Retrasar las segundas dosis sería positivo para la salud pública

Un modelo matemático evidencia que, durante una espera más prolongada por estas dosis, se reduce la hospitalización por covid-19, entre otros
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Una investigación publicada en PLOS Biology  sugiere que los retrasos en la aplicación de las segundas dosis de vacunas podrían tener un efecto favorable. Estos hallazgos se conocen en medio de la tercera ola de covid-19 en América Latina y cuyo impacto ha golpeado negativamente a todos los sistemas de salud de la región, así que podrían considerarse como un insumo de gran importancia para optimizar el manejo de casos.

Actualmente, la mayoría de vacunas contra COVID-19 requieren dos dosis para obtener una inmunidad total al Sars-CoV-2. En algunos casos, los tiempos límites de aplicación varían entre tres o cuatro semanas pero no se tiene información adicional al respecto, como por ejemplo cuál es la mejor manera de minimizar las nuevas infecciones y las hospitalizaciones con un suministro de vacunas y una capacidad de distribución limitados.

La aparición de nuevas variantes del SARS-CoV-2 más contagiosas ha provocado un debate en el ámbito de la salud pública sobre la conveniencia de vacunar a más personas con la primera dosis de las vacunas disponibles y retrasar la segunda dosis, o de priorizar la finalización de la serie de dos dosis basándose en los calendarios probados en los ensayos clínicos. A nivel internacional todavía no se llega a un consenso, a pesar de que las probabilidades de contraer el virus y desarrollar la enfermedad son mayores que al inicio de la pandemia.

De hecho, la población general confía en estas segundas dosis para retomar sus actividades normales. Pese a que las autoridades de salud insisten en continuar con las medidas de bioseguridad, se evidencia un menor uso de las mismas, actitud generada -en parte- por el surgimiento de la vacunación como principal método de contención de la pandemia. Esto último es el escenario perfecto en países como Israel, en el que el proceso de inmunización se cataloga como el mejor del mundo. Sin embargo, un importante número de naciones han experimentado retrasos o dificultades a la hora de recibir las dosis adicionales.

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¿Cuál sería el impacto positivo de la falta de las segundas dosis?

De acuerdo con esta investigación realizada por especialistas de la Universidad de York en Toronto, Canadá, retrasar la segunda dosis entre 9 y 15 semanas después de la primera evitó más hospitalizaciones, infecciones y muertes; en comparación con el seguimiento de los calendarios recomendados para las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech.

A estos datos se llegó con un modelo matemático que simulaba tanto la transmisión de COVID-19 como varios calendarios de vacunación de segunda dosis retrasada. Además, simuló varios escenarios, incluyendo un rango de niveles de inmunidad preexistente en la población y una disminución de la eficacia de la vacuna de la primera dosis cuando es seguida por un intervalo más largo entre las dosis. Todo esto con el objetivo de comparar el impacto epidemiológico de cada estrategia de vacunación.

Para que la información fuera acorde con los análisis que se hacen de la COVID-19, los expertos tomaron en cuenta la historia natural de la enfermedad, n clases de individuos que incluyen susceptibles; vacunados; infectados latentes (aún no infecciosos); asintomáticos (e infecciosos); presintomáticos (e infecciosos); sintomáticos con enfermedad leve o grave; recuperados; y muertos. También se incluyeron los grupos etarios agrupados según el censo oficial de Estados Unidos.

Adicionalmente, se estableció un rango del 10% al 30% de inmunidad preexistente (es decir, seropositividad antes de la vacunación) en la población, con un 20% para el escenario del caso base Para parametrizar el modelo con un nivel determinado de inmunidad preexistente, realizamos simulaciones en ausencia de vacunación y obtuvimos las tasas de infección en los distintos grupos de edad una vez que la tasa global de ataques alcanzaba el nivel preestablecido.

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Fuente: “Evaluation of COVID-19 vaccination strategies with a delayed second dose”. PLOS BIOLOGY.

Los autores señalan que el estudio tiene varias limitaciones, entre ellas la falta de pruebas clínicas que cuantifiquen la durabilidad de las vacunas cuando se administran con diferentes calendarios. Por lo cual, los investigadores asumieron que los niveles de protección de la primera dosis eran estables si se retrasaban las segundas dosis, y que el nivel de protección tras retrasar las segundas dosis era idéntico a la protección general, tras dos dosis cuando se vacunaba según el calendario.

Sin embargo, se necesitan más estudios para determinar el tiempo óptimo entre dosis para cada tipo de vacuna. Otra de las limitaciones de esta investigación es que no se contempló toda la variedad de vacunas existentes y aplicadas contra COVID-19.

“Todavía no tenemos el panorama completo de la eficacia de las vacunas a medida que se propagan nuevas y más contagiosas variantes. La eficacia de las vacunas contra estas variantes es un factor adicional que habría que tener en cuenta a la hora de determinar los resultados de la segunda dosis a tiempo o retrasada y el intervalo entre las dosis”, dijo Seyed Moghadas, profesor de Matemática Aplicada y Epidemiología Computacional y autor principal del estudio.

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