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“El país de los ciegos” de H.G. Wells – De cómo no siempre en país de ciegos el tuerto es rey

El país de los ciegos de H.G. Wells - De cómo no siempre en país de ciegos el tuerto es rey
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En Ceguera: ¿está la literatura en contra nuestra?, se pregunta el investigador ciego Kenneth Jernigan, al revisar el modo en que la literatura occidental ha presentado a la ceguera. Y ha encontrado que, en innumerables ocasiones se ha construido y perpetrado como una condición negativa, catastrófica, trágica. Inclusive como una aberración o un castigo.

No obstante lo anterior, desde principios del siglo XX, la literatura ha ido modificando la manera en que ha presentado la discapacidad, dando lugar a personajes y colectivos más interesantes y, sobre todo, ha permitido utilizar la falta de visión como una metáfora o un mito que ha permitido realizar críticas más profundas al ser humano y a la sociedad. Algunas obras que nos permiten entender este punto son El país de los ciegos, de H.G. Wells (1911), Ensayo sobre la ceguera de José Saramago (1994) y el capítulo Informe sobre ciegos en el libro Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato (1961), El trabajo de los ojos, de Mercedes Halfon, La isla de los ciegos a color, de Oliver Sacks, entre otros.

El país de los ciegos (Nórdica Editores) es una novela corta escrita por H.G. Wells (Inglaterra, 1866), publicada por primera vez en 1904. Esta obra se caracteriza por explorar temas como la ceguera, la eclusión social y las habilidades extrasensoriales. Wells nos sumerge en una sociedad aislada donde la ceguera es la condición de sus habitantes, para quienes ni siquiera es una “condición”, pues es algo con lo que conviven sin darse siquiera cuenta de ello. 

Es tal la verosimilitud del relato, que es probable que alguno de ustedes -como me pasó a mí-, intente buscar una base histórica, un episodio similar que hubiere sucedido en la vida real o alguna leyenda nativa en algún rincón perdido de esta Latinoamérica, en la que escritoras como Maria Fernanda Ampuero, Mónica Ojeda o Mariana Enríquez, nos han sumergido en el neogótico andino o en el terror suramericano con base en algunos mitos originarios. 

El protagonista es Núñez, un guía de montaña que se encuentra en los Andes y, debido a una caída accidental en el camino por el que transcurren él y su grupo, termina en un valle remoto y aislado -El país de los ciegos-, un lugar en el que, se nos relata, todos los habitantes son ciegos de nacimiento – no lo fueron al inicio, pero alguna enfermedad desconocida se apoderó de sus ojos-, y han desarrollado habilidades sensoriales excepcionales para sobrevivir en su entorno. Esas habilidades les permiten crear nuevas imágenes con sus oídos con sus dedos, con sus pies, con los olores, acrecentar su sentido de la orientación, su imaginación, habilidades todas éstas que les permiten sobrevivir y llevar una vida relativamente normal.

La historia fue escrita en una época en la que los conocimientos sobre la salud y las enfermedades eran limitados en comparación con la actualidad, y aún así, nos permite profundizar en aspectos psicológicos, sociales científicos de lo que está sucediendo. Así, es una novela atemporal pues la metáfora es aplicable a cualquier tiempo de la contemporaneidad.

Desde el punto de vista psicológico, los personajes en El país de los ciegos muestran una adaptación notable a su discapacidad visual. Han desarrollado una sociedad estructurada en torno a su ceguera, confiando en sus otros sentidos para realizar tareas y actividades cotidianas, y confiando en “los otros” como parte de una comunidad. Sin embargo, su falta de visión también los lleva a tener una visión limitada del mundo exterior y una mentalidad cerrada a nuevas experiencias.

Pero, además, es bastante notable que, quien termine siendo diagnosticado como el enfermo, en medio de esa sociedad ciega, sea Núñez y que, por ende, le sea prescrito, para poder continuar en ella y casarse y armar una familia, practicarse una cirugía para “hacerlo igual” a los demás, en lugar de animarlo a enseñarles aristas distintas del mundo que su sentido de la vista pudiera permitirle: hay que extirpar lo extraordinario porque perturba lo cómodamente ordinario. El autor sugiere que la ceguera física puede no ser tan limitante como la ceguera mental y emocional, y, evocándonos el mito de la caverna de Platón, nos evidencia una resistencia al cambio debido a la falta de visión y su aislamiento del mundo exterior. Este aspecto psicológico sugiere la importancia de la experiencia visual en el desarrollo de la mente y la apertura hacia nuevas perspectivas.

Gracias a esta novela se ha acuñado el término “ceguera literaria”, para diferenciarla de otro tipo de cegueras físicas y artísticas y, a pesar de su brevedad, ha sido ampliamente elogiada por su imaginación y su habilidad para explorar temas profundos como la percepción de la realidad, las limitaciones impuestas por nuestras capacidades sensoriales, y la marginación de la que puede ser objeto un individuo por ser diferente, así esa diferencia sea una mejora y no una discapacidad. Wells utiliza el contraste entre la visión y la ceguera para reflexionar sobre la importancia de la comprensión y la empatía en la sociedad.

El país de los ciegos presenta una narrativa cautivadora que nos sumerge en un mundo distinto y desconocido. Wells utiliza una prosa descriptiva para transportarnos al valle remoto habitado por personas ciegas de nacimiento. La historia se desarrolla a través de los ojos del protagonista, Núñez, quien descubre gradualmente las peculiaridades y limitaciones de esta sociedad, pero también va descubriendo el amor y esa es la historia más bella de todas. 

Si bien no se menciona una enfermedad específica en la novela, se podría especular que los personajes sufren de una forma de ceguera congénita o hereditaria. En la actualidad, existen diversas enfermedades y trastornos visuales que podrían explicar la ceguera en el contexto de la historia, como una anemia falciforme o una retinopatía. Con un final inesperado, después de que el autor erotiza la trama tanto con la historia amorosa como con el contacto con la naturaleza, no nos queda menos que recomendarla profundamente y preguntarnos: ¿Si todo el mundo fuera ciego y tú vieras, a cuántos impresionarías?

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