Violencia extrema contra mujeres – feminicidios y ataques digitales se disparan en la región

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América Latina registra casi 20.000 feminicidios en cinco años y un aumento de la violencia digital contra mujeres y niñas, según datos de la CEPAL.
Violencia extrema contra mujeres - feminicidios y ataques digitales se disparan en la región

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Los feminicidios en América Latina continúan representando una de las crisis más graves de derechos humanos en la región. Según datos actualizados del Observatorio de Igualdad de la CEPAL, al menos 19.254 mujeres y niñas fueron víctimas de feminicidio entre 2020 y 2024, lo que equivale a 11 muertes violentas cada día.

Aunque los países difieren en capacidad de reporte, la evidencia confirma que la violencia letal persiste, se expande y se complejiza, especialmente ante el aumento del abuso digital facilitado por plataformas tecnológicas y herramientas de inteligencia artificial. En un contexto donde solo en 2024 ocurrieron 3.828 feminicidios, la región enfrenta un panorama que exige respuestas inmediatas, multisectoriales y sostenidas desde los sistemas de salud, justicia y protección social.

Feminicidios persistentes y subregistro regional

El monitoreo de la CEPAL muestra que la violencia feminicida persiste sin reducciones significativas, pese al fortalecimiento de políticas, programas y marcos normativos en varios países. La entidad advirtió que no es posible realizar comparaciones regionales precisas, dado que cada año un número diferente de países remite información oficial. No obstante, el análisis histórico deja claro que “la violencia feminicida persiste en la región y afecta a la vida de miles de mujeres y niñas, impacta a las comunidades y limita el desarrollo, la igualdad y la paz en los países”.

Solo en 2024 se documentaron 3.828 feminicidios, mientras que en los últimos cinco años la cifra acumulada asciende a 19.254 víctimas. Un patrón alarmante es que la mayoría de los asesinatos son perpetrados por parejas o exparejas, lo que revela fallas en la protección temprana, en las rutas de atención integral y en la capacidad institucional para identificar riesgos letales.

A esta situación se suma otro indicador crítico: en 2024 se registraron 5.502 feminicidios frustrados, una cifra que evidencia la urgencia de fortalecer los mecanismos de alerta, la valoración del riesgo y la articulación para prevenir la violencia letal contra mujeres y adolescentes.

La violencia digital: una amenaza rápida y en expansión

La campaña ÚNETE de Naciones Unidas para 2025 centra su mensaje en una modalidad en crecimiento: la violencia digital contra mujeres y niñas, entendida como una extensión y, en muchos casos, un catalizador de la violencia fuera de línea.

“La violencia digital es violencia real. #NoHayExcusa para el abuso en línea” subrayan los organismos de Naciones Unidas al presentar el informe.

Los datos globales revelan la magnitud del problema:

  • 38 % de las mujeres han vivido directamente algún tipo de violencia digital.
  • 85 % han presenciado agresiones o ataques en línea contra otras mujeres.
  • La desinformación y difamación son las formas más frecuentes (67 % de los casos reportados).
  • Entre 90 % y 95 % de los deepfakes disponibles en internet corresponden a pornografía no consensuada.
  • Al menos 73 % de las periodistas del mundo han sufrido agresiones digitales.
  • Menos del 40 % de los países cuentan con leyes contra el ciberacoso o el ciberacecho.

ONU Mujeres advierte que la violencia digital afecta de manera desproporcionada a mujeres con alta presencia pública (periodistas, políticas, activistas, defensoras de derechos humanos) y se agrava en casos de discriminación interseccional por raza, discapacidad, identidad de género u orientación sexual.

Nuevas formas de violencia: IA, doxing y redes misóginas

El entorno digital ha multiplicado las tácticas de violencia, aprovechando la falta de regulación tecnológica y la impunidad en las plataformas. Entre las manifestaciones de abuso más frecuentes se encuentran:

  • Uso indebido de imágenes e intercambio no consentido de contenido íntimo.
  • Ciberacoso, amenazas, troleo y hostigamiento sexual.
  • Pornografía falsificada con IA (deepfakes).
  • Doxing: publicación de información personal para exponer o intimidar.
  • Acoso y vigilancia digital, incluido seguimiento en tiempo real.
  • Suplantación de identidad.
  • Redes misóginas organizadas (incel, machoesfera).
  • Captación y explotación sexual en línea.

Estas violencias digitales no son fenómenos aislados: frecuentemente derivan en daños físicos, coacción, agresiones sexuales e incluso feminicidios.

Implicaciones para el sector salud: atención, riesgos y prevención

El sistema de salud juega un rol crítico en la identificación temprana de riesgos, atención integral de las víctimas y articulación intersectorial. La violencia contra las mujeres, incluida la digital tiene impactos directos sobre la salud física y mental, generando:

  • Trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.
  • Riesgos de suicidio en víctimas de exposición digital masiva.
  • Aislamiento social y ruptura de redes de apoyo.
  • Exposición a coacción sexual o agresiones físicas derivadas del acoso digital.

Para los servicios de salud, la violencia digital debe reconocerse como un factor de riesgo que puede preceder a la violencia física o letal, lo que exige actualización de protocolos, capacitación del personal y articulación con rutas de justicia y protección.

16 días de activismo: llamado global a gobiernos, tecnológicas y sociedad civil

En el marco del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la ONU lanzó los 16 días de activismo (25 de noviembre – 10 de diciembre) bajo el lema:

“ÚNETE para poner fin a la violencia digital contra las mujeres y las niñas”.

La campaña exige acciones concretas de:

  • Gobiernos: leyes contra violencia digital, ciberacoso y deepfakes.
  • Tecnológicas: mecanismos de seguridad robustos y eliminación de contenido dañino.
  • Donantes: financiación estable a organizaciones feministas.
  • Ciudadanía: rechazo activo y acompañamiento a las víctimas.

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