El 53% de las personas con VIH en el mundo son mujeres: alerta por desigualdades de género

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El 53% de las personas con VIH son mujeres, alertando sobre desigualdades de género que afectan acceso, diagnóstico y tratamiento.
El 53% de las personas con VIH en el mundo son mujeres alerta por desigualdades de género

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Nuevos datos de ONUSIDA confirman un giro epidemiológico de alto impacto, el 53% de las 40,8 millones de personas que viven con VIH en el mundo son mujeres y niñas, una tendencia sostenida que ha permanecido invisibilizada en políticas públicas, campañas preventivas y programas institucionales.

Aunque durante décadas la respuesta global al virus se centró en poblaciones tradicionalmente consideradas de mayor vulnerabilidad, hoy la evidencia obliga a reconocer que la epidemia tiene un rostro cada vez más femenino, marcado por desigualdades estructurales que dificultan el acceso a información, diagnóstico oportuno, prevención y tratamiento. El fenómeno ya genera alerta entre organizaciones de salud, que advierten la necesidad urgente de incorporar un enfoque de género en la respuesta sanitaria global.

Una epidemia que cambia de rostro y exige nuevas prioridades

Históricamente, la formulación y ejecución de políticas en VIH se ha centrado en hombres homosexuales y bisexuales, personas transgénero, trabajadores y trabajadoras sexuales, personas que se inyectan drogas y población privada de la libertad. Este enfoque respondió al alto riesgo epidemiológico de estos grupos; sin embargo, dejó en segundo plano una realidad hoy imposible de ignorar: el avance sostenido del VIH entre mujeres cisgénero.

El documento señala que, pese al peso de las cifras, las mujeres siguen sin ser percibidas como una población en riesgo, lo que se traduce en menor atención en políticas públicas, limitada visibilidad en campañas de prevención y barreras persistentes en el acceso a pruebas y servicios de salud. Esta invisibilización incrementa la vulnerabilidad, contribuye a diagnósticos tardíos y repercute en la continuidad del tratamiento.

Desigualdades previas al diagnóstico: la vulnerabilidad es estructural, no individual

La exposición al VIH en mujeres no se explica únicamente por prácticas individuales, sino por condiciones sociales estructurales que moldean su vida cotidiana. El documento destaca que muchas mujeres viven en contextos atravesados por:

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  • Desigualdad de género, que limita la toma de decisiones sobre su salud sexual y reproductiva.
  • Pobreza e informalidad laboral, que dificultan acudir a los servicios de salud y sostener tratamientos continuos.
  • Estigmas sociales persistentes, que asocian el VIH con poblaciones LGBTQ+ o juicios morales y las alejan del diagnóstico oportuno.
  • Violencias basadas en género, que incrementan la vulnerabilidad y afectan el autocuidado.
  • Miedo a la divulgación involuntaria del diagnóstico, que puede desencadenar rechazo, aislamiento o agresiones.

Incluso tras conocer su estado serológico, muchas mujeres enfrentan nuevas barreras: discriminación en los servicios de salud, dificultades para sostener el tratamiento y ausencia de redes de apoyo psicosocial.

La respuesta al VIH debe entenderse desde una perspectiva estructural, reconociendo que las experiencias de las mujeres están determinadas por sistemas sociales e institucionales que afectan directamente su salud y bienestar.

Servicios con enfoque de género: el cambio que requieren los sistemas de salud

Transformar el impacto del VIH en las mujeres exige garantizar entornos seguros, libres de discriminación y con acceso pleno a servicios de salud sexual y reproductiva. Según el documento, las acciones clave incluyen:

1. Servicios de salud con enfoque de género y derechos humanos

Las mujeres deben encontrar Educación Integral en Sexualidad, así como acceso a métodos de prevención condón, PEP, PrEP, pruebas diagnósticas y tratamiento libre de estigma.

2. Atención psicosocial permanente

El acompañamiento emocional es esencial, especialmente en contextos donde existen violencias basadas en género y barreras para revelar el diagnóstico de forma segura.

3. Participación real de mujeres que viven con VIH

Su participación debe ser vinculante y no simbólica, integrándolas en el diseño y monitoreo de políticas públicas.

4. Presupuestos sostenidos para prevención y acompañamiento comunitario

Sin recursos estables, la capacidad de prevención, tratamiento y atención integral se ve limitada.

Estas transformaciones requieren articulación entre instituciones gubernamentales, organizaciones comunitarias y cooperación internacional, remarca el documento.

Marea y Huellas de Arte: el papel esencial de las organizaciones comunitarias

El texto destaca que las organizaciones sociales y comunitarias son fundamentales en la respuesta al VIH. Muchas trabajan en educación, reducción del estigma, defensa de derechos y creación de redes de cuidado, especialmente en entornos donde los servicios institucionales no logran llegar.

El Proyecto Marea, impulsado por Profamilia, fortalece iniciativas territoriales y acompaña a organizaciones como la Fundación Huellas de Arte, que lidera procesos de autocuidado, liderazgo y autonomía para mujeres que viven con el virus.

Estas acciones, aunque decisivas, requieren apoyo sostenido y articulación institucional.

Según Marta Royo, CEO de Profamilia: “Hoy contamos con datos claros: el VIH afecta cada vez más a mujeres y niñas. Lo que necesitamos ahora es voluntad colectiva para actuar.”
Esta declaración resume la urgencia de pasar del diagnóstico social a la implementación efectiva de políticas concretas.

Iluminar la Torre Colpatria: un mensaje para visibilizar lo invisible

En el marco del Día Internacional de la Lucha contra el VIH y el Sida, Profamilia y el Proyecto Marea anunciaron que iluminarán la Torre Colpatria, un acto simbólico que busca visibilizar la presencia del VIH en mujeres y niñas, dignificar sus experiencias y recordar que vivir con VIH es posible con acompañamiento, tratamiento y respeto por los derechos humanos.

El llamado de Profamilia insta a:

  • Fortalecer la Educación Integral en Sexualidad.
  • Garantizar servicios libres de prejuicios.
  • Ampliar el acceso a herramientas preventivas como la PrEP y la PEP.
  • Asegurar diagnósticos y tratamientos oportunos.

Un desafío que exige acción inmediata

Los datos presentados definden que la feminización del VIH es ya un fenómeno consolidado que reconfigura las prioridades de salud pública. Las desigualdades de género, el estigma, la violencia y las barreras institucionales exacerban el impacto en mujeres y niñas, ampliando brechas en diagnóstico, prevención y tratamiento.

El documento concluye que solo con políticas diferenciadas, enfoque de género, participación comunitaria real y financiamiento sostenido será posible reducir la incidencia del VIH y garantizar una atención equitativa. La evidencia está clara; el reto ahora es convertirla en acción.

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