto en contextos epidémicos como no epidémicos. Entre los elementos evaluados se incluyen el diagnóstico, el tratamiento antibiótico, la atención complementaria, el seguimiento a largo plazo y el manejo de complicaciones.
Uno de los aportes más significativos es la unificación de las directrices para meningitis de causa bacteriana y viral, reconociendo la similitud clínica de ambas presentaciones y la necesidad de abordajes integrados. Asimismo, estas nuevas recomendaciones reemplazan las directrices de la OMS publicadas en 2014 para la respuesta a brotes, actualizando y ampliando el alcance del enfoque clínico.
Un enfoque adaptado a los contextos más vulnerables
Consciente de que la mayor carga de la enfermedad se concentra en regiones con recursos limitados —particularmente en el conocido “cinturón de la meningitis” del África subsahariana— la OMS ha formulado estas directrices pensando en su aplicabilidad en países de ingreso bajo y medio.
El objetivo es proporcionar una orientación técnica práctica, factible de ser implementada en contextos donde los sistemas de salud enfrentan desafíos estructurales, desde la escasez de insumos diagnósticos hasta la limitada disponibilidad de especialistas y terapias avanzadas.
Un pilar en la estrategia global “Derrotar la meningitis para 2030”
Estas directrices se enmarcan dentro de la ambiciosa hoja de ruta mundial aprobada por los Estados Miembros de la OMS en 2020, denominada “Derrotar la meningitis para 2030”. Esta estrategia multilateral plantea cinco objetivos principales:
- Eliminar las epidemias de meningitis bacteriana.
- Reducir en un 50% los casos prevenibles mediante vacunación.
- Disminuir en un 70% las muertes por meningitis.
- Reducir la discapacidad relacionada y mejorar la calidad de vida de los afectados.
- Garantizar la equidad en el acceso a diagnóstico, tratamiento y cuidados posteriores.
Para alcanzar estas metas, la OMS promueve la acción coordinada en cinco áreas clave:
- Diagnóstico y tratamiento: acelerando la detección oportuna y mejorando el manejo clínico.
- Prevención y control de epidemias: fortaleciendo las coberturas de vacunación e introduciendo nuevas vacunas accesibles.
- Vigilancia epidemiológica: mejorando los sistemas de monitoreo para orientar las intervenciones.
- Atención a largo plazo: garantizando el seguimiento y rehabilitación de pacientes con secuelas.
- Promoción y sensibilización: impulsando el compromiso político, la inclusión en políticas nacionales y la concienciación pública sobre el derecho a la atención integral.
Meningitis: una amenaza global persistente
Aunque puede afectar a cualquier persona, en cualquier lugar y a cualquier edad, la meningitis representa una carga desproporcionada para países con sistemas sanitarios frágiles. En zonas donde las epidemias son frecuentes y el acceso a atención médica está limitado, como ocurre en vastas regiones del África subsahariana o partes del sudeste asiático, las tasas de mortalidad y complicaciones son significativamente más altas.
La meningitis bacteriana, en particular, se considera una emergencia médica. Puede evolucionar rápidamente y provocar la muerte en menos de 24 horas si no se inicia tratamiento inmediato. Además, la presentación clínica puede ser inespecífica en etapas iniciales, lo que retrasa el diagnóstico y agrava el pronóstico.
Avances, pero desafíos persistentes
En las últimas décadas, las campañas de vacunación contra agentes como Haemophilus influenzae tipo b, Streptococcus pneumoniae y Neisseria meningitidis han reducido significativamente la carga global de meningitis. Sin embargo, la cobertura vacunal aún es desigual, y muchas vacunas aún no son accesibles en países de bajos ingresos.
Asimismo, la disponibilidad de antibióticos eficaces, pruebas diagnósticas rápidas y servicios de atención posmeningitis sigue siendo limitada en muchas regiones. Las nuevas directrices de la OMS buscan precisamente cerrar esta brecha, promoviendo una respuesta integral, coordinada y basada en evidencia.