INS reporta que los problemas familiares son el principal factor que afecta la salud mental de los colombianos en 2025

Más de 28.000 colombianos han intentado suicidarse en 2025; los conflictos familiares son el principal detonante, según el INS.

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Colombia enfrenta una silenciosa emergencia en salud mental, más de 28.000 personas han intentado quitarse la vida en 2025, y en la mayoría de los casos más de un tercio el detonante ha sido el conflicto familiar. Aunque las cifras del Instituto Nacional de Salud (INS) muestran una leve reducción frente al año anterior, los datos revelan un panorama inquietante; los jóvenes entre 15 y 29 años concentran más de la mitad de los casos y los fines de semana siguen siendo los días de mayor riesgo.

Un país en alerta por la salud mental

El Instituto Nacional de Salud (INS) ha encendido nuevamente las alarmas sobre el estado de la salud mental en Colombia. Según su más reciente informe, con corte al 27 de septiembre de 2025, el país ha registrado 28.290 intentos de suicidio, de los cuales el 63 % corresponde a mujeres (17.839 casos) y el 37% a hombres (10.451 casos). Aunque esta cifra representa una reducción del 4,8% respecto al mismo periodo de 2024, cuando se reportaron 29.730 casos, la magnitud del fenómeno sigue siendo una preocupación estructural de salud pública.

La directora del INS, Diana Pava, advirtió que detrás de cada número hay una historia de sufrimiento. “Cada registro representa a una persona que, en algún momento, sintió que no había salida. Debemos dejar de estigmatizar los problemas de salud mental y promover el acompañamiento mutuo”, señaló la funcionaria.

Los conflictos familiares, el principal detonante

El 36,7 % de los intentos de suicidio notificados en el país tienen origen en problemas familiares, un factor que se ubica por encima de otros desencadenantes como el conflicto con la pareja o expareja (26,4%), los problemas económicos (10,8%) y los conflictos escolares o educativos (8%).

Estos datos revelan la profunda relación entre la estructura familiar y el bienestar psicológico de las personas. Para los expertos, los hogares disfuncionales, la violencia intrafamiliar, las rupturas afectivas y la falta de comunicación entre padres e hijos son detonantes de crisis emocionales severas, especialmente en adolescentes y jóvenes adultos.

Según la Estrategia Nacional para la Prevención del Comportamiento Suicida del Ministerio de Salud, el entorno familiar cumple un papel determinante en la aparición de ideación suicida. “La carencia de redes de apoyo, la exposición prolongada a conflictos y la falta de espacios de diálogo agravan el sufrimiento emocional y aumentan el riesgo de intento suicida”, señala el documento oficial del Minsalud.

A este panorama se suman los antecedentes psiquiátricos, los trastornos depresivos y el consumo de alcohol o sustancias psicoactivas, factores de riesgo que se repiten en la mayoría de los reportes clínicos, según la Revista Colombiana de Psiquiatría (Elsevier).

Jóvenes: la población más afectada

Más de la mitad de los intentos de suicidio (56,6%) se presentan entre personas de 15 a 29 años, lo que ubica a la población joven como la más vulnerable. Los expertos coinciden en que el tránsito hacia la adultez, la presión académica, las dificultades económicas y las tensiones familiares incrementan la sensación de desesperanza.

El análisis del INS también advierte que los domingos y lunes son los días con mayor concentración de casos, lo que evidencia la necesidad de fortalecer la atención y contención emocional durante los fines de semana, cuando las redes de apoyo institucional suelen tener menor disponibilidad.

Bogotá y Antioquia concentran casi un tercio de los intentos de suicidio del país

El mapa de la salud mental en Colombia revela una preocupante concentración territorial. Bogotá y Antioquia agrupan cerca del 30% de todos los intentos de suicidio reportados en 2025, según el Instituto Nacional de Salud. La capital del país encabeza la lista con 4.187 casos (14,8% del total nacional), seguida muy de cerca por Antioquia con 14,6%, Cundinamarca con 7,2% (2.029 casos), Cali con 5,5% (1.543 casos) y Santander con 4,7% (1.343 casos).

En Bogotá, los datos del Observatorio Saludata confirman una tendencia alarmante, cuatro de cada diez intentos corresponden a personas menores de 30 años, con una tasa de 5,4 por cada 10.000 habitantes. Estas cifras, además de reflejar el impacto en jóvenes y mujeres, evidencian la urgencia de fortalecer los programas de prevención, atención y acompañamiento emocional en los grandes centros urbanos, donde el estrés social, la presión académica y la fragmentación familiar se han convertido en detonantes silenciosos.

El INS advierte que este patrón territorial exige estrategias diferenciadas, mientras las grandes ciudades enfrentan altos volúmenes de casos asociados al aislamiento social y la sobrecarga emocional, los departamentos intermedios y rurales lidian con subregistro, barreras de acceso y escasa cobertura de servicios de salud mental.

Fortalecer la vigilancia y la prevención, una tarea urgente

El Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) y el Observatorio Nacional de Salud del INS han intensificado sus esfuerzos para mejorar la calidad y oportunidad de los datos sobre salud mental. Sin embargo, persisten tres retos principales:

  • Subregistro en zonas rurales y apartadas: donde muchas atenciones no son notificadas oficialmente.
  • Demoras en la consolidación de información: lo que impide reaccionar de forma inmediata ante aumentos de casos.
  • Falta de integración intersectorial: ya que la prevención requiere articulación entre salud, educación, justicia y bienestar familiar.

El INS insiste en que el suicidio es un desenlace prevenible si se identifican a tiempo los signos de alerta, se fortalecen las redes de apoyo y se ofrece atención médica o psicológica inmediata.

“La salud mental no es solo responsabilidad del sector salud, sino de toda la sociedad. Debemos construir entornos protectores en el hogar, la escuela y el trabajo”, afirmó la directora Diana Pava.

Un desafío nacional que exige acción inmediata

Los datos del Instituto Nacional de Salud confirman que la salud mental atraviesa uno de sus momentos más críticos en Colombia. Detrás de cada intento de suicidio hay una historia de ruptura familiar, de carencias sociales y de un sistema que aún no logra responder con suficiente oportunidad. Más allá de las cifras, el fenómeno exige una acción intersectorial inmediata que involucre a los hogares, las instituciones educativas, los entornos laborales y el propio sistema de salud. La prevención, el acompañamiento emocional y la eliminación del estigma deben convertirse en prioridades nacionales si el país aspira a revertir la tendencia y proteger la vida de miles de colombianos que hoy enfrentan, en silencio, una batalla por su bienestar mental.

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