El lamentable atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido el pasado sábado 7 de junio en Bogotá, reabrió un debate crucial sobre el impacto clínico de las heridas por arma de fuego en el cráneo. Durante un acto político en el barrio Modelia, Uribe fue herido con tres disparos, dos de ellos en la cabeza, lo que generó un inmediato rechazo nacional y encendió las alertas sobre los riesgos neurológicos de este tipo de traumas.
En este contexto, CONSULTORSALUD entrevistó en exclusiva al doctor Jorge Enrique Luque Suárez, reconocido neurocirujano colombiano con más de 30 años de experiencia, quien brindó un análisis técnico y pedagógico sobre los procedimientos médicos, las implicaciones funcionales y los desafíos que enfrentan los equipos clínicos ante este tipo de lesiones de alta complejidad.
Las primeras 3 claves ante un trauma craneal por bala
Desde su experiencia en el Hospital Militar Central durante los años más críticos del conflicto armado en Colombia, el doctor Luque explicó que el abordaje inicial de un paciente herido en la cabeza por un proyectil se basa en tres pilares clínicos fundamentales: oxigenación adecuada, presión arterial estable y circulación efectiva.
“Lo primero es estabilizar al paciente, porque el cerebro no tiene reservas de oxígeno ni de glucosa, depende exclusivamente del flujo sanguíneo. Si este se ve comprometido, la lesión neurológica puede agravarse de manera irreversible”, afirmó.
Una evaluación inicial completa incluye también el estado general del paciente, posibles heridas en otras zonas y, en cuanto a la lesión neurológica en sí, factores como la edad, el trayecto del proyectil y las estructuras comprometidas.
Balística médica y neurocirugía: ciencia aplicada en minutos decisivos
El tipo de arma, la velocidad del proyectil y el punto de impacto determinan la magnitud del daño. En palabras del doctor Luque, existe una clasificación médica que distingue entre proyectiles de baja velocidad, alta velocidad y fragmentación, cada uno con consecuencias clínicas distintas.
“El cráneo puede fracturarse y generar esquirlas óseas que se convierten en proyectiles secundarios. Además, el tejido cerebral sufre una onda expansiva que comprime severamente las estructuras internas”, explicó.
El abordaje quirúrgico puede incluir craneotomías, retiro de fragmentos óseos y proyectiles (solo si es seguro), control de hemorragias, y un exhaustivo lavado para prevenir infecciones. “Sacar la bala no siempre es lo prioritario. A veces dejarla es más seguro que intentar removerla y dañar estructuras vitales”, enfatizó.
Pronóstico, secuelas y rehabilitación: entre la incertidumbre y la neuroplasticidad
La posibilidad de supervivencia y recuperación funcional tras un impacto de bala en el cráneo depende de múltiples factores, pero especialmente de la zona afectada. Lesiones en el tallo cerebral, por ejemplo, tienen un pronóstico muy grave. Por el contrario, otras áreas permiten un margen de recuperación funcional, gracias a la plasticidad cerebral.
“El cerebro puede establecer nuevos circuitos. Algunas neuronas pueden asumir funciones de otras. Pero esto depende de la edad del paciente, su estado físico, su entorno y, sobre todo, de la calidad de la rehabilitación integral que reciba”, sostuvo Luque.
Las secuelas son variables: pueden comprometer el habla, la memoria, la visión, el comportamiento, la motricidad o la sensibilidad. “Hemos tenido pacientes que pierden la capacidad de reconocerse o de identificar a sus familiares. Cada caso es único y debe abordarse con humanidad y precisión”.
Tecnología y evolución: la diferencia entre vivir y morir
El especialista también hizo énfasis en los avances tecnológicos en la atención neuroquirúrgica. En décadas pasadas, los TAC eran rudimentarios y no existían resonancias. Hoy, con microscopios de alta definición, motores quirúrgicos eléctricos y resonancia magnética funcional, los procedimientos son más rápidos y precisos.
“La velocidad con la que se atiende al paciente es clave. Si tenemos acceso inmediato a imágenes diagnósticas y quirófanos bien dotados, podemos salvar vidas y minimizar secuelas. Eso ha cambiado drásticamente desde los años noventa”.
Coordinación hospitalaria: la clave silenciosa del éxito clínico
Finalmente, el doctor Luque hizo un llamado a los equipos médicos del país: “No importa cuán experto sea el neurocirujano si el paciente llega mal manejado desde la urgencia. La coordinación efectiva entre primeros respondientes, urgencias, neurocirugía y cuidados intensivos puede marcar la diferencia entre una discapacidad severa y una recuperación funcional aceptable”.
Reiteró la importancia de ver al paciente como un ser humano integral. “No es solo un cráneo herido. Es un hijo, una madre, un ciudadano. Debemos actuar con técnica, pero también con humanidad”.
Reiteramos: Desde Consultorsalud, expresamos nuestro más profundo y categórico rechazo a este acto de violencia, que no solo atenta contra la integridad de un ser humano, sino que también constituye una herida directa a los cimientos de nuestra democracia y un recordatorio de las épocas más oscuras de la historia nacional.