Implantes cerebrales: prometedora innovación para mejorar habilidades cognitivas tras lesiones traumáticas

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Más de cinco millones de estadounidenses sufren discapacidad permanente debido a traumatismos craneoencefálicos. Estas lesiones suelen generar dificultades para concentrarse, incluso en actividades cotidianas, lo que a menudo resulta en la renuncia a empleos o la interrupción de la educación. Este grave impacto subraya la necesidad de abordar las consecuencias a largo plazo de los traumatismos craneoencefálicos y proporcionar apoyo adecuado a quienes se ven afectados por estas lesiones.

Frente a ello, un estudio publicado en la revista Nature Medicine dio luz verde a estos pacientes con respecto al tratamiento de las lesiones cerebrales. Los investigadores implantaron electrodos en la cabeza a cinco personas con lesiones cerebrales que van de moderadas a graves. Como resultado de ello, el cerebro recibió el estímulo de estos dispositivos y se mostró una mejoría en la capacidad cognitiva.

Según los investigadores, si los resultados obtenidos en ensayos clínicos más extensos son consistentes, los implantes utilizados en el estudio podrían representar el primer tratamiento eficaz para abordar lesiones cerebrales crónicas. Este hallazgo sugiere un avance significativo en el campo de la medicina y plantea la posibilidad de ofrecer una solución innovadora para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por este tipo de lesiones.

Nicholas Schiff, un neurólogo de Weill Cornell Medicine en Nueva York quien dirigió el estudio, señaló que “esta es la primera prueba de que podemos lograr un cambio significativo para resolver este problema”.

Desarrollo del estudio científico con implantes cerebrales

Una de las participantes que participó en el estudio y recibió el implante fue Gina Arata, una mujer de tan solo 22 años que sufrió un accidente automovilístico que le dejó secuelas de agotamiento, problemas de memoria y emociones difíciles de controlar. Esto la llevo a abandonar todos sus planes de estudio y oportunidades laborales. 

En 2018, Arata recibió el implante, es decir, 18 años después del accidente y su experiencia cambio por completo su vida. “Puedo ser una persona normal y mantener una conversación. Es asombrosa la mejora que he visto en mí”.

Antes de insertar los electrodos al cerebro de Arata, se aplicaron una serie de pruebas para evaluar la capacidad de concentración. Específicamente, se proporcionó una hoja de papel cubierta con letras y número, donde tenía que trazar tan rápido como fuera posible una línea que los uniera en orden.

Como tal, la investigación liderada por Schiff y su equipo se basó en estudios de larga data sobre la estructura cerebral. El estudio demostraba que la capacidad para concentrarse en tareas específicas depende de una red interconectada en diferentes regiones cerebrales a través de largas ramificaciones neuronales. Estas regiones se comunican entre sí, formando un circuito de retroalimentación que mantiene activa toda la red, y el diseño del ensayo se fundamenta en esta comprensión para explorar posibles intervenciones en el tratamiento de lesiones cerebrales crónicas.

Entre las hipótesis de los científicos, estaban que los rebotes repentinos del cerebro rompieran algunas de las conexiones de larga distancia de la red y hacer que el paciente caiga en coma. En medio de la recuperación, surgía la posibilidad de que la red se volviera a encender, pero si el cerebro estaba muy lesionado, quizás no se reactive por completo.

De esta manera, identificaron como un núcleo fundamental de la red, une la estructura que hay en el fondo del cerebro, que se conoce como núcleo central lateral, el cual es una delgada lámina de neuronas similar a una almendra. También demostraron que, si estimulan las neuronas que hay en las distintas regiones del cerebro, es posible que se pueda despertar a una rata que esté dormida, por lo que se planteó la posibilidad de que la estimulación de los núcleos laterales ayude a que las personas con traumatismos craneoencefálicos recuperen la capacidad de concentración y atención.

Entre tanto, Schiff y sus colegas están planteando realizar un nuevo estudio de implantes cerebrales mucho más grande para continuar innovando y generando oportunidades a pacientes con este tipo de lesiones. “Tenemos que ver cómo se manejan los datos”.

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