En el marco del Mes de la Salud Mental, especialistas y pacientes coinciden en que la endometriosis no solo representa un desafío clínico, sino también una carga emocional silenciosa. La condición, caracterizada por la presencia anómala de tejido endometrial fuera del útero, produce inflamación, dolor pélvico intenso e incluso infertilidad. Sin embargo, sus secuelas van más allá del cuerpo: ansiedad, depresión, insomnio y aislamiento social acompañan frecuentemente el dolor físico.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos mentales como la ansiedad y la depresión pueden deteriorar profundamente la calidad de vida, afectando la productividad laboral, el rendimiento académico y las relaciones personales. En el caso de la endometriosis, el dolor crónico persistente e incapacitante puede limitar incluso actividades básicas.
El Dr. Juan Guillermo Reyes, Director de Asuntos Médicos de J&J MedTech, subraya que el impacto psicológico es inseparable del componente físico:
“El dolor crónico asociado a la endometriosis es persistente, incapacitante y con frecuencia limita a las mujeres, incluso en actividades básicas de su vida diaria. Además, la incertidumbre y el retraso en el diagnóstico incrementan la ansiedad, la depresión y el deterioro de su calidad de vida. Por ello, resulta esencial un abordaje integral y multidisciplinario que responda a las diferentes necesidades de cada paciente”.
Un diagnóstico tardío que agrava el sufrimiento
Uno de los mayores desafíos en la atención de la endometriosis es la demora diagnóstica, que puede extenderse hasta una década desde la aparición de los primeros síntomas. Esta brecha responde a la falta de información médica y social, la normalización del dolor menstrual intenso y la ausencia de protocolos de detección temprana en los servicios de salud.
El retraso prolonga el sufrimiento físico y aumenta las secuelas psicológicas. Las pacientes experimentan sentimientos de incomprensión, frustración y desesperanza al no encontrar respuestas claras frente a su dolor.
Un estudio de la Universidad de Granada, realizado con 230 mujeres diagnosticadas, reveló que la mitad presentaba fatiga severa, asociada a ansiedad, depresión, pensamientos catastrofistas y disfunción sexual. Estos factores, combinados con el dolor pélvico crónico, afectan la capacidad para estudiar, trabajar y mantener vínculos sociales.
Testimonios que visibilizan el dolor y la resiliencia
Para Luz Marina Araque, presidenta fundadora de la Asociación Colombiana de Endometriosis e Infertilidad (ASOCOEN), la enfermedad no solo deteriora el cuerpo, sino también la mente:
“Vivir con dolor constante desgasta la mente, altera el sueño, genera ansiedad, desesperanza y tristeza, nos roba energía. Muchas veces limita el trabajo, afecta el estudio e impacta la vida social. Pero cuando una mujer entiende que no está sola, que su dolor es real y merece ser atendido con dignidad, empieza a recuperar el control”.
Con el fin de visibilizar esta condición, Johnson & Johnson MedTech y ASOCOEN impulsan desde 2022 la campaña #NoEsNormal, que busca sensibilizar a mujeres en edad reproductiva sobre los síntomas de la enfermedad y promover una detección temprana.
Esta iniciativa refuerza el mensaje de que el dolor menstrual intenso no debe normalizarse, y que el acompañamiento oportuno puede marcar una diferencia decisiva en la calidad de vida.
Abordaje integral: la salud mental también se trata
Frente a una enfermedad que combina sufrimiento físico y emocional, los especialistas coinciden en que el tratamiento debe ser integral. La atención médica especializada, el acompañamiento psicológico y el apoyo de las redes familiares y sociales son pilares esenciales para mejorar la calidad de vida de las pacientes.
El Dr. Reyes enfatiza que cada mujer vive la endometriosis de forma distinta, por lo que el tratamiento debe ajustarse a su experiencia: “Cada paciente vive la endometriosis de forma distinta y necesita respuestas adaptadas a su experiencia. El acompañamiento debe ser multidisciplinario y las decisiones construirse junto con la paciente, revisándose periódicamente para ajustar la atención a lo que ella necesita en su vida cotidiana”.
En el mismo sentido, Luz Marina Araque resalta la importancia del cuidado emocional y la empatía como parte del proceso terapéutico: “La salud mental en estos casos es tan importante como el tratamiento físico; no podemos sanar un cuerpo que vive en constante alerta sin cuidar el bienestar emocional. Es clave ser parte activa de grupos de apoyo. Allí encontramos escucha, comprensión y un espacio para sostenernos unas a otras”.
Entre la ciencia, la empatía y la educación
La endometriosis no es solo un problema ginecológico, sino una condición de salud pública que exige políticas sostenidas de educación, diagnóstico temprano y atención integral. El abordaje de esta enfermedad requiere fortalecer la formación médica en salud menstrual, garantizar acceso a tratamientos especializados y promover espacios de acompañamiento psicosocial.
Reconocer el dolor, escuchar a las pacientes y derribar el estigma asociado a la menstruación son pasos fundamentales hacia una salud más equitativa y con enfoque de género.