Nuevo estudio revela que los trastornos mentales duplican el riesgo de enfermedad cardiovascular

Trastornos mentales como depresión y esquizofrenia duplican el riesgo de enfermedad cardiovascular y elevan la mortalidad asociada.
Nuevo estudio revela que los trastornos mentales duplican el riesgo de enfermedad cardiovascular

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Un estudio publicado recientemente en The Lancet Regional Health–Europe y liderado por investigadores de la Universidad de Emory reveló que los trastornos mentales no solo impactan la esfera emocional, sino que también constituyen un factor crítico en la salud cardiovascular. La investigación documenta que condiciones como depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, ansiedad fóbica y estrés postraumático aumentan entre un 50% y casi un 100% el riesgo de desarrollar enfermedades del corazón y elevan de forma considerable la mortalidad asociada.

Estos hallazgos confirman una “superposición inevitable” entre la salud mental y la física, y plantean la urgencia de transformar los modelos de atención hacia un enfoque verdaderamente integrado, en el que cardiólogos, psiquiatras y equipos interdisciplinarios trabajen de manera coordinada para reducir la carga global de estas patologías.

El vínculo cuantificado entre trastornos mentales y enfermedad cardiovascular

Un equipo de investigadores de la Universidad de Emory, bajo la dirección de la doctora Viola Vaccarino (MD, PhD), analizó evidencia epidemiológica que confirma una asociación contundente entre diversos trastornos mentales y el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares (ECV). Los resultados muestran que la depresión mayor incrementa en un 72% la probabilidad de sufrir una patología cardíaca, el trastorno por estrés postraumático en un 57%, el trastorno bipolar en un 61%, el trastorno de pánico en un 50% y la ansiedad fóbica en un 70%, mientras que la esquizofrenia prácticamente duplica ese riesgo.

De acuerdo con los autores, más del 40% de los pacientes con enfermedad cardiovascular presentan simultáneamente un trastorno mental, lo que confirma una relación bidireccional que complejiza tanto la atención clínica como el pronóstico epidemiológico.

Comorbilidad, pronóstico adverso y mortalidad elevada

El estudio también demuestra que los trastornos mentales no solo aumentan el riesgo de aparición de enfermedad cardiovascular, sino que además empeoran el curso clínico de quienes ya la padecen. Los pacientes con diagnósticos psiquiátricos muestran mayor probabilidad de reingresos hospitalarios, complicaciones y mortalidad. En el caso de la depresión mayor, la evidencia es contundente: la tasa de mortalidad prácticamente se duplica en personas con ECV preexistente, lo que subraya la magnitud del impacto en salud pública.

Mecanismos fisiopatológicos: estrés corporal que trasciende la mente

Desde la perspectiva biológica, los investigadores señalan que los mecanismos de riesgo están ligados a la desregulación del sistema nervioso autónomo y del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, responsables de la respuesta al estrés, el metabolismo y la regulación cardiovascular. Estas alteraciones contribuyen a la hipertensión arterial, la inflamación crónica, la resistencia vascular y la pérdida de flexibilidad autonómica. En conjunto, estos factores constituyen un terreno fértil para la aparición y progresión de enfermedades cardíacas, a la vez que influyen en la gravedad de los trastornos mentales.

Determinantes sociales y falencias en el abordaje clínico

El análisis no se limita a lo fisiológico. También resalta cómo los determinantes sociales de la salud profundizan las inequidades: las personas con trastornos mentales tienen menor acceso a consultas preventivas, enfrentan barreras de comunicación y, en muchos casos, no son incluidas en ensayos clínicos que podrían orientar la práctica médica. Esta exclusión limita el diseño de estrategias basadas en evidencia y refuerza la necesidad de políticas públicas que garanticen la integración de estos pacientes en la investigación y en la atención clínica cotidiana.

Urgencia de un enfoque integrado e interdisciplinario

A la luz de estos hallazgos, los autores proponen un modelo de atención verdaderamente integrado. La coordinación entre cardiólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y enfermería permitiría atender simultáneamente los factores físicos y psicológicos, mejorando el pronóstico y reduciendo la carga económica y social de estas enfermedades. La propuesta es clara: la salud mental y la cardiovascular deben dejar de ser tratadas como esferas separadas y abordarse bajo un mismo marco clínico.

Salud mental y corazón: una agenda pendiente para la medicina moderna

Los resultados de este estudio, publicados en The Lancet Regional Health–Europe, ponen en evidencia que los trastornos mentales deben ser considerados un factor de riesgo mayor en la salud cardiovascular. La magnitud de la asociación entre ambas condiciones exige a los sistemas sanitarios replantear sus estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento, integrando la salud mental en los programas de control de enfermedades crónicas. Para los profesionales de la salud, estos hallazgos ofrecen una hoja de ruta clara: incorporar la evaluación psicológica como parte rutinaria del abordaje clínico, promover la coordinación interdisciplinaria y avanzar en políticas públicas que reduzcan la brecha entre la atención del corazón y la mente.

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