Minsalud propone nuevo marco operativo para la atención de la desnutrición aguda infantil: análisis del impacto para IPS y EAPB

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Colombia avanza hacia un nuevo modelo para enfrentar la desnutrición aguda infantil, centrado en la detección del riesgo y en la recuperación nutricional completa de los menores.
Minsalud propone nuevo marco operativo para la atención de la desnutrición aguda infantil análisis del impacto para IPS y EAPB

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El Ministerio de Salud y Protección Social (Minsalud) presentó un proyecto de resolución que modifica la Resolución 2350 de 2020, estableciendo un nuevo marco técnico y operativo para la atención de la desnutrición aguda infantil en el país. El cambio es estructural dado que transita desde un modelo reactivo, centrado en el tratamiento de casos ya instalados, hacia un enfoque preventivo e integral, basado en la detección temprana del riesgo nutricional.

Por primera vez, la normativa introduce la categoría de “Riesgo de Desnutrición Aguda”, que permitirá identificar y atender a los niños con puntajes Z de peso para la talla entre ≥ -2 y < -1, antes de que desarrollen un cuadro clínico grave. Esta innovación alinea la política nacional con las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023), que promueven la prevención basada en riesgo y el acompañamiento de cuidadores y lactantes en los primeros meses de vida.

De igual forma, se redefine el concepto de “Recuperación Nutricional”, que ahora exige alcanzar un puntaje Z ≥ -1 (y no ≥ -2, como lo establecía la norma previa) para considerar al niño completamente recuperado. Con ello, el Ministerio busca asegurar que los menores no solo superen la fase aguda, sino que logren un estado nutricional adecuado y sostenible. El contexto que justifica la modificación es contundente:

  • Tasa de mortalidad por desnutrición (INS, 2023): 7,8 por cada 100.000 menores de cinco años, aún por encima de la meta del Plan Decenal de Salud Pública (5 por 100.000).
  • Casos notificados (SIVIGILA, 2024): 24.396, un aumento del 42,8% frente a 2019.
  • Prevalencia nacional: de 0,65 a 0,67 casos por cada 100 niños entre 2023 y 2024.

El documento técnico plantea cuatro transformaciones centrales: prevención, recuperación, fortalecimiento terapéutico y optimización logística.

¿Qué implicaciones tendrá la creación del “Riesgo de Desnutrición Aguda” para las IPS y aseguradoras del sistema de salud?

El nuevo enfoque amplía las responsabilidades tanto de las EAPB como de las IPS, al exigir un abordaje activo de los niños con riesgo nutricional antes de que presenten desnutrición aguda diagnosticada. En la práctica, esto implica:

  • Atención anticipada y focalizada: los niños con riesgo y anemia deberán recibir Fórmula Terapéutica Lista para el Consumo (FTLC) en dosis de 240–270 Kcal/día hasta alcanzar un puntaje Z ≥ -1.
  • Apoyo intensivo a la lactancia: en lactantes de 0 a 6 meses se priorizará la consejería, acompañamiento y seguimiento quincenal.
  • Implementación territorial progresiva: iniciará en La Guajira, Chocó y Vichada, territorios críticos en indicadores nutricionales y de mortalidad infantil.

Las IPS serán responsables de realizar el diagnóstico inicial, la prueba de apetito y la entrega inmediata de FTLC, además de reportar los casos con los códigos CIE-10 (E440) y CIE-11 (5B51&XS0T, 5B52&XS0T).

Por su parte, las EAPB deberán garantizar la disponibilidad inmediata y continua de las fórmulas terapéuticas F-75, F-100 y FTLC en toda su red prestadora, sin necesidad de autorización por MIPRES. Esta disposición, según el Ministerio, busca eliminar las demoras administrativas que en la práctica dificultaban el tratamiento oportuno.

El Instituto Nacional de Salud (INS) asumirá la responsabilidad de desarrollar un nuevo protocolo de vigilancia del riesgo de desnutrición aguda, lo que implica crear un sistema de monitoreo específico, con capacidad para detectar variaciones en peso, talla y condiciones clínicas en niños en riesgo antes de que evolucionen a estados severos.

Elevación del estándar de recuperación: un nuevo paradigma clínico

Uno de los cambios más relevantes de la reforma es la redefinición del criterio de egreso. El nuevo estándar eleva el umbral de recuperación de un puntaje Z ≥ -2 a Z ≥ -1, consolidando el concepto de “Recuperación Nutricional” como sinónimo de normalidad ponderal y funcional.

La evidencia internacional respalda esta decisión. De acuerdo con la OMS, un niño que no logra una recuperación completa mantiene un riesgo de mortalidad 2,6 veces mayor que uno con peso adecuado para su talla. Bajo el nuevo modelo, si un menor muestra ganancia insuficiente, el tratamiento con FTLC debe prolongarse hasta alcanzar Z ≥ -1,7 y luego reducirse progresivamente hasta llegar al valor óptimo (≥ -1).

