En 2022, 39 millones de personas en el mundo vivían con VIH. Aunque los retos persisten, en los últimos años se han logrado avances que parecían improbables, entre esos, la considerable disminución en el número de personas infectadas, pasando de 3.2 millones registradas en 1995 a 1.3 millones en ese año, y, la mortalidad asociada tanto al virus como al síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Datos de ONUSIDA indican que las muertes por esta causa se redujeron en un 51% desde 2010.
Hoy en día, el abordaje se realiza considerando múltiples factores, tanto para las personas que viven con VIH como para los sistemas de salud. Dentro de estos están, sin querer con esto limitarlo, el sexo, las comorbilidades relacionadas y los costos derivados.
Con la aparición del tratamiento antirretroviral, también se ha incrementado la expectativa de vida de personas que viven con el VIH. De hecho, de acuerdo con estudios científicos, aunque la población diagnosticada fallece menos por el virus, desarrolla otras enfermedades en patrones que no necesariamente coinciden con el de los individuos no portadores del virus. Así lo reveló un estudio científico publicado en The Lancet, en el que se examinaron 47 grupos de condiciones de salud y 304 condiciones de salud física y mental, tomando datos registrados en Reino Unido.
Los resultados mostraron que los grupos de condiciones con mayor prevalencia en adultos con VIH fueron igualmente prevalentes en aquellos sin VIH: trastornos lipídicos (41.4% vs 40.2%), afecciones dermatológicas (39.0% vs 42.9%), trastornos genitourinarios (GU) (30.4% vs 31.3%), problemas gastrointestinales (GI) (24.3% vs 24.7%), y trastornos reumatológicos (22.1% vs 33.4%). La investigación también reveló que los individuos con el virus eran más propensos a desarrollar infecciones como micosis e infecciones virales. La misma tendencia se observó en condiciones hematológicas, incluyendo malignidades hematológicas o trastornos hereditarios.
A nivel nacional, un estudio publicado en 2022 arroja datos relevantes sobre riesgos cardiovasculares en la población colombiana con VIH:
– La dislipidemia fue el factor de riesgo de enfermedad cardiovascular de mayor prevalencia (51%). Le siguen el tabaquismo (7.6%), el hipotiroidismo (7.4%), la hipertensión arterial (6.3%), la obesidad (5.6%).
– Otros de los factores de riesgo detectados fueron la osteopenia (2.9%), la osteoporosis (1.8%) y la enfermedad renal crónica (1.7%).
La hipertensión arterial fue más frecuente en personas mayores de 50 años (23.9% vs 3.3%), grupo etario que reportó más eventos cardiovasculares (1.4% vs 0.2%), osteoporosis (8.2% vs 0.2%) y enfermedad renal crónica (6.1% vs 0.9%).
Con respecto al sexo de los participantes, se identificó que las mujeres suelen padecer con más frecuencia de hipertensión arterial, osteopenia, osteoporosis y obesidad. En hombres, el principal factor de riesgo fue el tabaquismo.
Multimorbilidad en VIH: una mirada integral a la salud de las personas que viven con VIH
Recientemente, la comunidad médico-científica también ha adoptado el concepto de multimorbilidad -entendido como la coexistencia de dos o más afecciones crónicas- como parte de las variables. No obstante, cuando se habla de multimorbilidad en población con VIH, la definición es distinta, pues incluye a grupos de comorbilidades, que pueden tener una prevalencia baja en la población general y que pueden haber ocurrido como resultado de la infección por VIH en sí misma o su tratamiento.
La evidencia científica ha demostrado que la sobrevida de la población que vive con VIH ha aumentado notablemente, en parte gracias a los avances tecnológicos en su tratamiento. Esto ha llevado a una transición demográfica y epidemiológica en las cohortes, donde la población ahora presenta una variedad de comorbilidades. No obstante, las investigaciones se han inclinado más hacia la exploración de la salud física, excluyendo condiciones que causan un impacto negativo para la salud mental.
En esa medida, la multimorbilidad requiere un enfoque extendido, teniendo en cuenta que la depresión o la ansiedad son más prevalentes entre los individuos que viven con VIH. A su vez, esto se relaciona con el estigma que surge al informar sobre el estado seropositivo o experiencias negativas que se deriven de este hecho.
Con el cambio de paradigma en el manejo del virus, han surgido alternativas diseñadas desde la multimorbilidad. Su implementación no solo incide en la calidad de vida sino también en los costos propios del manejo del virus.
¿Cómo afectan las comorbilidades los costos derivados del VIH?
Al respecto, una investigación adelantada en España entre 2007 y 2017 reveló que el costo de la atención médica se incrementa notoriamente en personas que viven con VIH. Si padecen 3 o más comorbilidades, la media anual ajustada de hospitalizaciones se multiplica casi por 2, y las visitas a urgencias se multiplican por 2.3, en comparación con las personas que viven con VIH que no tienen ninguna. De manera general, el estudio concluye que las comorbilidades en individuos que viven con VIH representan un aumento del 47% en gastos en salud.
Para llegar a esta conclusión, se analizaron los costos de hospitalizaciones, visitas a emergencias, pruebas de laboratorio, consultas no relacionadas con el VIH, terapia Antirretroviral (ART) para el VIH y exámenes no relacionados con el virus. También se revisaron las comorbilidades más comunes -mencionadas a lo largo de este artículo-: enfermedades cardiovasculares, insuficiencia renal crónica, enfermedades hepáticas avanzadas, hipertensión, diabetes, infecciones bacterianas, enfermedades óseas, enfermedades neurológicas y malignidades no relacionadas con el SIDA.
Los datos obtenidos revelaron que la insuficiencia renal crónica alcanzó el costo medio más alto (en cohorte Pre 2007) y le siguieron las malignidades no relacionadas con el SIDA, los eventos neurológicos y las enfermedades cardiovasculares. Pero, las afectaciones de salud no son los únicos factores que elevan los gastos: la edad de las personas que viven con el virus generan un impacto adicional. Con el envejecimiento, cambia la multimorbilidad de las personas que viven con VIH, reduciendo la proporción del coste total atribuido a la terapia antirretroviral (TAR). Por ejemplo, en 2015, la TAR era el 90,7% del costo total para individuos sin comorbilidades, pero disminuyó al 32% para aquellos con tres o más comorbilidades. Esto resultó en un aumento del costo hasta el 59% para personas que viven con VIH con tres o más comorbilidades en comparación con los que no tenían comorbilidades.
Con el paso del tiempo, la comprensión médica y social del VIH han facilitado nuevas estrategias para su manejo, resultando en una mayor expectativa de vida y en el desarrollo de una vida completamente normal. No obstante, el virus continúa siendo un desafío multifacético que afecta diversos aspectos de la salud y el bienestar general de las personas que viven con VIH. Los nuevos enfoques reconocen que el tratamiento del VIH no solo se trata de gestionar el virus, sino también de integrar cuidados para las múltiples condiciones de salud que pueden surgir a lo largo de la vida de una persona portadora. En esa medida, los sistemas de salud tienen como reto pendiente el diseño de políticas públicas enmarcadas en modelos integrales, representados en atenciones más oportunas y con una gestión más eficiente de los recursos destinados, siempre teniendo como meta la erradicación del virus.
Referencias bibliográficas:
*Contenido patrocinado. Código: CO-UNB-0250.