Debo confesar que estaba muy indeciso respecto a escribir sobre este tema, especialmente porque hoy es un día de conmemoración a la misión médica, pero creo que es importante, además de reconocer los grandes beneficios para la sociedad que tiene la medicina moderna, fijar la mirada en una crisis que no es nueva y que se potenció después de la pandemia Covid-19, esa crisis es el individualismo. Este fenómeno también ha impactado en la práctica médica, llevando no solo a lo que algunos llaman “Burnout” sino al abandono y a una cada vez más difícil relación médico – paciente. La inaccesibilidad es uno de los factores que más impactan en la pérdida de confianza hacia el gremio médico y hoy es uno de los temas que recurrentemente mencionan las personas.
En la búsqueda incesante de eficiencia y productividad, la medicina contemporánea ha adoptado un modelo utilitarista que, si bien maximiza ciertos beneficios, también conlleva costos humanísticos significativos. Este enfoque ha llevado a una industrialización de la profesión médica, marcada por la despersonalización de la atención y una crisis en la empatía y el humanismo. En esta columna, exploraremos cómo este paradigma impacta la integración y eficacia de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial (IA) y las herramientas digitales en el ámbito de la prestación de servicios de salud. Omitiré deliberadamente mencionar la famosa propuesta de reforma a la salud ya que como he mencionado en innumerables ocasiones, no existen en ella estrategias de gestión del comportamiento orientadas a mejorar este aspecto.
Industrialización y despersonalización: un obstáculo para la tecnología
La adopción de un enfoque utilitarista en la medicina ha llevado a un énfasis excesivo en la eficiencia y la estandarización. Si bien esto puede mejorar ciertos aspectos operativos, también conduce a una atención menos personalizada y a una disminución en la calidad de la relación médico-paciente. Esta despersonalización no solo afecta la experiencia del paciente, sino que también puede limitar la capacidad de las herramientas tecnológicas, como la IA, para abordar las necesidades individuales y únicas de cada paciente.
El factor humano también impacta en este punto ya que ante una perversa alineación de incentivos derivada de nuestro modelo industrializado, si una tecnología como la IA logra impactar en menores tiempos de atención o en flexibilización de las tareas administrativas y el trabajo “invisible” de los médicos, es posible que los hospitales y/o los mismos profesionales no reinviertan ese tiempo en optimizar lo que se hace sino en incrementar la productividad y rentabilidad agendando un mayor volumen de atenciones. Esto sucedió con procedimientos como la laparoscopia, no veo por qué no vaya a ocurrir con la IA y otras tecnologías.
La crisis de empatía y humanismo en la medicina
La crisis de empatía y humanismo en la medicina es un reflejo directo del modelo utilitarista. La empatía, un componente esencial de la atención médica, se ve socavada por un sistema que prioriza la cantidad sobre la calidad y el rendimiento sobre la relación. Este déficit afecta no solo a los pacientes, sino también al bienestar y la satisfacción de los profesionales de la salud, lo que puede llevar a un agotamiento profesional y a una disminución en la calidad de la atención. Pero hay que reconocer también que ante la presión por mantener unos niveles de ingreso “acordes con el nivel de estudios”, los médicos hemos sucumbido ante el mercado y los especialistas con mejores condiciones de oferta/demanda se comportan como divas, eligiendo con qué seguros privados trabajan o qué tipo de pacientes ven, muchos en politrabajo y sin el mayor interés por convertirse en médicos tratantes de nadie. Estos profesionales son los menos interesados en una formalización laboral, pero son muchas veces los primeros incoherentes en criticar las mismas condiciones de mercado que les favorecen.
El rol limitado de la IA y la tecnología digital en un contexto despersonalizado
En un entorno donde prevalece el utilitarismo e individualismo, la IA y otras tecnologías digitales corren el riesgo de ser vistas únicamente como herramientas para aumentar la eficiencia, en lugar de como medios para mejorar la atención médica de manera integral. Mientras que la IA tiene el potencial de transformar la medicina a través de diagnósticos más precisos, tratamientos personalizados y una gestión más eficiente de los recursos, su impacto se ve limitado en un sistema que no valora suficientemente la dimensión humana de la atención médica.
Un profesional deshumanizado o mediocre no cambiará usando IA ni otras tecnologías ya que nuestro diferencial como médicos se encuentra por el lado de las habilidades blandas. Ningún paciente confía en su médico por el índice H o por las sociedades científicas a las que pertenece, los pacientes lo hacen porque su experiencia fue agradable, porque hay comunicación y empatía, condiciones que hoy son un activo en extinción.
Los profesionales que no logran entender el justo equilibrio que debe tenerse con la tecnologías serán solamente esnobistas digitales. Hoy en día veo a muchos profesionales ansiosos por ganarse rótulos del mundo de la farándula como son el de diva o rockstar y no por conquistar el corazón de sus pacientes, pensando seguramente que ese modelo de mercadeo es mucho más rentable para sus aspiraciones económicas basadas en la captura de volúmenes y no en calidad. Por supuesto, hay que decir que existen médicos que dan ese valor superior en lo que hacen y me excuso con ellos por estas líneas que generalizan.
Hacia un modelo más equilibrado y empático
Para que la IA y las tecnologías digitales alcancen su máximo potencial en la medicina, es esencial reevaluar y reajustar el modelo utilitarista actual. Esto implica un enfoque más equilibrado que valore tanto la eficiencia como la empatía, la personalización y el humanismo. Solo en un entorno que fomente la conexión humana y reconozca la individualidad de cada paciente, la IA y las tecnologías digitales pueden desplegar plenamente su capacidad para mejorar los resultados de salud y enriquecer la experiencia del paciente, elementos esenciales de lo que hace un buen médico.
Conclusión
La crisis de empatía y humanismo en la medicina, impulsada por un modelo utilitarista, plantea desafíos significativos para la integración efectiva de la IA y la tecnología digital en el cuidado de la salud. Para superar estos desafíos, es crucial adoptar un enfoque más equilibrado que valore tanto la eficiencia como la empatía y el humanismo. Solo así, la medicina moderna puede aprovechar plenamente el potencial de las tecnologías y hacerse realmente exponencial.
Finalizo diciendo que si un médico se siente reemplazable por una computadora debería ser el primero en dejar su práctica, ya que esto refleja que es realmente un pésimo bot y que se ha perdido la fantástica experiencia de hacer medicina con errores y defectos, pero también con sentimientos y capacidad de mejorar, como buenos seres humanos.