Este cambio implica un aumento temporal en la duración del tratamiento y en el uso de insumos terapéuticos, pero mejora la sostenibilidad de los resultados clínicos y reduce el riesgo de recaídas. A nivel operativo, las IPS deberán reforzar el seguimiento antropométrico y documentar la evolución semanal del paciente.

Fortalecimiento terapéutico: inclusión de la fórmula F-100 y esquemas de transición

El proyecto introduce formalmente la Fórmula Terapéutica F-100, una preparación hipercalórica y proteica destinada a la fase de transición hospitalaria. Su composición (100 kcal/100 ml, 11% proteínas y 51% de grasas) permite acelerar la recuperación ponderal bajo control clínico. La F-100 está indicada en:

  • Niños mayores de 6 meses con peso <4 kg o con disfunción motora oral.
  • Lactantes menores de 6 meses que no responden al manejo con F-75 en los primeros cinco días.

La resolución incluye tablas detalladas de progresión (15 a 21.3 y 39.1 a 39.2), estableciendo protocolos de transición entre F-75, F-100 y fórmulas de inicio según edad, presencia de edema o respuesta al tratamiento. Entre los aspectos técnicos clave se destacan:

  • Prevención y manejo del síndrome de realimentación, con vigilancia de electrolitos y signos vitales.
  • Consejería activa en lactancia materna, evitando el uso de biberones o chupos.
  • Promoción del uso de utensilios higienizados (taza o cuchara) y preparación segura de fórmulas, siguiendo los lineamientos del Codex Alimentarius.

Este fortalecimiento terapéutico busca estandarizar la atención en las unidades pediátricas y reducir las complicaciones metabólicas y gastrointestinales.

Optimización logística: eliminación de barreras y garantía de suministro

El cuarto eje de la reforma apunta a resolver una de las mayores dificultades en la atención de la desnutrición, la interrupción en la cadena de suministro de fórmulas terapéuticas. La nueva normativa establece que:

  • La entrega de FTLC debe ser inmediata, tanto para la prueba de apetito como para el manejo ambulatorio.
  • Las EAPB deben definir puntos de entrega dentro de las IPS, garantizando disponibilidad 24/7.
  • La FTLC se reconoce como alimento médico especial, exento de la plataforma MIPRES.
  • Las fórmulas F-75 y F-100 deben estar disponibles como insumos hospitalarios básicos en todos los niveles de complejidad.

Estas medidas representan un avance logístico sustancial que elimina las trabas administrativas que históricamente retrasaban el inicio del tratamiento, especialmente en regiones apartadas o con alta carga de desnutrición infantil.

Implicaciones para el sistema de salud y la gestión hospitalaria

Desde el punto de vista operativo, el proyecto demandará reentrenamiento de equipos de salud en los nuevos protocolos clínicos y antropométricos, así como el fortalecimiento de la capacidad diagnóstica de las IPS de primer nivel. A nivel macro, el INS deberá diseñar un modelo de vigilancia epidemiológica proactiva, articulado con el SIVIGILA, que permita reportar y seguir los casos de riesgo nutricional, además de medir la efectividad del nuevo enfoque preventivo.

En términos financieros, el impacto inicial se traducirá en mayor demanda de insumos y tiempos de tratamiento, lo que podría aumentar temporalmente los costos operativos. Sin embargo, los beneficios esperados incluyen:

  • Reducción de la mortalidad infantil por causas nutricionales.
  • Disminución de hospitalizaciones prolongadas.
  • Prevención de recaídas y secuelas neurometabólicas.
  • Mayor eficiencia del gasto público en salud.

Asimismo, la resolución reconoce los determinantes estructurales de la desnutrición: pobreza, inseguridad alimentaria, migración, etnicidad, madre adolescente y acceso limitado a servicios básicos. La articulación intersectorial será clave para garantizar que la prevención del riesgo se complemente con políticas de seguridad alimentaria y programas de acompañamiento familiar.

Hacia una nueva generación de políticas nutricionales

La modificación a la Resolución 2350 de 2020 representa un pivote estratégico en la política pública de nutrición infantil en Colombia. Al incorporar la categoría de riesgo, elevar los criterios de recuperación, fortalecer los lineamientos terapéuticos y eliminar barreras logísticas, el país avanza hacia un modelo de prevención activa y recuperación integral.

El éxito de esta reforma dependerá de la implementación territorial efectiva, la capacitación de los equipos de salud y la coordinación entre Minsalud, INS, EAPB e IPS. Más que una actualización normativa, se trata de un cambio de paradigma que busca anticiparse a la desnutrición antes de que se convierta en tragedia.

Descargue aquí el proyecto de resolución completo:

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