Una investigación publicada en Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry demostraría que los hombres con factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad, experimentan un deterioro de la salud cerebral una década antes que las mujeres con afecciones similares. Las mujeres, en cambio, enfrentan estos problemas a partir de los 60 años. Las áreas cerebrales más vulnerables incluyen aquellas encargadas de procesar la información auditiva, visual, emocional y de la memoria, y los efectos negativos son igualmente visibles en personas con y sin el gen APOE ε4.
Para llevar a cabo el estudio, el grupo de especialistas incluyó a 34.425 participantes del Biobanco del Reino Unido, con un rango de edad de 45 a 82 años. Con los datos seleccionados se investigó a relación entre los riesgos cardiovasculares y la neurodegeneración cerebral. Utilizando escáneres abdominales y cerebrales, así como la Escala de Riesgo de Framingham para evaluar los factores de riesgo cardiovascular, se descubrió que la grasa abdominal y el tejido adiposo visceral estaban vinculados a una disminución del volumen de la materia gris cerebral, tanto en hombres como en mujeres.
Según la información analizada, el impacto del riesgo cardiovascular y la obesidad en la neurodegeneración cerebral es más fuerte en los hombres, especialmente entre los 55 y 74 años, una década antes que en las mujeres. Las mujeres, por su parte, fueron más vulnerables a estos efectos entre los 65 y 74 años, con las consecuencias persistiendo durante un largo período de tiempo.
Los efectos del riesgo cardiovascular y la obesidad en la neurodegeneración varían significativamente
“El efecto más destacado del riesgo cardiovascular en la neurodegeneración se mostró dentro del lóbulo temporal, lo que indica la vulnerabilidad de este lóbulo en las primeras etapas de la influencia perjudicial del riesgo cardiovascular. Además, en los participantes masculinos mayores de 75 años, los resultados a nivel de vóxel indicaron una asociación entre el riesgo cardiovascular y un menor volumen del 1% de la materia gris dentro de la máscara que alcanzó significancia estadística”, señalan los investigadores.
Los hallazgos del estudio sugieren que existe una relación en forma de campana entre el riesgo cardiovascular y la pérdida de volumen de materia gris, donde el impacto es más pronunciado en los grupos de mayor riesgo. En mujeres de 45 a 54 años, el riesgo cardiovascular influyó negativamente en un 4% del volumen cerebal, mientras que en las mayores de 75 años el impacto fue del 8%. Sin embargo, los resultados en el grupo de mayor edad pueden verse limitados por un tamaño de muestra relativamente pequeño en comparación con los demás grupos etarios.
El impacto de la obesidad y el riesgo cardiovascular en la neurodegeneración ha sido bien documentado, pero la investigación ha revelado hallazgos preocupantes sobre cómo estos factores afectan la salud cerebral, especialmente en hombres. El estudio mostró que, a medida que aumenta la grasa visceral y subcutánea, el volumen cerebral disminuye, lo que está vinculado a la pérdida de funciones cognitivas. Estos resultados indican que los hombres podrían ser más vulnerables a los efectos de la obesidad sobre el cerebro en etapas más tempranas de la vida.
La grasa visceral, que está relacionada con la resistencia a la insulina y el estrés oxidativo, juega un papel importante en el deterioro neuronal. El estudio sugiere que la obesidad es un factor de riesgo modificable que puede ser crucial para la prevención de enfermedades neurodegenerativas como la demencia y el Alzheimer. Las intervenciones que aborden este factor de riesgo, como el control del peso y la mejora de la salud cardiovascular, podrían prevenir el daño cerebral y reducir la incidencia de trastornos cognitivos.
El éxito de las estrategias terapéuticas para mitigar el riesgo cardiovascular depende del momento adecuado de intervención. Los diferentes factores de riesgo pueden tener efectos variados en el cerebro, lo que implica que las estrategias de tratamiento deben adaptarse según la edad y el sexo. La investigación futura deberá concentrarse en identificar el momento más efectivo para intervenir, especialmente en los hombres, con el fin de proteger la salud cerebral y prevenir el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.
