*Por: Julio Alberto Rincón R – MD Salubrista*
La promesa de valor de un sistema de salud debería ser lograr la mejor salud posible en la sociedad, para ello se obliga a todos los actores alinearse hacia ese fin, lo que muchos médicos e instituciones cumplen a cabalidad. Sin embargo, algunos actores “EPS, hospitales, farmacéuticas, etc.” han deformado el sistema hacia el mercado, para lograr el mejor resultado económico para el negocio.
Esta deformidad mientras el dinero alcanzaba se promovía, y cuando había déficit el gobierno de turno con grandes esfuerzos, inyecta más dinero de nuestros impuestos.
Para ilustrar miremos los recobros al FOSYGA hasta el año 2020, hoy los Presupuestos Máximos, que paga servicios por fuera del listado financiado con el aseguramiento (UPC). Sin embargo, al incluir los servicios más recobrados en la financiación directa de la UPC, como reacción aparecen otros fármacos o dispositivos que reemplazan los incluidos.
Algunos defensores del mercado justifican esto en la presión tecnológica, sin preguntarse: ¿Esos nuevos servicios, medicamentos o dispositivos médicos, que consumen nuestros impuestos, contribuyen generar mejor salud en nuestra población? ¿porque ese gasto se concentra en la población del Régimen contributivo, y en ciertas ciudades, y clínicas? Comportamiento que desafía la lógica.
En contraria ¿porque algunos servicios de alto impacto en la salud, ya incluidos y pagados en la UPC, como vacunación, tamizajes de cáncer, seguimiento a enfermedades crónicas no son prestados con la cobertura esperada?
Los fundadores de este sistema en 1993 creyeron que esto sería modulado por un intermediario bien pago las EPS, que como su nombre lo dice promoverían la salud.
Sin embargo, algunas EPS usando la discrecionalidad de contratar (con favorecimiento, tarifas, anticipos y otras gabelas), crearon grupos económicos en el sector (varios prestadores, bajo una única controlante), entre ellos los denunciados recientemente por la W Radio, como el entramado de la salud, pero de estos existen muchas otras, que aún no se conocen públicamente y exprimen recursos.
Después de 30 años, el mercado ahogo económicamente el sistema, además alta carga de enfermedad que hoy padecemos, con diagnostico tardío en cáncer, enfermedades crónicas como diabetes, Cardiovasculares, renal complicadas etc. que aumenta por falta de atención oportuna, integral y de calidad en la atención primaria.
Ahora el negocio reventó el sistema y la demanda de dinero es superior a la posibilidad del gobierno de financiar, la solicitud de aprox. 10 billones de pesos adicionales.
El dilema ahora es, ¿Como resolver un problema estructural, con un mercado demandante y una población con alta carga de enfermedad?
¿Podemos sacrificar otros sectores? ¿o exigir más recursos a la población, ya extenuada por impuestos? O debemos evaluar ¿cómo el sector salud se está gastando los recursos?
Llegó el momento de dejar de quejarnos, y reflexionar como sociedad, como transformamos toda la cadena, desde los usuarios instrumentalizados y con estilos de vida de riesgo, prestadores de servicios de salud, EPS, farmacéuticas, operadores y el propio gobierno; reconociendo que las salidas y cambio terminaran afectándonos a todos, en nuestros propios intereses.
Entendiendo que esto exige más allá de la norma, un cambio de paradigma, para retomar el objetivo primigenio del sistema, promover poblaciones con mejor salud. O ¿simplemente seguimos exigiendo más dinero?